jueves, 14 de enero de 2010

Capitalismo y Comunismo

CAPITALISMO Y COMUNISMO

Ricardo Fuego


Introducción

¿Por qué es difícil hablar de estos temas?

Porque hay una tendencia a formar nuestro pensamiento sobre la sociedad en base a anécdotas, vivencias personales, y evaluaciones muy subjetivas (a veces basadas en nuestras preferencias ideológicas, valores morales, etc.) de lo que experimentamos.

Yo a través de estos años de entrada a la militancia social y al pensamiento político radical, he cambiado no sólo mis ideas sino mi manera de pensar (de juzgar y de producir nuevas ideas). Para mí las anécdotas y evaluaciones subjetivas de mi vida personal, en cuanto a la formación de mi pensamiento social, pasan a un segundo plano. Lo que pasa a primer plano en mi pensamiento son los datos a nivel “macro” (la economía, la estructura social, los procesos más que los resultados, los roles más que las personalidades), y esos datos yo los analizo con las herramientas teóricas que he adquirido en estos años de estudio autodidacta y práctica autónoma de la ciencia social.

Todo este preámbulo no tiene como objetivo explicar por qué vos tendrías que pensar como yo, sino para explicar por qué yo pienso como pienso. Olvidémonos por un momento del absolutismo (si uno tiene razón todos los demás están equivocados) y del relativismo (todos tienen razón y nadie está equivocado). Vamos a establecer un diálogo. En base a mis experiencias charlando de estas cuestiones, yo voy a poner afirmaciones, preguntas y cuestionamientos a los que responderé como lo hice en su momento (o como deseo haberlo hecho).

El propósito no es reemplazar unas ideas por otras, sino desterrar certezas falsas y sembrar cuestionamientos, búsquedas. Allá vamos.




Diálogo entre una persona comunista y una persona de "pensamiento común”

-Hay capitalistas que se aprovechan de sus empleados y los explotan, pero hay otros que se hicieron su capital mediante su propio esfuerzo y por lo tanto es justo que ganen más que el obrero.

La realidad es que, incluso en el caso de que el capital inicial no provenga del trabajo de otros (herencia, rentas, empresa de la familia, etc.), a través del tiempo el capital invertido es ampliamente recuperado por el capitalista gracias al trabajo de sus empleados.

Pongamos el caso de que yo inicio una empresa con un capital propio. Luego de haber vendido todo lo que produje, obtengo una cantidad de plata. Parte de ese dinero va a los sueldos de mis empleados, otra parte a la reinversión en la empresa (compra de repuestos, materia prima, insumos, nuevas máquinas), y otra parte me queda limpia para mí.

Si el negocio va bien (y eso depende de si hay demanda de lo que la empresa produce pero también depende de mi trabajo y del de mis empleados), eventualmente voy a recuperar en forma de ganancia el capital que invertí al principio.

Veámoslo en un cuadro con números. El capital inicial es de 1000. Asumamos que la ganancia de la empresa es suficiente para la reinversión y para mi subsistencia y asumamos que yo me limito a cobrar rentas, que no trabajo en la empresa.



En el primer ciclo yo puse 1000 y la empresa hizo 500. De esos 500, 200 los pagué en salarios y me quedaron 300. De esos 300, decidí poner la mitad (150) en la empresa y el resto me lo quedo yo.

En el segundo ciclo se obtuvo una ganancia de 550. Sigo pagando 200 en salarios, por lo tanto la ganancia que tuve en ese ciclo fue de 350. De esos 350 aparto 180 para reinvertir y el resto me lo quedo.

En el tercer ciclo la ganancia es de 400. Los 1000 originales que puse no sólo fueron recuperados sino que yo me quedo con 50 adicionales (300 + 350 + 400 = 1050).

-Pero parte de lo que ganaste decidiste reinvertirlo en la empresa. El capital de la empresa creció de 1000 a 1720, y lo que generan los empleados nunca es suficiente para cubrirlo. Los empleados siempre están en deuda.

Incorrecto. Te olvidás que el capital adicional que pongo a partir del segundo ciclo vienen del trabajo de los empleados. El capital total de la empresa va creciendo, pero lo que yo puse de mi bolsillo sólo fueron 1000, y esos 1000 los recuperé en el tercer ciclo. ¡Si yo no recuperara mi inversión no sería negocio ser capitalista!

Fijate que incluso en el cuarto ciclo les aumenté el salario a mis empleados de 200 a 300. Pero ni siquiera así saldo la deuda que tengo con ellos. De hecho, mi deuda aumenta cada vez que se va acumulando ganancia. Al final del quinto ciclo tengo una ganancia acumulada de 1950, ¡casi el doble de lo que puse inicialmente!

Pero compliquémosla un poco más… Digamos que en los primeros ciclos la empresa no gana lo suficiente para garantizar la reinversión. Eso quiere decir que tengo que poner más capital mío. Pero si la empresa va bien y eventualmente la ganancia es suficiente para la reinversión, es sólo cuestión de tiempo para que el trabajo de todos pague ese capital invertido de mi bolsillo:



En el primer ciclo me faltaron 50 y los tuve que poner de mi bolsillo. En el segundo, como aumentó el valor obtenido, me faltaron 20. En el tercer ciclo ya no tuve que poner más plata porque la ganancia de la empresa fue suficiente para mi subsistencia y para la reinversión. De manera que a los 1000 iniciales se le suman 70. Lo único que cambió es que en vez de recuperar mi plata en el tercer ciclo lo recupero en el cuarto.

Podemos complicarla más todavía diciendo que yo trabajo a la par de mis empleados, o incluso más que ellos. O sea, que yo participo directamente de la producción de valor. ¿Qué pasa en ese caso? Lo mismo que en el caso anterior. Una simple diferencia de tiempo. Eventualmente mis empleados terminan superando, con su trabajo, el capital que puse inicialmente y el valor que produce mi propio trabajo.

Se pueden hacer muchas objeciones a estos cuadros y probar a ver qué pasa con otros números y otras variables, pero la realidad es que las empresas capitalistas no funcionarían si los capitalistas tuvieran que sacar continuamente capital extra de su bolsillo para asegurar la reinversión. Eso sólo pasa cuando las empresas están en crisis y ahí o la empresa se recupera o quiebra. Las empresas capitalistas funcionan porque garantizan una ganancia suficiente para cubrir los gastos de su existencia y porque le aseguran un mayor nivel de vida al capitalista que a los empleados.

Esto no quiere decir que el capitalista nunca se sacrifique. El capitalista, sobre todo si es pequeño o mediano, generalmente debe sacrificarse trabajando horas extras para la empresa, absteniéndose de consumir para ahorrar capital dinerario, adeudándose con un banco si le hace falta efectivo, etc. Pero por más que se valore éticamente ese sacrificio como superior al sacrificio de los empleados, la cuestión fríamente matemática es que el trabajo de muchos siempre va a producir más que el trabajo de uno. Sino, ese uno se bastaría a sí mismo, no necesitaría empleados.

-Todo lo que vos quieras, pero el que arriesgó al principio fue el capitalista. Es injusto que el capitalista, que es el único que arriesga, termine compartiendo su empresa con los empleados que no arriesgaron nada.

Antes que nada, el plantear la defensa de la ganancia capitalista en estos términos (morales) es reconocer que ya no se puede plantearla en términos racionales. Voy a volver un poco atrás.

Limitándome a analizar los hechos sin realizar ninguna valoración moral al respecto, he demostrado racionalmente que eventualmente, el trabajo de mis empleados va a pagar el capital mío que “arriesgué” cuando puse la empresa. El capital que sigo “arriesgando” después de recuperar la inversión de mi bolsillo es el capital generado por el trabajo de todos, y no sólo el mío. Cuando los empleados ya me pagaron con su trabajo todo el capital que invertí al principio, la ganancia que obtengo a partir de ese momento viene pura y exclusivamente del trabajo de ellos.

Esta demostración no es nada del otro mundo, es pura lógica y aritmética. ¿Entonces por qué resulta tan chocante? Porque lo que nos han inculcado y lo que hemos aprehendido como “sentido común” nos condiciona psicológicamente, pre-racionalmente. Por lo tanto, un razonamiento, aunque sea válido, sigue siendo rechazado cuando choca contra este condicionamiento psicológico. A todos nos pasó alguna vez que hemos escuchado o leído una argumentación que, aunque no pudimos refutarla con hechos ni encontrarle una falla en su lógica, nos resultó inaceptable, y por lo tanto nos seguimos quedando con nuestras ideas.

Esto es normal. Tenemos una tendencia a identificarnos con nuestras ideas. Si las ideas con las que más nos identificamos son criticadas, en cierto modo nos sentimos amenazados. Por eso la única manera en que puede prosperar un diálogo sobre ideas tan relacionadas a nuestra identidad social como capitalismo y comunismo (casi todo el mundo tiene una posición tomada sobre el tema, con más o menos fundamento), es desidentificarnos de nuestras ideas por un momento. Hacer de cuenta que somos extraterrestres mirando este planeta o científicos mirando un hormiguero. Lo que nos tiene que interesar es llegar a la verdad, no tener la razón. Si no podemos hacer eso, más vale renunciar al diálogo, porque sino se convertirá en un monólogo de muchos.

Habiendo hecho esta advertencia, paso a responder la pregunta.

Aun viendo el tema desde la perspectiva de lo ético, ¿bajo qué ética es posible justificar que yo gane más que mis empleados luego de que ellos, con su trabajo, me pagaron todo lo que invertí al principio? Únicamente bajo mi ética particular. O sea, bajo la ética de alguien que valora lo que le beneficia como bueno y lo que le perjudica como malo.

Pero una ética particular, por más que sea compartida por la mayoría de la gente y resulte “lógica”, “razonable”, etc., no se transforma en ética universal. Una ética universal nunca puede partir de las necesidades y capacidades asociadas a un rol social en particular (sea el capitalista o el obrero). Sólo puede partir de las necesidades y capacidades comunes a todos los seres humanos. Esas necesidades y capacidades son comer, dormir, vestirse, amar, realizarse, producir, etc. Entonces, juzgar al capitalismo con la ética capitalista, siempre va a resultar favorable al capitalismo. Al capitalismo hay que juzgarlo con una ética universal, humanista. Es la única manera de obtener un juicio objetivo.

Pasando a la cuestión del riesgo: no es cierto que los empleados no corren ningún riesgo. Si el capitalista se funde, los empleados se quedan sin trabajo. Si los empleados no trabajan lo suficiente para que la empresa se haga un lugar en el mercado (cuando hay otras empresas competidoras), se quedan sin trabajo. El capitalista decide a quién contrata y a quién despide, y cuándo. El capitalista arriesga un capital propio que heredó o que amasó con trabajo extra, pero ese riesgo lo corre una sola vez. El obrero arriesga constantemente el sustento de sí mismo (y de su familia, si la tiene) porque todos los días que va a trabajar tiene que rendirle a la empresa.

-El que se esfuerza por dar trabajo sigue siendo el capitalista. Si el empleado no trabaja en una empresa, trabaja en otra.

Hay que entender algo: nadie “da” trabajo a otra persona. Es un juego de oferta y demanda. El trabajo en esta sociedad es un contrato comercial. El capitalista compra fuerza de trabajo, el empleado vende su fuerza de trabajo. Y dependiendo de quien esté en mejor posición para negociar, va a ser el precio de la fuerza de trabajo. Cuanto más desempleo haya en los trabajadores mi gremio, menor salario van a ofrecer los capitalistas.

El desempleo existe, y sólo de manera muy obtusa puede explicarse el desempleo por cuestiones como vagancia. Para ciertos gremios de trabajadores especializados, escasean las fuentes de trabajo porque hay poca demanda en relación con la oferta. Para los trabajadores no especializados, la situación siempre es mala, porque son los que más sobran y por lo tanto sus condiciones de trabajo son las más precarias.

-Eso no quita que a veces los empleados se abusan del capital.

La gran mayoría de la gente en este mundo lo único que tiene para vender es su fuerza de trabajo. Entonces obviamente que el empleado está obligado a actuar como un comerciante (igual que el capitalista, que no pagaría salarios si no le conviniera) y lógicamente va a buscar el mejor precio posible. Si una vez de cada diez (y es decir mucho) es el empleado quien logra torcerle el brazo a un empleador, ¿hay que dejar de ver todo lo demás?

Los derechos laborales, la seguridad social, la jubilación, las pensiones, la jornada laboral máxima, el salario mínimo, los subsidios al desempleo, etc. no fueron dádivas de gente amable hacia los empleados ni mucho menos se debieron a una pretendida dictadura de los empleados sobre los capitalistas (¡¿dónde se vio una dictadura de los explotados sobre sus explotadores?!). Fueron reivindicaciones que la clase obrera organizada debió arrancarle al capital privado y al Estado (el capitalista público) mediante lucha y sangre derramada. Hay que conocer la historia de las cosas que existen hoy y no asumir que “siempre existieron”.

-¿Por qué los capitalistas son explotadores? Eso no es cierto. Algunos capitalistas son explotadores, otros no.

Actualmente el término explotación resulta tan políticamente incorrecto que queda olvidado su verdadera significación científica social: extracción de plus trabajo.

El explotado no es quien recibe “menos de lo que merece” o, en una definición más objetiva, quien recibe menos de lo que necesita para (sobre)vivir. No importa si el patrón es bueno o malo, si trata bien o mal a los empleados, si el trabajo de los empleados es extenuante o divertido, jornada larga o jornada corta. Si el trabajador produce más valor del que percibe, es porque hay una apropiación de esa diferencia por quien le emplea, y eso es explotación. Una persona es explotada tanto si produce un valor de 10 y le pagan 1 como si produce 10 y le pagan 9. No se trata de si es justo o ético (¿según quién?) que el trabajador reciba 1 o 9. Es un simple hecho matemático: si el trabajador recibe menos de lo que produce, es explotado.

-Pero entonces, ¿se puede trabajar sin ser explotado?

Sí, como cuando trabajás limpiando tu casa o haciendo una comida para tu familia y/o amistades, o escribiendo tu diario. Todo eso es trabajo en el sentido de gasto de esfuerzo físico y mental. Pero cuando hablamos del trabajo directamente inserto en la economía capitalista (trabajo asalariado), no es posible independizarlo de la explotación.

Las cooperativas son un ejemplo de las limitaciones que tiene cambiar las cosas dentro de una empresa pero no cambiarlas en toda la economía. En las cooperativas la propiedad de la empresa es colectiva, no hay división patrón/empleados. Pero si bien los trabajadores de la cooperativa no son explotados por un capitalista, están obligados a auto-explotarse ellos mismos. ¿Por qué? Porque no pueden consumir todo el valor que producen, están obligados a asumir colectivamente el rol del capitalista y tomar parte del valor obtenido y reinvertirlo en la empresa. Una cooperativa, exteriormente, y sobre todo cuando tiene competencia, está obligada a comportarse como cualquier otra empresa capitalista.

La única forma de alcanzar una economía sin explotación es reorganizando la base económica de la sociedad en la asociación de los productores libres e iguales. Esto no es pura teoría, sino que ya se ha hecho realidad en revoluciones sociales como la de la Comuna de París, en algunas colectividades agrarias de España, etc.

En este tipo de asociación los productores de un pueblo, una ciudad, o una comuna rural se juntan y dicen:

“Bueno, vamos a organizar entre todos la economía de nuestra comunidad. Tenemos estos campos, fábricas, talleres, y oficinas. En vez de que cada una de estas unidades productivas sea una empresa privada que compita con las demás, vamos a articularlas mediante una planificación general para producir los bienes que todos necesitamos. En vez de producir para vender en competencia con otros, cada unidad productiva producirá la cantidad de bienes necesaria para los habitantes de la comunidad (y un poco más, por las dudas). Entonces, si antes teníamos 3 panaderías que producían 300 kilos de pan cuando la comunidad necesita solo 100, al abolir la competencia y dividirse el trabajo entre ellas para producir 150 kilos como máximo, nos ahorramos tener que gastar tantas horas de trabajo y recursos en producir pan irracionalmente, y esas horas de trabajo pueden destinarse a otros trabajos necesarios para la comunidad o a la cultivación, a estar con la familia, a investigar cómo ahorrar más trabajo en otras áreas, y a participar en la administración de todos los asuntos de la comunidad, etc.”

-Todo muy bonito, pero ¿de qué va a vivir la gente?

Si yo trabajaba de plomero, no voy a necesitar ejercer mi oficio por dinero para después comprar todo lo que necesito. Todos los bienes de consumo que yo necesito van a estar o en mi casa o en los almacenes comunitarios. De esta manera, puedo liberar mi oficio de la actividad de ganar dinero. Yo voy a arreglar gratis los caños de la casa del panadero porque sé que el panadero va a mandar el pan que produzca al almacén comunitario, donde yo voy a tomar el pan que necesite.

Además, racionalizando el trabajo de plomería necesario para la comunidad, se puede ahorrar el tiempo dedicado a esa tarea y no voy a tener por qué quedarme solamente en ese oficio: podré aprender otros. Hay trabajos que los puede hacer todo el mundo y por el cual se puede establecer un sistema de turnos, como barrer la calle. Hay otros donde son necesarios especialistas y se puede socializar ese conocimiento con planes de capacitación. A medida que la gente no necesite trabajar 8 horas por día todos los días de la misma cosa, puede aprender otros oficios y tareas, y las especialidades que no son tan complejas (no todos van a ser neurocirujanos) irán desapareciendo. Antes la escritura era una especialidad, por eso existían los escribas. Hoy esa especialidad no existe, porque gracias a la instrucción pública escribir está al alcance de la mayoría. Con la expansión de la instrucción pública se pueden incluir gran parte de las tareas industriales y artesanales que actualmente son delegadas a especialistas.

Si la comunidad se coordina para que cada cual ponga según su capacidad y cada cual tome según lo que necesita, los recursos serán utilizados racionalmente y las situaciones de escasez serán paulatinamente resueltas. Lo que no puede fabricarse en la comunidad, se consigue de otra donde sí se fabrique (mediante trueque, por ejemplo). Mientras tanto, se va construyendo la fábrica local (si es necesario).

Puede haber miles de objeciones a un sistema económico de esta naturaleza, y cada una de esas objeciones tendría su respuesta. Hay muchísima bibliografía que trata el tema de reorganizar la economía según la propuesta de la asociación de los productores libres e iguales. La más didáctica y completa que conozco es La conquista del pan, del anarquista ruso Kropotkin. Pero no sólo hay propuestas, sino que ha habido experiencias. A menos que se tenga la postura de “tenés 5 minutos para convencerme de la necesidad y posibilidad del comunismo”, es obvio que tiene que haber una disposición a investigar el tema por uno mismo. Así fue como aprendí yo, por interés propio y no porque conversara con alguien que tenía todas las respuestas que terminó por “con-vencerme”.

-Se ve que las pensaste todas, pero vamos a lo práctico: lo que querés es imposible. La gente es egoísta.

Lo que “se ve” es que esta respuesta tuya es un manotazo de ahogado. Pero la voy a responder porque te va a servir para aprender algunas cosas sobre “la gente”.

Como primer punto, la gente que habla de “la gente”, generalmente está hablando de sí misma o de lo que elige ver en sí mismo y en otros. Hay muchísimos ejemplos de altruismo y cooperación en la vida, incluso en la gente que, generalmente, es egoísta. Si siempre estuviéramos compitiendo con el otro y actuando solo para nuestro beneficio, no habría sociedad. Si pensás detenidamente en un día cotidiano tuyo, vas a ver que gran parte del mismo te la pasás cooperando con otras personas en base a necesidades comunes. Y a veces te vas a dar cuenta que estás haciendo algo donde ponés las necesidades del otro por encima de tus deseos o incluso de tus propias necesidades. Incluso si lo hacés porque es necesario para tu supervivencia, o porque el beneficiario de esa actividad altruista es hijo tuyo, o simplemente por la gratificación personal que sentís al hacerlo, la realidad es que estás haciendo algo que no es egoísta.

Vos podés haber llegado a “la gente es egoísta” analizando varios casos de egoísmo que experimentaste de primera mano. Pero es una generalización incorrecta, porque como dije antes (y como vos sabés, si elegís verlo) “la gente” también es no-egoísta.

Entonces, “la gente es egoísta” se revela como lo que es: una frase que no resiste al más mínimo análisis, y que sólo sirve como axioma para justificar comportamientos antisociales (ajenos o propios) y, por lo tanto, para dar una fundamentación (falsa) a la idea de que “nada va a cambiar”. Es una manera de seguir quedándonos en la zona cómoda de “yo tengo razón” y de evadir las responsabilidades de todo individuo hacia su especie.

Si la competencia es “natural”, la cooperación lo es aun más todavía. Vos y yo lo hemos visto en nuestras vidas cotidianas, pero también se ve en ONGs y espacios de militancia social donde gente que no pasa necesidades invierte parte de su tiempo (y a veces, dinero) en ayudar a otros.

Lo que me diferencia de vos no son capacidades intelectuales diferentes, sino que yo he tomado conciencia de que reorganizar la sociedad en base a la cooperación y al no-egoísmo[1], no sólo es posible, sino necesario para detener esta catástrofe.

-Igual es una utopía.


“Utopía” es una de esas palabras que se utiliza todo el tiempo sin conocer su significado. La utopía es una imagen idealizada del porvenir. Los utopistas sociales primero arman una sociedad perfecta en sus cabezas y después buscan la manera de ir desde donde estamos hacia esa imagen. A menudo los utopistas creen que lo que es necesario en el ahora es dedicarse a convencer a los demás de lo deseable y justo de tal objetivo, y que con ese número y a fuerza de voluntad vamos a hacer ese sueño realidad.

Marx, que puede decirse con justicia que es el fundador del comunismo teórico moderno (el comunismo práctico moderno es una creación de los proletarios desde la misma revolución francesa[2]), criticó ese enfoque de los utopistas. Él encaró la transición del capitalismo al comunismo como un problema práctico[3]a nivel histórico-mundial, y por eso estudió el funcionamiento de la economía capitalista y estudió la historia a través del prisma de los sistemas económicos y de la lucha entre las distintas clases generadas por esos sistemas económicos. La transformación consciente de la sociedad necesita de una ciencia social, y Marx fundó las bases para ella con aportes propios y de otros (antepasados y contemporáneos).

-Igualmente, esto siempre fue así y nunca va a cambiar.

Las dos afirmaciones son equivocadas. El sistema de clases sólo existe desde hace como diez mil años. En todo el paleolítico y gran parte del neolítico (esos periodos comprenden cientos de miles de años) el Homo Sapiens vivió en tribus donde no existía la explotación. Ni la explotación económica ni la del varón sobre la mujer. Los sistemas de clase con sus relaciones sociales características (Estado, familia, esclavismo, mercancía) fueron una creación bastante reciente en tiempos antropológicos.

Si hay una constante en la historia humana es el cambio. Aún en periodos donde, en apariencia, nada cambiaba en cientos de años, esto era porque se estaban sucediendo cambios cuantitativos muy graduales que en determinado momento pasaban a una transformación cualitativa. Pasa que en esta época que vivimos, y especialmente desde la última mitad del siglo XX, debido a la falta deliberada de consciencia histórica con la que se nos educa y al constante bombardeo de los medios masivos de difusión, hay una tendencia en nuestra cultura a pensar en el futuro como una prolongación lineal del presente. Hablar de que la humanidad o la sociedad siempre fue así y nunca va a cambiar es tan poco serio como decir eso de uno mismo. Quien piensa que la vida no es cambio es porque tiene una visión “fotográfica” de la vida.

-¿Entonces por qué no estamos en el comunismo? Todas las revoluciones fracasaron o terminaron en dictaduras totalitarias.

Si esto no siempre fue así y puede cambiarse, no es menos cierto decir que el cambio propuesto hacia una sociedad sin explotación es quizás la empresa más difícil de toda la historia humana. Porque hasta ahora nuestras sociedades se formaron de manera “espontánea”, sin planificación, mediante el desarrollo ciego de nuestras fuerzas productivas, que han sido el motor de los cambios en nuestras estructuras sociales (la agricultura modificó la manera en la que la gente se relacionaba con el ambiente y consigo mismo, lo mismo hizo la industria).

Si el sistema de clases existe desde hace 10.000 años es muy poco serio pensar que va a ser superado en unos pocos años o incluso en un solo siglo, sin errores. Esta lucha por suprimir el sistema de clases existe desde hace dos siglos, por lo menos. Desde la misma revolución francesa que el movimiento comunista, generalmente con base en el movimiento obrero[4], viene luchando contra el capitalismo por una nueva sociedad sin explotación. Obviamente estas luchas fracasaron. Para desgracia de la humanidad, el capitalismo las ha sobrevivido. Ha habido muchos errores en estas luchas, característicos de la forma de pensar que no rompen con el sistema, por más que así lo reclamen[5]. Si se ve todo esto desde el prisma inmediatista y resultadista que suele predominar en el análisis de los procesos sociales, entonces “el comunismo fracasó” y no puede haber otra cosa que capitalismo. Pero si se ve todo esto desde un prisma verdaderamente histórico-mundial, se concluye que los últimos dos siglos que pasaron han sido de preparación, y que las batallas más decisivas por la auto-superación de la humanidad vendrán a partir de este siglo[6].

La transición hacia una sociedad sin explotación no es un problema que pueda ser resuelto por un partido o por un solo sector de la sociedad, sino por la gran mayoría de la humanidad[7]. Una profunda transformación social como la planteada no puede suceder sin una profunda autotransformación de los individuos. Autotransformación que debe ser encarada como una tarea práctica a afrontar ahora, y no en un futuro lejano.

Por eso quien califica a la asociación de los productores libres e iguales como utópica e imposible, en realidad lo que está diciendo es que no cree que él mismo sea capaz de vivir asociado en libertad e igualdad. Quien es escéptico de la auto-superación de la humanidad es porque es escéptico de su propia auto-superación. Quien habla negativamente de “la gente” piensa mal de sí mismo…

-Me parece que respondés de una manera muy terminante y soberbia.

Es posible. Es que cuando escucho a la gente repetir con tanta seguridad lo que dicen desde las usinas ideológicas del poder me da algo de bronca por su pereza intelectual y quiero que la vean.

Veo mucho egoísmo en las discusiones comunes sobre política y sociedad. Mucho de “lo que no me gusta es malo, lo que me gusta es bueno”. Se piensa exclusivamente desde el propio lugar o desde el propio grupo o sector. No se cultiva una visión de la totalidad porque no hay motivación para pensar más allá del ombligo y de los beneficios o perjuicios inmediatos. Tampoco se cultiva la actitud de ponerse en los zapatos del otro.

Eso lo veo concretamente cuando la gente se aferra como de un clavo ardiendo a una anécdota o hecho que fundamente su visión de la realidad, negándose a reconocer otros hechos u otras perspectivas para ver los hechos. Si una persona muerde a un perro seguro que sale en todos los diarios, pero no por eso vamos a dejar de pensar que generalmente ocurre al revés. Bueno, en este caso lo que veo es que la gente repite todo el tiempo la noticia de la persona que mordió al perro para sentenciar que hay la misma posibilidad de que pase una cosa u otra, o de que los perros casi nunca muerden a las personas.

Hay gente que forma su opinión a partir anécdotas o de los hechos que más se ajustan a sus preferencias ideológicas, y ahí es cuando se escuchan cosas como “el que es pobre es porque es vago”.

Si tuviéramos la misma actitud para nuestra vida práctica que para hablar de la sociedad y la naturaleza humanas (temas que frecuentemente quedan relegados a charlas de café, publicaciones de auto-ayuda o asados), no sobreviviríamos ni un día. Para cosas como hacer la comida, cruzar la calle o pagar una boleta nos manejamos adaptando nuestro pensamiento y movimiento a la complejidad de la tarea a realizar. Pero lo que reina en la cultura actual (y no es casual, es deliberado) es una gran falta de formación y de motivación para reflexionar sobre la vida humana con la seriedad y la complejidad que se merecen (y seriedad y complejidad no son sinónimos de volverse un doctor).

Es para torcer la rama para el otro lado que articulo mis respuestas de manera lo más sólida posible, atacando de manera vehemente (con cuidado de no herir susceptibilidades, lo que a veces no es posible ni deseable) a las formas de pensar que son erróneas y, además, dañinas, porque la falta de consciencia resulta en infelicidad y sufrimiento evitables. Varias veces he constatado que el enfoque “humilde” no funciona porque les permite a los interlocutores seguir en su zona cómoda. Entonces, si voy a ser acusado de soberbio, prefiero serlo defendiendo la posibilidad de que la humanidad se supere a sí misma que defendiendo la posibilidad contraria.


[1] O, por lo menos, un egoísmo más inteligente que el actual, que es un egoísmo imbécil que sólo nos sirve para una felicidad efímera basada en lo material, pero amenaza nuestra supervivencia como especie.
[2] Ver Historia de la Revolución Francesa, de Kropotkin.
[3] “Práctico” es otra palabra bastardeada. En esta cultura de la velocidad y del pragmatismo, “práctico” aparece como sinónimo de concreto, inmediato, sencillo, tangible.
[4]Todos somos criados y educados en esta sociedad capitalista donde las ideas y valores éticos dominantes son los del capitalismo. Por lo tanto el obrero, generalmente, piensa como burgués y no pocas veces puede esgrimir los mismos pensamientos anticomunistas que los voceros de quienes le explotan (esos mismos que los acusan de subversivos o de comunistas cuando hacen huelga por aumento de salario).
[5] El golpe de Estado del partido bolchevique -que se reclamaba marxista y comunista- terminó por erigir una forma de capitalismo brutal caracterizada por el totalitarismo del Estado-Partido. Estos regímenes han asociado la palabra comunismo a su naturaleza anticomunista, y han asociado al marxismo a su ideología de Estado, haciendo de esta manera un gran favor a la propaganda pro-capitalista.
[6] Hay innumerables datos que señalan la decadencia de la civilización capitalista que estamos viviendo. Será en las próximas décadas, por lo tanto, donde se plantee claramente la disyuntiva de superar esta forma de vida alienante o extinguirse.
[7] Generalmente la humanidad explotada, porque la humanidad que se beneficia de este sistema de explotación está muchísimo más condicionada psicológicamente como para tomar consciencia de que esta forma de vida nos lleva a la extinción y de que debe ser transformada desde la raíz.





Final y… ¿principio?

Un diálogo como el presentado puede tener dos finales. El primero, lamentablemente muy predecible, es:

-Bueno, si vos querés desperdiciar tu vida en esas pavadas hacélo, yo sigo con la mía.

El segundo, que requiere cierta dosis de modestia que no abunda cuando se habla de estos temas, es:

-No estoy convencido, pero voy a buscar más información.

En el primer caso, a la mierda, aunque no creo que hayas llegado hasta acá. En el segundo, quiero prevenir que en todo lo que dije arriba hay muchísimo conocimiento sintetizado. Podría citar mucha bibliografía pertinente para todo lo que dije, pero sería un trabajo extra y, además, no me parece lo más importante.

Lo más importante me parece crear consciencia sobre un asunto: la vida social humana sólo puede abordarse seriamente desde una perspectiva de lo complejo, y esto requiere no sólo estudiar y leer sobre datos e historia, sino educar la propia mente para abordar los problemas complejos de una manera compleja. Requiere de una formación teórica. En las cuestiones sociales, el debate capitalismo vs comunismo pone a prueba el temple intelectual y ético de las personas, porque es un tema que genera muchos partidismos y donde es difícil autodisciplinarse para construir una posición objetiva.

Pero también hay una “trampa” en todo esto. La realidad es que quienes más interesados están en formarse teóricamente para estudiar las cuestiones problemáticas de la vida social humana son quienes tienen una motivación para contribuir a resolverlas. Es muy raro que alguien se tome este trabajo de investigación, reflexión y discusión si no piensa hacer nada al respecto.

Salvo para los adeptos a la contemplación, la motivación para buscar la verdad es generalmente la acción. La motivación de buscar argumentos para autoafirmarse y monopolizar discusiones de “política” no es suficiente para esta labor que propongo. Tiene que haber un sincero interés por participar en la auto-superación de la humanidad. Y cuando digo interés no me refiero a esas sensaciones efímeras tipo “me gustaría saber algo más de tal tema”; me refiero a una necesidad existencial expresada en una manera concreta, hacia una dirección particular.

Si compartís esa necesidad conmigo, te recomiendo 3 textos para seguir, todos ellos los encontrás fácilmente en Google.

El Manifiesto Comunista, de Karl Marx y Friedrich Engels.
La conquista del pan, de Piotr Kropotkin
El placer de la revolución, de Ken Knabb

Si no compartís esa necesidad ni creés que nunca lo vayas a hacer, espero que este texto te haya resultado una lectura “interesante” ;-)