jueves, 22 de marzo de 2012

[Ecuador] El problema no es sólo la minería.

EL PROBLEMA NO ES SOLO LA MINERÍA. ¡ES EL CAPITALISMO Y SU PROGRESO!
El problema no es que el progreso se esté construyendo mal. El problema es la lógica que presupone ese progreso. Y esa es, ni más ni menos, que el progreso del capitalismo.  -  RAP / MASA

Otra vez la minería en las primeras planas de este país, impulsada y defendida a capa y espada por este gobierno capitalista. Y otra vez protestas de distintos sectores “populares” en su contra, calumniadas y reprimidas por este gobierno (incluso decretando –nuevamente- “estado de excepción” y “contramarchas”). Pero, asimismo, otra vez el reformismo oportunista a la cabeza de tales protestas. Lo que no quiere decir que este sea un conflicto secundario o sin importancia, porque sí la tiene. Sin embargo, el problema de fondo No es la minería. Es el capitalismo y su progreso. Es la desposesión violenta y permanente de los medios de vida para la producción de mercancías. Es la explotación y depredación de la clase trabajadora y de la naturaleza por parte de los Capitalistas y su Estado. Y es que eso mismo es el Progreso: progreso y ganancia sólo para el capital y sus agentes, y en cambio Miseria y Muerte para la humanidad proletarizada y la Tierra. La minería (o el petróleo, las hidroeléctricas, las florícolas, las bananeras, etc.) sólo es una parte de la economía donde este problema de fondo se manifiesta de manera cruda y desastrosa. Y no sólo hoy en día, sino desde la Colonia, con la diferencia de que hoy es mucho más grave que antaño porque el planeta entero está agonizando a causa de tantos siglos de capitalismo, de tanto progreso.

Por lo tanto, se trata de luchar no solo contra la minería –lo que es necesario-, sino contra el capitalismo en su totalidad, es decir, contra la explotación de nuestra clase proletaria, la depredación de la naturaleza y toda otra forma de dominación; y, en cambio, a favor de la reapropiación revolucionaria de todas las condiciones necesarias para que vivamos en Real Comunidad Humana-Natural, para que dejemos de ser esclavxs del trabajo asalariado, ovejas del Estado, y opresores de la madre Tierra y de/entre nosotrxs mismxs. De lo contrario, sólo nos espera el suicidio planetario y como especie. No se trata entonces de exigir “otro modelo de desarrollo” o progreso, es decir otro capitalismo “más humano” o “más verde”, así como tampoco se trata de exigirle al gobierno cuasi-fascista de la Contrarrevolución Ciudadana “diálogo” o “que cumpla la ley” y que no reprima, porque esto sería como exigirle a la araña que no coma moscas. De hecho, estas ilusiones reformistas, progresistas, democráticas y ciudadanistas siempre se pagan caro y, más que nada, no son sino la otra cara del espectáculo de dominación capitalista a fin de mantener anulado al proletariado como clase revolucionaria, es decir como fuerza autónoma de negación y superación radical y total de la sociedad del capital. Muy por el contrario, lxs proletarixs hemos de interrumpir abruptamente o Sabotear el progreso mismo del capital, en este caso del capital minero, y denunciar el carácter exclusivamente Capitalista y Terrorista del Estado y por ende de Este Gobierno, enfrentando a ambos mediante la Acción Directa, tal como desde hace años ya lo han hecho algunos hermanos proletarios en perú, quienes, al “luchar por la vida frente a la minería”, han ido demarcando esa Autonomía de Clase en cada combate, luchando Por Fuera y En Contra no solo de las empresas y la policía, sino también de frentes, partidos, ongs, sindicatos, medios de comunicación y demás aparatos del Capital-Estado –tanto de izquierda como de derecha-.

Eso es Defender la Vida, ya que el Capitalismo es un Sistema de Muerte (nos explota, nos envenena, nos persigue y encarcela, nos mata) y su Estado es el mayor genocida y ecocida de la historia. Bajo el capitalismo la verdadera vida no existe porque ésta nos es ajena y amarga; nos encontramos separadxs de nosotrxs mismxs y de la naturaleza –por la propiedad privada, el trabajo, el dinero…-. Por tal razón es que para lxs proletarixs revolucionarixs el Capitalismo es Muerte y el Comunismo Anárquico es Vida, en tanto libre asociación de iguales para el libre e integral desenvolvimiento de todos y cada uno de los seres vivos, en base a nuestras necesidades y a la solidaridad. ¿Y cómo? Pues sólo en la comunidad de lucha proletaria contra este sistema podemos anticipar y conquistar esa verdadera vida. Tarde o temprano, dicha verdad histórica saldrá a la superficie, no porque lxs proletarixs revolucionarixs así lo digamos o así lo deseemos, sino por necesidad hasta de sobrevivencia de las mayorías explotadas y la naturaleza. Haciendo además caer por los suelos todas las apariencias o mentiras que lubrican esta miserable cotidianeidad capitalista: aquí concretamente, la mediática y perversa mentira, hecha “verdad” por repetirla mil veces -al clásico estilo fascista-, de este gobierno burgués; así como las ilusiones y ambiciones del reformismo oportunista, electorero y pacifista (indigenistas, ecologistas, sindicalistas, políticos, etc.) que hoy lidera movilizaciones tales como la “marcha plurinacional...”; pero también las rancias mentiras del reformismo izquierdista disfrazado de “revolucionario” (pequeñoburgueses leninistas antiimperialistas, antineoliberales, antimineros, antigobierno, populistas, nacionalistas, progresistas, estatistas… capitalistas). Entonces, la lucha ya no solo será por “la minería, el agua, la tierra”… será por el “alto costo de la vida”, los salarios, los despidos, el desempleo, la precariedad, la miseria diaria, la represión si se protesta… en fin, será -así no se autodenomine como lo que es- un enrabiado coro proletario lanzado a las calles contra todo tipo de explotación y dominación cotidianas, contra toda esta inhumana sociedad burguesa y de clases. Será la humanidad contra el capital, las necesidades contra el lucro, la vida contra la muerte…

Dado que el actual contexto mundial es de crisis catastrófica capitalista y de revueltas proletarias por todos lados, tarde o temprano, a pesar y en contra del actual gobierno (asqueroso gobierno terrorista del capital al que acaso le resten solo unos años antes de estallar y caer), el reformismo y la pasividad generalizada, aquí retornará –cual fantasma- la vieja Lucha de Clases para quedarse y poner a temblar toda esta podredumbre capitalista que nos enferma y mata a diario. Por el momento, nos solidarizamos de modo crítico y autónomo con lxs proletarixs del campo y la ciudad que están protestando contra el brutal deterioro de sus condiciones naturales de vida, por lo que llamamos a que se deshagan de las ilusiones propias de sus dirigentes y organizaciones reformistas, a que desborden y rompan esa jaula que les impide asumirse y luchar precisamente como Proletarixs –y como hijxs o hermanxs de la naturaleza salvaje-, a destruir lo que nos destruye, a juntxs reapropiarnos de nuestras vidas y transformarlas de raíz. Así hemos de luchar por imponer la Dictadura Social de Nuestras Necesidades y Deseos Vitales, a fin de abolir la dictadura democrática y progresista del capital cuya única promesa es exterminarnos.

¡EL CAPITALISMO ES MUERTE!

¡ESTE GOBIERNO ES CAPITALISTA Y TERRORISTA!


¡EL REFORMISMO DE TODO COLOR ES OTRO ENEMIGO DE NUESTRA CLASE!

¡HERMANXS PROLETARIXS: A DESHACERNOS DE LAS ILUSIONES

CIUDADANAS Y DEMOCRÁTICAS, ASÍ COMO TAMBIÉN DE

LAS ILUSIONES “ANTIMINERAS” Y “ANTIIMPERIALISTAS”!


¡DEFENDER LA VIDA ES LUCHAR CONTRA EL CAPITALISMO TOTAL,

RADICAL Y AUTÓNOMAMENTE!

¡A INTERRUMPIR O SABOTEAR EL PROGRESO DEL CAPITAL!

¡A DESTRUIR LO QUE NOS DESTRUYE!



¡ESTA SOCIEDAD ES UNA CATÁSTROFE Y EL PLANETA ESTÁ AGONIZANDO!

¡POR EL REGRESO DE LA LUCHA DE CLASES,

DE LA GUERRA SOCIAL MUNDIAL CONTRA EL CAPITAL!

¡SÓLO LA REVOLUCIÓN SOCIAL ES SOLUCIÓN VITAL!


¡COMUNISMO Y ANARQUÍA… O MUERTE!


brigada fantasma de agitación comunista-anarquista
fantasmacomunistaanarquista@gmail.com

quito-ecuador, marzo 2012

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jueves, 15 de marzo de 2012

A propósito del pasado 8 marzo. Documentos acerca de la lucha de las mujeres


Las mujeres y la lucha por no trabajar

Extracto de "Las mujeres y la subversión de la comunidad", de Mariarosa Dalla Costa.

Resumamos. El papel de ama de casa, tras cuyo aislamiento se oculta un trabajo social, debe ser destruido. Pero nuestras alternativas están estrictamente definidas. Hasta ahora, el mito de la incapacidad femenina, arraigado en esa mujer aislada, dependiente del salario de otra persona y, por lo tanto, moldeada por la conciencia de otra persona, se ha roto con sólo una acción: al obtener la mujer su propio salario, romper el gozne de la dependencia económica personal, vivir su propia experiencia independiente en el mundo fuera de la casa, desempeñar trabajo social en una estructura socializada, ya fuera la fábrica o la oficina, e iniciar sus propias formas de rebelión social junto con las formas tradicionales de la clase. El advenimiento del movimiento de las mujeres es un rechazo de esta alternativa.

El capital se está apoderando del ímpetu mismo que creó al movimiento -el rechazo por millones de mujeres del lugar tradicional de la mujer- para rehacer la fuerza de trabajo incorporando cada vez a más mujeres. El movimiento sólo puede desarrollarse en oposición a esto. Con su misma existencia, plantea, y debe hacerlo cada vez más articuladamente en la acción, que las mujeres niegan el mito de la liberación a través del trabajo. Porque ya hemos trabajado bastante. Hemos cortado billones de toneladas de algodón, lavado billones de platos, fregado billones de suelos, mecanografiado billones de palabras, conectado billones de aparatos de radio, lavado billones de pañales, a mano y a máquina. Cada vez que nos han "permitido entrar" en algún enclave tradicionalmente masculino, ha sido para encontrar un nuevo nivel de explotación para nosotras. 

Aquí de nuevo, a pesar de que sean diferentes, establecer un paralelo entre subdesarrollo en el Tercer Mundo y subdesarrollo en la metrópoli, para precisar mejor, en las cocinas de la metrópoli. El plan capitalista propone al Tercer Mundo que se "desarrolle"; que, además de sus agonías presentes, sufra también la agonía de una contrarrevolución industrial. A las mujeres de la metrópoli se les ha ofrecido la misma "ayuda". Pero las que hemos salido de nuestras casas para trabajar porque no teníamos más remedio o para ganar dinero extra o independencia económica, hemos prevenido a las demás: la inflación nos ha clavado en estos horribles puestos de mecanógrafas o en las líneas de ensamble y ahí no está la salvación. No debemos admitir el desarrollo que nos ofrecen. Pero la lucha de la mujer que trabaja no consiste en regresar al aislamiento de la casa, por muy atractivo que pueda resultar, a veces, los lunes por la mañana; como tampoco consiste en cambiar la sujeción en la casa por la sujeción a un escritorio o a una máquina, por muy atractivo que pueda resultar comparado con la soledad del doceavo piso de un edificio de viviendas.

Las mujeres debemos descubrir nuestras posibilidades totales, que no son ni remendar calcetines ni convertirse en capitanes de transoceánicos. Es más, puede que queramos hacer este tipo de cosas, pero ahora no puede situárselas en otro contexto que no sea la historia del capital.

El reto que enfrenta el movimiento de las mujeres es el de encontrar formas de lucha que, a la vez que liberen a las mujeres de la casa, eviten, por un lado, una esclavitud doble y, por otro, nos impidan llegar a otro nuevo grado de control y regimentación capitalista. Esta es, en definitiva, la línea divisoria entre reformismo y política revolucionaria dentro del movimiento de las mujeres.

Parece que ha habido pocas mujeres geniales. No ha podido haberlas ya que estaban separadas del proceso social y no podemos ver en qué asuntos podrían haber aplicado su genialidad. Ahora hay un asunto y es la lucha misma.

Freud también dijo que toda mujer desde que nace sufre de "envidia del pene". Olvidó añadir que este sentimiento de envidia comienza cuando la mujer percibe que de algún modo tener un pene significa tener poder. Todavía cayó menos en la cuenta de que el poder tradicional del pene comenzó toda una nueva historia desde el momento mismo en que la separación del hombre y la mujer se convirtió en una división capitalista. Y ahí es donde comienza nuestra lucha.

29 de diciembre de 1971
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8 de marzo: Día de las mujeres que resisten y luchan

Nosotras como feministas conmemoramos y mantenemos viva en la memoria esta fecha por la relevancia que tiene en la formación de nuestra identidad e historia. Lo hacemos desde una perspectiva autónoma, y libre de la institucionalidad con la que se “celebra” actualmente, institucionalidad que le ha arrebatado completamente el sentido de lucha y resistencia, volviéndola otro día más al servicio de los sistemas dominantes que nos cosifican, oprimen, deciden sobre nuestros cuerpos y nos utilizan cada día como mercancía.

Aún existe esta misma alianza dominante, patriarcal y capitalista contra la que han luchado miles de mujeres a lo largo de la historia. Por lo mismo, hoy, como mujeres rebeldes, nos apropiamos de esa historia, recordando sus luchas y esfuerzos, y conmemoramos con fuerza aquel 8 de marzo de 1908, fecha en donde 140 obreras textiles de Nueva York murieron calcinadas en su fábrica, producto de la represión ejercida por el patrón y sus fieles aliados, la policía, quienes buscaban frenar la huelga que estas trabajadoras mantenían por semanas.

Para este día no queremos flores ni chocolates. No queremos que se realcen nuestros supuestos valores femeninos, que no hacen más que mantenernos atadas a nuestros roles históricos de madres, esposas  e hijas abnegadas. Aspiramos y luchamos día a día por ser mujeres libres, con capacidad de decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, sin que el Estado, ni la iglesia, ni ninguna institución se posicione por sobre nuestra autonomía.

Aunque para muchxs el patriarcado y la opresión de las mujeres pareciera algo ya superado, la realidad diaria nos muestra que aún queda mucho por hacer, ya que esta lucha sigue estando tan presente como hace años atrás lo estuvo. Hoy desde los gobiernos nos hablan de igualdad de género, acceso a la mujer al trabajo y a puestos de poder, pero no es a eso a lo que aspiramos. Porque no nos conformaremos con participar en espacios con estructuras patriarcales, los cuales continúan funcionando bajo una lógica de poder y autoridad.  Queremos acabar con las relaciones de dominación que no sólo se manifiestan entre hombres y mujeres, sino también, entre mujeres y mujeres, hombres y hombres, de adultas (os) a niñas y niños, y de la humanidad en su conjunto  hacia  los animales y naturaleza.

Y como aún queda mucho por construir y deconstruir, reivindicamos este día, como un día de rebeldía, y de continuidad de la lucha de miles de mujeres.

Por lo tanto, el llamado que hacemos este 8 de marzo es a organizarse, a juntarse, a cuestionar, para luchar juntxs contra el sistema patriarcal y capitalista que nos oprime y violenta a cada minuto.

¡Hasta que todxs seamos libres, hasta que acabemos con toda opresión!

¡No más Estado, ni patriarcado!

Grupo feminista La ruptura, Marzo 2012
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Varios documentos en Hommodolars.org AQUÍ

domingo, 4 de marzo de 2012

La última derrota del movimiento estudiantil, examinada desde una perspectiva materialista e histórica (2005)

Ad portas del comienzo de las clases en el país, y con ello seguramente de la reactivación de las protestas estudiantiles, se hace necesario profundizar las críticas respecto a la forma y contenido que las han caracterizado a lo largo de los años y que lo siguen haciendo. Reconociendo -como este lúcido texto lo hace- las potencialidades de estas experiencias, no se puede dejar de criticar aquellos aspectos centrales que no permiten un avance significativo, en términos revolucionarios, de las mismas. Y estas trabas, que posee el mismo movimiento en desarrollo y que son potenciadas por sus burocracias, corresponden esencialmente al encuadramiento tras reivindicaciones que, si bien son expresión de necesidades reales, se revisten de mistificaciones ideológicas tales como la "educación pública" o la "educación como motor del progreso social". Y en ese sentido, este documento (basado en el curso de las movilizaciones estudiantiles del 2005) constituye un aporte clarificador y su vigencia, obviamente, no se ha perdido en estos últimos años. Quizás hoy, todavía, no podemos hablar de derrota, pero si bien el contexto es distinto, aún los límites de estas luchas siguen siendo similares. Es por ello que retomar y explicitar estas críticas, dándoles sentido real en la práctica, se torna urgente. Eso, si no deseamos trasformar las recientes experiencias en meras anécdotas, recuperadas una vez más por la dinámica del capital para su continua reproducción y, por lo tanto, el reforzamiento de nuestras miserias.



La última derrota del movimiento estudiantil, examinada desde una perspectiva materialista e histórica
“Cuando el socialismo burgués exhorta al proletariado a hacer realidad sus sistemas y entrar en la nueva Jerusalén, todo cuanto reclama es, en el fondo, que se detenga en la sociedad actual, pero despojándose de las ideas hostiles que abriga respecto a ella” 
Marx & Engels, Manifiesto del Partido Comunista, 1847. 
De todo lo que se ha escrito sobre las recientes agitaciones estudiantiles, sólo unos pocos grupos han abordado el tema con una intención realmente crítica. Y aunque sus análisis contienen algunos aciertos, éstos sólo se quedan en aspectos parciales de la última movilización. Los estudiantes trotskistas de LAC, por ejemplo, han ofrecido una visión acertada sobre el papel reaccionario de las burocracias estudiantiles, y además tienen el mérito de atreverse a llamar “derrota” al resultado de la última oleada de agitación; mientras que un desconocido grupo llamado Precariado Rebelde tuvo la lucidez de invocar “una concepción que tienda a articular la problemática particular de la educación con el carácter pauperizador del capitalismo en su totalidad” . Pero lo que debe importarnos no son tanto estas críticas fortuitas, sino la falta de crítica en torno a los temas de fondo, ahí donde todo el mundo parece estar de acuerdo en que la universidad debe ser “reformada”, “devuelta al estado”, “pública”, etc. Estas mistificaciones básicas, compartidas por liberales, progresistas y ultra-izquierdistas, expresan el sentir común de todos esos estudiantes que una vez más se dejaron movilizar por las burocracias tras unos objetivos que apenas entendían, y que con la misma facilidad se dejarán desmovilizar en pos del regreso a la normalidad. Ese trasfondo ideológico común compartido por burócratas, estudiantes e izquierdistas es la creencia ingenua, muy pequeño-burguesa, de que la universidad es un patrimonio de los explotados, un bien que les fue injustamente arrebatado para entregárselo al “neoliberalismo”. 

Esta creencia no es un simple dato periférico en el sentido común de las masas y de las minorías militantes: es el centro de su pensamiento y de su acción, y es lo que determina sus objetivos políticos, concientes o no. Es lo que ha llevado a los trotskistas a reivindicar una “reforma universitaria II” y a los precarios a hablar de “nuestra universidad”, ese “espacio común” donde burócratas, autoridades políticas y estudiantes deben identificarse “en un mismo recorrido”, mientras el apoyo ciudadano a estas ficciones no para de crecer. Obviamente, estas aspiraciones reformistas encierran genuinos deseos humanos de transformar la realidad, de vivir con dignidad y del modo más libre posible, de realizarse socialmente. Esos deseos, esa voluntad de vivir de un modo humano, es la base de lo que nosotros llamamos comunismo. Pero al expresarse políticamente, esa voluntad debe saber crear su propio lenguaje y su propia práctica, contrarios al mundo de la cuantificación mercantil y de la democracia de clases. Pensamos que hasta ahora eso no ha ocurrido, y que por el contrario, los deseos de transformación en la universidad han sido conducidos por los defensores de la estabilidad capitalista, poniendo a estudiantes, padres y maestros en contra de sus propios intereses como clase sometida a los arbitrios de la economía. Naturalmente, esta alienación política ha estado llena de fisuras en lo práctico y en el campo de las ideas, fisuras por donde ha brotado la radicalidad que anuncia un rechazo generalizado a la enajenación. Reconocemos esos brotes de negatividad radical, pero sobre todo nos interesa criticar la tendencia dominante hacia la pasividad organizada, la ingenuidad política y la sumisión conformista al mercado. 

La ideología de la “educación pública”, estatista por definición, es lo que ha permitido a los centros de mando burocrático movilizar y apaciguar a los estudiantes a su antojo durante décadas, impidiendo que éstos definan sus propios objetivos políticos de acuerdo a la realidad que viven cotidianamente como sujetos alienados. Esto hace que las movilizaciones estudiantiles no tengan en realidad nada de espontáneo. Hay que recordar el patrón que han seguido invariablemente desde la gran oleada reivindicativa del 97 para darse cuenta de que las burocracias estudiantiles, manejadas por el gobierno, la derecha y la izquierda burocrática, no cumplen otra función que la de provocar agitaciones para mantenerlas bajo control y finalmente apaciguarlas, a la espera de neutralizar a una nueva generación de incautos. Es muy revelador que tanto en el 97 como en el 2000, en el 2002 y ahora, cada generación de estudiantes ha estado convencida de que la suya es la movilización definitiva, la más crucial de todas, “la que decidirá el destino de la educación superior en Chile”, ignorando que en todas las crisis anteriores se dijo exactamente lo mismo para llegar a los mismos resultados. Este ilusionismo político cumple dos funciones bien claras: una, estimular la combatividad de los estudiantes más inconformes para luego dejar que se consuma en acciones aparentemente radicales, pero sin objetivos propios; la otra, desplazar la línea de choque desde el terreno de las miserias cotidianas que hay que combatir, hacia el terreno de las negociaciones democráticas, donde todos deben delegar su iniciativa en las burocracias, y donde se crea una falsa comunidad de intereses que encuadra bajo una misma bandera a estudiantes, burócratas, asalariados de la enseñanza y partidos pequeño-burgueses, todos en defensa de ese ensueño maravilloso llamado “educación pública”. 

¿Pero cuándo ha sido “pública” la educación universitaria? Cuando había que impulsar la expansión capitalista en un contexto mundial de proteccionismo keynesiano, cuando había que adiestrar a masas de futuros asalariados para tareas productivas y de gestión en un marco de desarrollo nacional. Lo cual duró hasta el instante en que las últimas hilachas del estado protector fueron arrojadas al basurero de la historia, para entrar en una nueva fase de acumulación capitalista, necesitada de mano de obra experta en un marco de competitividad extrema. Si entendemos que todo desarrollo histórico es irreversible, ¿cómo pueden pretender que se superará el capitalismo reviviendo formas jurídicas propias de una fase anterior de su desarrollo? La pretensión de “recuperar la universidad pública”, hija de la pretensión más general de “humanizar” el capitalismo, esconde el interés de la pequeña-burguesía por ganar cuotas de poder dentro del orden capitalista, y nada más. Si la universidad aparece como un terreno donde ese interés se expresa con tanta fuerza, es porque la universidad es el espacio natural de desarrollo y legitimación del poder burocrático. Allí es donde mejor se cultivan la mediocridad, la ignorancia y el arribismo que caracterizan a todas las burocracias; y es allí donde la ideología política y los horizontes existenciales de la burocracia deben arraigar con mayor fuerza, para asegurar la lealtad de los jóvenes proletarios que pronto se convertirán en sus cuadros expertos. Cuadros que desde ya parecen dispuestos a luchar con bravura para que sea el estado, y no el mercado, quien les someta. 

Al conocer las reivindicaciones de los estudiantes, uno se pregunta: ¿qué aspiraciones tienen, qué quieren hacer con sus vidas? La respuesta está en los muros de sus facultades tomadas, en sus papelógrafos, en sus panfletos: una y otra vez le reprochan a los gobernantes actuales el haber estudiado gratis, pero nadie les reprocha el ser gobernantes, y nadie parece reparar en que la institución que formó a personalidades como Lagos y Bitar - tan estúpidas, mezquinas y útiles al capital - fue precisamente la universidad en su momento de mayor gloria populista. A la mayoría de los estudiantes parece no molestarles estar sometidos a un orden que los trata como monos amaestrados, y que los deformará hasta convertirlos en nulidades, quizás hasta en gobernantes... lo que les molesta es tener que pagar demasiado por ese servicio. Y ese nivel tan bajo de aspiraciones vitales es el que todos los poderes están empeñados en mantener, promoviendo agitaciones domesticadas para evitar que la insatisfacción de miles de jóvenes encuentre un terreno de expresión fértil en la realidad más inmediata: allí donde los asalariados del conocimiento son explotados, allí donde a los estudiantes se les humilla y engaña, vendiéndoles destrezas que los esclavizarán de por vida. 

Después de todo, ¿qué importancia objetiva puede tener un nuevo sistema de cobranza de créditos, frente a la desposesión absoluta de sus vidas que padecen los universitarios, sus padres y sus instructores? El hecho de que en su mayoría se consideren “privilegiados” por su nivel de consumo, y que un recrudecimiento de los cobros parezca amenazar ese privilegio, no cambia en nada el hecho de que, en rigor, carecen por completo de soberanía para decidir el contenido y la finalidad de sus vidas. Su existencia está normada hasta el último detalle por el mercado, y en eso son iguales a todos los esclavos asalariados, desempleados, hambrientos, putas, locos y delincuentes que pueblan la tierra. Son proletarios, por más que sus títulos digan que son “profesionales”. ¿O es que un esclavo deja de ser esclavo cuando se compra grilletes de oro? Al contrario: ahora está personalmente interesado en defender sus grilletes, por lo tanto su esclavitud es mayor. Ese interés del esclavo en mantener su propia esclavitud es el mismo interés que mueve a los universitarios cuando luchan por conservar el status que la sociedad de clases les ha otorgado. Las burocracias estudiantiles, los medios de comunicación, los partidos progresistas, están ahí para convencerlos de que redoblen su interés en esas migajas que el poder les concedió, de que luchen por mantener intactas sus cadenas. En relación con ese objetivo político de gran altura, el objetivo contingente de cada movilización importa poco. ¿Qué más da si se trata de un nuevo arancel, de una nueva tarifa, de un nuevo recorte presupuestario, de una nueva acreditación, cuando lo que está en juego es la perpetuación de la mentalidad que garantiza la esclavitud asalariada? 

En concreto, la ley de acreditación contra la que se movilizó a los estudiantes para luego hundirlos en la derrota, no agrega nada sustancialmente nuevo a las condiciones que los egresados siempre han tenido que soportar, porque las deudas crediticias siempre han implicado su resignación a una gran variedad de humillaciones: retención de títulos, intereses usureros, reajustes abusivos, fichaje comercial, embargos, etc. Esta ley sólo formaliza la existencia de un nuevo intermediario en el proceso de cobros, y por más que eso significara un aumento del monto final a pagar, ese monto sería una insignificancia comparado con el robo sistemático de vida del que son objeto los estudiantes y asalariados de la enseñanza. Pero ¿acaso nos importa todavía de qué está hecha nuestra propia vida? Si todos parecen dispuestos a luchar por unas cuantas migajas económicas, pero no por el poder de decidir su destino, es porque ya casi nadie sabe valorar su existencia más que midiéndola en cantidades de dinero. La cuantificación y abstracción de la vida ha llegado a tal extremo que luchar por realidades a las que no se les puede poner precio resulta casi inimaginable. 

Pero si ponemos en el centro de nuestras preocupaciones las vidas humanas, y no a qué precio se transan en el mercado, tenemos que preguntarnos: ¿qué significa una lucha donde jefes y mandados forman una misma comunidad de intereses, marchando tras una misma bandera, en pos de frenar una ley sin importancia? Está muy claro: la banca hizo un negocio conveniente con el gobierno de Lagos, que podía prever una reacción defensiva en las universidades, con lo cual, además de los beneficios económicos directos, tendría un campo de pruebas para sus maniobras políticas y policiales, terreno en el que la izquierda burocrática también tiene mucho que decir. La Concertación pierde algunos votos que van a parar a la izquierda, los estudiantes se movilizan en vano y tienen que esperar tres años más para recobrar fuerzas, las burocracias estudiantiles afianzan su poder... El hecho de que los pacos hostiguen y repriman a un puñado de dirigentes estudiantiles no desmiente lo que afirmamos: se trata sólo de un castigo circunstancial para recordarles que no se excedan en la función que les toca cumplir dentro del protocolo democrático. Un ajuste de cuentas entre colegas, que al fin y al cabo sólo refuerza la nefasta ilusión de que esos dirigentes representan los intereses de sus dirigidos. El efecto más importante de todo esto es que el conjunto del sistema de dominación espectacular ha quedado reforzado tras la puesta en escena de una “lucha” en que las reglas de hierro de la democracia, que nunca fueron puestas en duda, aparecen una vez más como intocables. 

Es cierto que en el curso de cada movilización se han producido rupturas por la base, coordinaciones que tienden a superar los límites permitidos, discusiones políticas radicales; y es notorio que en cada nuevo conflicto la auto-organización ha ejercido mayores presiones, pujando por formular sus propios objetivos políticos y sus propios métodos de lucha, contra todo encuadramiento burocrático. En las últimas jornadas se multiplicaron las acciones directas de todo tipo, a la vez que se organizaba una amplia difusión, se creaban coordinaciones entre estudiantes y trabajadores, se fortalecía la toma de decisiones en asambleas, etc. Aún así, a estos esfuerzos de auto-organización les sigue faltando lo esencial: la conciencia de sus propios objetivos globales, que tarde o temprano enfrentarán a los estudiantes y asalariados de la educación contra sus enemigos más directos: los burócratas y los propietarios del sistema. Mientras eso no ocurra, las luchas estudiantiles seguirán siendo despolitizadas, reducidas a un reivindicacionismo cagón, canalizadas hacia objetivos reaccionarios: nacionalismo, desarrollismo, estatismo; y los progresistas que protegen este orden seguirán invitándonos a “defender la universidad” de la privatización, igual que si nos llamaran a defender “nuestro ejército” o “nuestro sistema penitenciario”, en nombre de “Chile”, ese fundo democrático en que nos toca ser los peones educados. Cuando los estudiantes rompan con esas ideas e instituciones que los encadenan a una existencia mediocre y sin horizontes, y los asalariados de la enseñanza se nieguen a seguir vendiendo sus capacidades al mercado, entonces descubrirán que la universidad nunca les perteneció, sino que ha sido la cinta transportadora a través de la cual ellos fueron vendidos al poder del dinero; descubrirán que la universidad, como todo el sistema de enseñanza, los ha reducido a nada más que dóciles engranajes del mecanismo ciego que hace girar la economía. 

A la universidad, esa institución arcaica, patriotera y desarrollista, principal arma ideológica del capital, no hay que defenderla, hay que destruirla. Sólo cuando los proletarios que padecen la “educación superior” se decidan, junto con sus padres y profesores, a desmantelar esa maquinaria trituradora de mentes, sólo entonces podrán decir que están luchando. Y cuando den el primer paso de esa lucha, que será derrocar a sus representantes burocráticos para generalizar la auto-organización y la lucha de clases, recién entonces el rechazo a la educación de mercado tendrá un contenido real, pues habremos empezado a barrer con las relaciones jerárquicas y mercantilizadas que nos separan de la vida social como un todo. Entonces la palabra “universidad”, aplicada a estas organizaciones de la ignorancia experta, va a sonar como lo que realmente es: un chiste. 

Hay que empujar la lucha estudiantil más allá de sus propios límites, hacia el conjunto de luchas de nuestra clase, rompiendo con las falsas separaciones entre «estudiantes», «trabajadores», «pobladores», «cesantes»... para que todos los explotados luchemos como un solo puño contra lo que nos oprime, hasta que sea imposible volver atrás. Entonces los jefes burocráticos universitarios y sindicales aparecerán como lo que realmente son: policías del estado capitalista, y nosotros estaremos por fin obligados a amar la libertad, nos veremos empujados a renunciar a las migajas y, de una vez por todas, a luchar de pie. No por una posición más ventajosa dentro de esta sociedad desgraciada, no por un mejor precio para nuestras cabezas, sino por la abolición de todo lo que nos niega como sujetos humanos: la división de la sociedad en clases, el trabajo asalariado, el dinero, el estado. Ese es el único camino hacia la verdadera comunidad humana, activa y universal: el comunismo. 

Brigada de agitación comunista, Junio del 2005