jueves, 8 de septiembre de 2011

11 de septiembre: "A profundizar la ruptura total con la sociedad de clases"

Texto aparecido hace ya un tiempo (año 2009), incluido en el Nº 1 de Comunismo Difuso (del que prontamente debiera salir un nuevo número), que señala varias cuestiones esenciales a tener en cuenta para la comprensión proletaria del germinal proceso revolucionario chileno desarrollado en los años '60-'70 y truncado sangrientamente con el golpe militar del 11 de septiembre de 1973; Estas son, principalmente, el rol de la izquierda del capital en la UP y posterior lucha contra la dictadura, desarrollo de la autoactividad proletaria, crítica de la democracia y necesidad de la ruptura radical con la reproducción del capitalismo en todos los ámbitos, entroncando con las luchas presentes el esfuerzo de quienes combatieron desde abajo a los esbirros del estado del régimen militar (del que la camarilla hoy gobernante es directa sucesora), padeciendo en muchos casos la tortura, prisión, asesinato y desaparición.


36 años del golpe de Estado en Chile:
A profundizar la ruptura total con la sociedad de clases

«Cuanto más desarrollada, más ‘pura’ es la democracia, más abierta y cruel es la lucha de clases, y más claramente se manifiesta la ‘pureza’ de la opresión del capital y la dictadura de la burguesía»

(Internacional Comunista, Tesis sobre la democracia burguesa y la dictadura proletaria, 1919).

Resulta imposible comprender tanto lo que fueron el régimen de la Unidad Popular y la dictadura liderada por Pinochet, sin referirse a la naturaleza de clase del reformismo de izquierda y al nuevo ciclo de agitación proletaria que se inició en todo el globo a partir de los últimos años de la década del 60 y la manera en que afectó la dominación capitalista global.

Si ya el mismo Marx había definido a la socialdemocracia como la unión entre sectores proletarios que limaban la punta de su programa socialista con sectores pequeño-burgueses que radicalizaban sus demandas democráticas, durante el siglo XX la socialdemocracia y sus variantes de izquierda (el “leninismo” -segunda gran deformación del marxismo- en todas sus formas) pasaron a desempeñar abiertamente el rol de contención y encuadre de los proletarios, poniéndolos al servicio del modo de producción capitalista (privado, de Estado o mixto).

Contención: para evitar la ruptura comunista. Encuadre: haciendo que los trabajadores se sientan orgullosos de ser un engranaje del sistema capitalista, e integrándolos al mismo mediante sus partidos y sindicatos.

Si algo pudiera darnos nostalgia del período histórico abierto a fines de los 60 y que para nosotros en Chile se cerró violentamente en 1973, no se trata de los partidos de la izquierda estatalista que tuvimos durante la mayor parte del siglo XX, ni las bondades de un capitalismo diferente del actual, pero que esencialmente es lo mismo: un régimen de explotación y dominación de la mayoría a costa de unas cuantas familias.

Lo que se puede echar de menos de esa época son los niveles de conciencia de clase y auto-actividad proletaria por el socialismo desde abajo, que en el llamado “segundo asalto proletario contra la sociedad de clases” se empezaron a instaurar por todas partes, en las calles, fábricas, escuelas y cárceles. Esta oleada de comunismo en actos se hizo fuerte a partir de 1967/68 y duró casi una década. Luego de eso, el capitalismo tuvo profundas reestructuraciones que han implicado una verdadera “contra-revolución” donde se ha impuesto el modelo llamado “neoliberal”.

Pero el capitalismo es, al mismo tiempo, en parte invariante, y en parte tremendamente flexible. Y dado que la nostalgia es reaccionaria, tenemos que sacar nuestra poesía del futuro, pero el conocimiento y valoración de las distintas etapas previas de la lucha de clases debe alimentar nuestras conversaciones, debates y reflexiones. Atacar toda mistificación, para reconocer en cada momento las fuerzas que en realidad estaban en pugna, asumiendo que en un sentido histórico hay sólo dos grandes bandos: los que quieren mantener el orden social clasista, y los que queremos derribarlo.

En el primer bando debemos inscribir a todos los partidos, sindicatos y organizaciones que representan la izquierda del capital, incluyendo por supuesto ahí a la llamada “Unidad Popular”: una versión renovada de los frentes populares con los que la contra-revolución estalinista impuso la colaboración de clases a partir de los años 30.

En el segundo bando, debemos rastrear por debajo de toda esa mierda reformista para encontrarnos con la autoactividad proletaria expresada en expropiaciones y luchas colectivas, y que se intentó organizar en cordones industriales y comandos comunales.

Lamentablemente, en estas experiencias de contrapoder proletario la clase se vio aislada y saboteada por los partidos que decían representarla: no podía ser de otra forma, y es por eso que llamamos “izquierda del capital” a toda esa bosta que ya era maloliente en 1970 y que reciclada ha llegado hasta nuestros tiempos encumbrándose en el poder estatal para administrar mejor el capitalismo total.

Pese a los esfuerzos de muchos militantes de base, el proletariado fue arrojado sin armas (ni materiales ni “ideológicas”) al callejón sin salida de la reacción, confirmando una vez más la famosa sentencia conocida por todo movimiento revolucionario: “quienes hacen revoluciones a medias, cavan su propia tumba”.

Por eso, cuando se habla de “derrota”, hay que distinguir: pese al fracaso de las ilusiones socialdemócratas sobre la llamada “vía chilena al socialismo”, el reformismo en realidad no fracasó, puesto que su misión real que es la de administrar por la izquierda el funcionamiento del capitalismo,
fue exitoso en su desarme del proletariado, y las consecuencias las sufrió toda la clase, no sólo en ese momento, sino que hasta el día de hoy.

Al efecto, basta con recordar cómo en el Cordón Cerrillos el 11 en la mañana la resistencia espontánea y heroica de obreros y obreras que levantaron barricadas sin esperar órdenes de arriba no se vio acompañada de la entrega de armas por parte de los partidos y orgánicas que supuestamente se habían estado preparando para una situación de crisis.

Durante la dictadura, el reformismo siguió desarmando a los proletarios: ahora se trataba de luchar a favor de la democracia, contra Pinochet, y no contra el capitalismo.

La izquierda del capital se dedicó a castrar la lucha de masas contra la dictadura promoviendo el “antifascismo”, en rigor una nefasta ideología secretada por el cerdo estalinista de Dimitrov para justificar la colaboración de clases. De ahí sus límites: fue una lucha “contra Pinochet” (una persona), por la “democracia” a secas. Y cuando esa palabra se usa sin apellido, se trata siempre de la democracia burguesa.

Por eso es que a 20 años de la “salida democrática” en que Pinochet le entregó el mando a uno de los principales golpistas del 73 (Patricio Aylwin), podemos comprobar que en democracia la dominación capitalista es más total, más invisible, más perfecta. Así, la democracia se ha mostrado en varios sentidos como más represiva que la dictadura. 2 ejemplos:

-En “dictadura”, para entrar a los campus universitarios se requería, formalmente al menos, de la autorización de las autoridades universitarias. En el primer año del gobierno de Aylwin el fascista Espina hizo aprobar una Ley que autoriza a la policía a ingresar a donde quiera si considera que hay “delito flagrante”.

-El sistema penal, esa picadora de carne proletaria, encerraba a menos de 20 mil personas en 1990. Ahora hay más de 53 mil presos, y una avalancha de vigilancia y represión dirigida especialmente contra los sectores antagonistas.

La dominación capitalista es siempre una mezcla de dictadura y democracia: necesita la democracia para legitimarse como una sociedad racional y dialogante; y la dictadura, porque el capitalismo nace del uso de la fuerza, primero una suma de “fuerzas privadas”, y luego al crear su Estado, convierte esa violencia en “fuerza pública” y espectáculo punitivo.

En el momento actual, el nivel de insatisfacción ante la colonización destructiva de todo por el capital (dictadura del trabajo y el tiempo muerto), los gritos de protesta y los ataques difusos contra el sistema están empezando a incrementarse notablemente. Y a diferencia del lastre democrático burgués que operó en dictadura y hasta bien entrados los 90, ahora el antagonismo y los ataques contra el aparato represivo del Estado y el Capital no provienen de organizaciones “leninistas” que pretendían representarnos, sino que de individuos y colectivos organizados anárquicamente en torno o objetivos comunes que directamente enlazan con el programa comunista de abolición de todo tipo de poder separado y de sociedades de clases.

Mientras tanto, en el patio trasero del movimiento social, los reformistas actuales nos dicen que el problema son los restos de dictadura que aún quedan, y que debemos profundizar la democracia. De la misma forma, ayer decían que el problema no era el capital, sino el imperialismo. Que el problema no era el trabajo, sino la falta de planificación de la Economía. Pero ahora hacen evidentemente el ridículo.

Recordemos que el propio Lenin en 1919 decía que tenemos todo el derecho a usar la violencia para “derrocar a los explotadores y aplastar su resistencia”. Es más, si queremos evitar la violencia que implica el funcionamiento “normal” de la economía autonomizada (30.000 niños muertos al día), la única manera es interrumpir el progreso, hacer que la sociedad del capital deje de funcionar.

Dado el incremento drástico de la criminalización de la lucha social, conducida por la prensa y TV burguesas y su policía fascista, es totalmente legítima toda respuesta enmarcada en la violencia proletaria -si bien en cada momento hay formas que son mejores que otras, y confiamos en que en el verdadero movimiento anticapitalista por el comunismo desde abajo esto es bien sabido-. Cada uno a lo suyo. Lo importante es empezar a golpear fuerte, y golpear juntos. Además de la “contra-represión” (nuestro derecho a defendernos a priori de la represión ejercida en nuestra contra por los proles desclasados que son los degolladores de verde y los de la PeDofIlia), ataques descentralizados en los barrios altos, irrupciones imprevistas en donde nadie nos espera, uso de artefactos adecuados para defenderse atacando (por ejemplo, grandes tiestos de pintura en las manifestaciones callejeras para ser usados contra quienes nos traten de disolver), etc. etc. etc. Pues el proletariado es por sobre todo creativo y emplea todas las formas de lucha, pero ahora ya.

Así que, ante un nuevo aniversario de una de las maniobras más violentas de la clase dominante en contra nuestra, recordamos a los luchadores caídos trayéndolos directamente a las luchas del presente.

«El curso general de la revolución proletaria es igual en todo el mundo: empieza a preparar inmediatamente la extinción completa de todo Estado»
(Internacional Comunista, 1919).

CONTRA LA POLICÍA FASCISTA: PIQUETES COMUNISTAS

CONTRA LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DEL CAPITAL Y POR EL COMUNISMO ANÁRQUICO: CREAR COMUNIDADES DE LUCHA, AMPLIANDO Y RADICALIZANDO LA NEGACIÓN EN ACTOS DE LA SOCIEDAD MERCANTIL Y AUTORITARIA.

Con amor y rabia,
Varios regionales del partido comunista difuso / Redes por la Autonomía Proletaria (RAP).


4 comentarios:

  1. Cuando el texto cita "socialismo desde abajo" refiriéndose a las expresiones del "poder popular", cae en un desconocimiento de la historia, ya que si bien los cordones industriales, o los comités cordinadores no fueron nunca parte de la estructura basal de la UP y muchas veces fueron críticos a la conducción de ésta, estaban formados por militantes afines o miembros de la Unidad Popular (los cordones industriales fueron impulsados por el MIR y rapidamente se sumaron a ellos sectores de base del PS, MAPU, IC), estos mismos cordones tampoco se plantearon jamás como alternativos a la CUT e incluso participaban en ella. En cuanto a lo ocurrido en el cordón Cerrillos el 11 es cierto que el presidente del cordón partió corriendo a asilarse, pero no era él el encargado de entregar las supuestas armas, los que encabezaron la resistencia ese día fueron principalmente gente del MIR y la UP, incluso del PC (a pesar que estos últimos no eran partidarios del cordón), las pocas armas que aparecieron ese día también fueron aportadas por miembros de la UP y el MIR, por lo tanto no se puede hablar de una "resistencia espontánea" ya que existía una planificación anterior (muy básica, pero existía) que partía con la toma de las industrias por sus trabajadores.
    El "poder popular" no nació de la nada, se gestó como respuesta al paro patronal de octubre del 72 y fue impulsado por el MIR y los sectores "rupturistas" al interior de la UP. Podemos concordar en que surgió de la base social, pero siempre al alero de los partidos. Incluso el PC que estaba en la línea de los "gradualistas" reconoció la importancia de esta nueva forma de organización.
    Cuando se instaura el golpe de estado descarga toda su ira contra los sectores organizados politicamente, si uno revisa un listado de víctimas de la dictadura se da cuenta que la gran mayoría son militantes de partidos de izquierda, es más, los órganos represivos crean grupos específicos para cada partido. El objetivo final de los ideólogos del zarpaso militar era aniquilar cualquier vestigio de movimiento político progresista, algo que ya habían hecho en sus filas antes del golpe.
    Entonces la principal razón por la que se generan nucleos de poder popular es por la pugna que existe dentro de la UP entre los sectores del "avanzar sin transar" (rupturistas) que buscan nuevas formas de avanzar en el proyecto revolucionario al margen del estado, y "consolidar para avanzar" (gradualistas) que plantean romper desde dentro del estado.
    El asunto es que esta "izquierda del capital" o "bosta maloliente" fue la que articuló el movimiento social de aquellos años y fue ella la que sufrió todo el castigo por osarse intentar construir un Chile más justo.

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  2. Una crítica que recibió en su tiempo este comunicado, era que parecía señalar que por una parte se encontraban todos los partidos y organizaciones institucionales reformistas y, por otra, el proletariado auto-organizado en cordones y comandos comunales, trazando una clara frontera entre ambas, y aparentemente achacando exclusivamente la culpa de la derrota a la izquierda del capital. Probablemente parezca dar a entender eso. Pero, en realidad, las razones de aquella derrota se deben buscar en la clase misma, en las características revolucionarias que no logró desarrollar plenamente y en el rol de las estructuras (partidarias y sindicales) que pretendían representarla. Y eso intenta el comunicado. Si bien es cierto que much@s militantes de partidos fueron también protagonistas de las expresiones más revolucionarias del periodo, así como que la mayoría de l@s proletari@s más "concientes" (por llamarlo de alguna forma) entraban a las filas de los partidos de ese tiempo (todos de inspiración leninista), es precisamente ese salto hacia la conciencia de la autonomía el que quedó truncado con el golpe. Aún cuando es cierto que algunos sectores -el MIR principalmente- intentaron potenciar experiencias como los cordones industriales, es exagerado afirmar que fueron ellos quienes iniciaron el proceso y que lo dirigieron a su voluntad.

    Tú dices que "la principal razón por la que se generan nucleos de poder popular es por la pugna que existe dentro de la UP...", lo que es ver la historia exclusivamente a través de la política formal, desconociendo el contexto social y desplazando el protagonismo del cambio social desde la dinámica de la lucha de clases a una maquiavélica interpretación politiquera. Es decir, para ti es más importante la pelea entre el PC-PS y el MIR para configurar organismos proletarios revolucionarios que la experiencia de la misma clase tras varios años de lucha.

    No negamos que, de hecho, la mayoría de quienes participaban de estas experiencias revolucionarias se sentían, en mayor o menor medida, representad@s por Allende y el "gobierno popular", lo cual no es de extrañar: como clase nos cuesta vislumbrar caminos de cambio que no sean los que inmediatamente "conocemos", es decir, a través de la política y el estado, pero esa posición no era acrítica y presentaba una tendencia rupturista cada vez mayor (ver por ejemplo esta carta de los cordones a Allende 6 días antes del golpe: http://www.elciudadano.cl/2010/09/07/carta-de-los-cordones-industriales-a-salvador-allende/).

    "El asunto es que esta "izquierda del capital" o "bosta maloliente" fue la que articuló el movimiento social de aquellos años y fue ella la que sufrió todo el castigo por osarse intentar construir un Chile más justo."

    Esto no es 100% verdad, pero precisamente la relativa dependencia de nuestra clase a esta izquierda debe comprenderse como uno de los límites a superar, pues fue una de las principales razones de la arremetida golpista burguesa.

    En chile no se logró desarrollar conscientemente una tendencia radical autónoma, como se estaba dando casi paralelamente varias partes de europa (francia, italia, españa, alemania, etc.), pero en la práctica el movimiento claramente tendía a romper con las lógicas del reformismo y el vanguardismo auto-asumido como revolucionario.

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  3. Por cierto, esto no es suficiente a modo de análisis global de las razones del golpe y la poca -casi nula- capacidad de respuesta proletaria a nivel armado, así como tampoco la existencia de tendencias que comprendieran claramente la necesidad del desarrollo de órganos autónomos de construcción comunista garantizaba una victoria. De hecho, aún cuando este tipo de experiencias fueron importantes en otros lugares, tampoco tuvieron la fuerza para salir victoriosas (aún cuando las nociones de derrota y victoria, en un sentido histórico, no son absolutas). Pero esclarecer los roles de determinados grupos y acciones es esencial para proyectar la lucha del presente, y romper con los mitos e íconos de la izquierda es un paso necesario y urgente.

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  4. Coincido plenamente contigo cuando planteas "las razones de aquella derrota se deben buscar en la clase misma, en las características revolucionarias que no logró desarrollar plenamente y en el rol de las estructuras (partidarias y sindicales) que pretendían representarla". Pero insisto en que el proletariado estaba, como nunca antes se había visto en Chile, altamente politizado y muy comprometido con los partidos, ahora yo no quiero decir que esto sea bueno o malo, si no que sólo estoy constatando un hecho, ahora cuando hablo de la pugna entre rupturistas y gradualistas en el seno de la UP y cómo esto influyó en el desarrollo de bases de poder popular, efectivamente lo estoy viendo desde una óptica política, pero aquello no tiene por qué ser perverso ni maquiavélico, si no que se da por una operatoria muy simple y que la carta que tu citas calza perfectamente en esta lógica, los sectores rupturistas quieren un avance mas rápido del proceso y como ven que no lo pueden realizar al interior de la UP, reactivan la experiencia de organizar desde abajo para generar una especie de poder paralelo, pretendiendo con ello fortalecer a Allende. La pugna entre ambos sectores no era menor, eran 2 visiones prácticamente opuestas de cómo llegar al mismo objetivo. Ahora bien cuál era la correcta, si se mide por la intención las 2 lo eran, pero qué hubiera pasado si las expresiones de poder popular se hubiesen seguido multiplicando hasta transformarse en los verdaderos cimientos de un gobierno popular, en teoría suena hermoso, pero en la práctica hubiese sido imposible y con consecuencias demasiado trágicas, si el pueblo se hubiese alzado, el derramamiento de sangre habría sido infinitamente superior. Ni todas todas las armas que la dictadura inventó en el "libro blanco" hubiesen bastado para que el proletariado, que no tenía preparación militar alguna, hubiese podido vencer. Quiere decir eso de qué el poder popular es negativo, de ninguna manera, creo en él, pero cuándo se ve construyendo en una base sólida y con un objetivo claro y definido.
    Existe otro análisis que va más por el lado sociológico que al menos yo no he visto hasta el momento que se haya hecho y es un estudio desde el punto de vista de la idiosincracia nacional, es probable que no exista porque es muy "politicamente incorrecto" y porque las verdades y la autocrítica suelen ser muy dolorosas. ¿Cuál era el grado de compromiso real de la gente con el proceso revolucionario? yo creo que mucho más bajo del que se piensa, hay muchas situaciones de las cuales nada se ha escrito y que sólo es posible saberlo por los protagonistas directos de aquel entonces, hay muchas preguntas cuyas respuestas son muy nebulosas. ¿por qué fue tan poca la resistencia al golpe? ¿por qué tardó tanto el comienzo de la rearticulación del movimiento popular? ¿por qué tanta gente cambió radicalmente su forma de pensar? etc, etc, etc.....
    Entonces yo pienso ¿es responsable plantear hoy una lucha frontal y violenta contra el capitalismo? ¿es responsable plantear la violencia como un fin y no como un medio? La historia nos ha enseñado que cuando no están dadas las condiciones para un cambio radical, el querer forzarlo, provoca retrocesos más que avances. Pero eso no quiero decir que debemos bajar los brazos.

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