viernes, 26 de abril de 2013

La emergencia del (no-)sujeto (Blaumachen - grecia)

La emergencia del (no-)sujeto
por  Blaumachen

“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del ‘encapuchismo’. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a este fantasma: El primer ministro británico David Cameron y la Secretaria General[1] Aleka Papariga, el ministro italiano de la Secretaría de Gobernación Roberto Maroni, Adonis[2] y Takis Fotopoulos, italianos COBAS y policías alemanes”.
Del rioter.info

 El domingo 12 de febrero fue uno de aquellos momentos históricos en los que las contradicciones de una sociedad capitalista se encuentran en el tiempo y el espacio, estallan explosivamente y generan una nueva realidad. Es decir, la lucha de clases actualiza su dinámica y la nueva dinámica constituye al mismo tiempo el nuevo límite inherente que tiene que superarse. Lo más importante no es el acontecimiento en sí mismo (ningún acontecimiento de por sí tiene importancia determinante desde la perspectiva de la revolución), sino su inscripción en el proceso histórico de la emergencia del (no-)sujeto producida en la coyuntura actual.

Ese domingo era esperado por todos, contrario con lo de diciembre de 2008. Durante los últimos meses en toda Europa se esperaba ya el estallido que correspondía a la situación en Grecia. Se consideraba como la crónica de una muerte anunciada y, después de muchas maniobras políticas, el día 12 de febrero (la ironía de la historia funcionó perfectamente[3]) se anunció en los medios de comunicación bajo el título “aprobación de la memoranda 2”. Nadie hizo algo para detener su llegada, nadie podría hacer algo, por mucho que algunos quisieran, como indica el texto de un nuevo “amigo irreconciliable” de los “Gavroches”[4]. Este estallido obtuvo las características de la época transitoria en la que estamos, la “época de los disturbios”; su contenido fue el resultado del impasse en el cual se encuentra la articulación del capital a nivel global hoy en día y, asimismo, intensificó este impasse (Grecia constituye la expresión condensada de la intensificación de dicho impasse).

Cada acontecimiento importante de la lucha de clases está inmerso en el conjunto de las contradicciones históricamente determinadas del presente de una sociedad capitalista y se presenta siempre en una forma específica, fetichizada y múltiplemente mediada[5]. En el momento actual, en Grecia, en gran medida debido a su muy importante historia política reciente, el conflicto emerge en todos los niveles como conflicto político (en pleno contraste por ejemplo con el agosto de 2011 en Londres, mientras la época de los disturbios no puede ser nada más que concretizada en particularidades locales -históricas- de las formaciones sociales). El anuncio por el Estado del estallido inminente (o del primero de una “cadena” de estallidos) fue una declaración política y en este sentido ha sido simultáneamente su integración, como estallido necesario, en la reproducción de la sociedad capitalista. Se trata de una integración disciplinaria, represiva, una integración que se produce en el contexto del estado específico de emergencia. Se trata de una “integración a través de la exclusión”. El Estado después de los hechos y el retorno a la normalidad, es decir después de su victoria, se obliga a fingir que algunas prácticas de los “encapuchados” son criminales a fin de manejar temporalmente el inevitable impacto de los hechos. El discurso del Estado es totalizante, impide todas las opiniones diferentes: Nadie puede estar (o decir que está) al lado de los “encapuchados”, mucho menos que es uno de ellos y reclamar públicamente al Estado por los hechos del domingo.

No podría faltar la “resistencia en contra de la memoranda”, como se llamó cariñosamente la situación, y la presencia del límite actual del sindicalismo. La huelga general de 48 horas fue realmente grandiosa mientras reveló en todo su esplendor la muerte definitiva del movimiento obrero: nadie le hizo caso, ni ellos que cosechan cuota de plusvalía (plusvalía verdadera, ganancia capitalista) a través de su negocio, los cuales como una actividad secundaria (hasta ahora oficialmente reconocida) tienen la declaración de huelga de vez en cuando. A pesar de que los sindicalistas de las organizaciones terciarias siguen siendo de forma exclusiva socialmente legitimados para convocar a huelgas generales, no están en ningún lado, no existen, ya que han sido informados de antemano que el sindicalismo es pasado y están buscando otro negocio (tal vez una buena oportunidad de inversión, aunque de alto riesgo, pueda ser el seguro social de las manifestaciones, ya que los organizadores tendrán que pagar el costo de los daños causados). El hecho de que el movimiento obrero no puede ser incluido ya en las formas y las prácticas de un enfrentamiento durante el cual está en juego la propia existencia del salario básico es indicativo de la medida en que la reivindicación salarial está puesta fuera de la reproducción del capital. Al mismo tiempo, este carácter no oficialmente laboral del movimiento proletario es un elemento importante para el encuentro del impasse de la luchas reivindicativas con el proceso emergente de la abolición de la sociedad capitalista. Se trata de un encuentro de ruptura, de un proceso de producción histórica.

El domingo, la presencia de la gente fue masiva y la composición tanto de los “encapuchados” como de todos los manifestantes fue interclasista. Un hecho que se expresó con la participación masiva en los enfrentamientos con la policía y su aceptación casi universal. Nadie, pero nadie, (ni su órgano sindicalista) fue a apoyar a los policías esa tarde en la plaza Sintagma por su papel. Esta vez no estuvieron presentes pacificadores del movimiento como lo hicieron el verano pasado. El único que los apoyó fue el representante del partido del Orden[6], aspirante a primer ministro. La policía, en términos generales, es siempre la clase capitalista en posición de combate frente al proletariado. Sin embargo, específicamente en la coyuntura actual, constituye la expresión material de una estrategia particular del capital dentro de la formación social griega: para que se imponga la segunda fase de la reestructuración, el Estado griego debe perder su autonomía, incorporarse ya orgánicamente en una coalición más amplia y degradarse en la jerarquía interna con todas las consecuencias que esto implica para las competencias capitalistas y el destino de los estratos pequeñoburgueses. El ataque a la policía es evidentemente un paso necesario de ruptura para la superación de los límites de las prácticas del “diálogo” con el Estado sobre la negociación por el precio de la fuerza de trabajo y por todos los “derechos”. En dicha coyuntura, no obstante, se puede expresar también, entre otras cosas, el conflicto interno entre los estratos pequeñoburgueses y el Estado que los aplasta. Así como lo manifestó Egipto en 2011, el ataque a las fuerzas represivas del Estado no significa un cuestionamiento directo a la comunidad más significante capitalista, la nación[7], menos al dios verdadero, el dinero y la propiedad. Por lo tanto, muchos de los ex o recién “indignados” participaron en los enfrentamientos y en muchas ocasiones las prácticas combativas se combinaban con el respeto a “las propiedades de la gente” y con groserías a los policías como “traidores”, “guarda-alemanes” o “turcos”, los cuales “deberían estar con nosotros y no en contra”. Este domingo, incluso en los escenarios de los enfrentamientos y particularmente por la participación masiva inédita, no podría tener otro carácter que “nacional-popular” necesariamente producido en todo este periodo por la lucha contra la austeridad.

Además de la participación interclasista, condición necesaria para el enfrentamiento masivo con la policía y el apoyo amplio de dicho enfrentamiento, un elemento significativo del domingo, por el cual el Estado y todos los defensores de la Cultura[8] se enrabiaron, fue el saqueo y a continuación el incendio de negocios y varios edificios. Dicha práctica, surgida a gran escala durante el diciembre de 2008, volvió a emerger después del retroceso impuesto por el incidente de Marfin[9] en mayo de 2010, mientras la lucha de clases es una reacción en cadena, ella misma constituye la dinámica de sí misma. Además, los incendios de edificios fueron resultado de la forma política específica que predomina en la lucha de clases en Grecia. Por un lado, la policía tenía que proteger agresivamente al parlamento y empujar a la gente a las calles de alrededor. Por el otro, el peso de la historia política no permite al Estado griego aumentar más el nivel de la represión y tomar abiertamente una forma dictatorial (banks or tanks), incluso ahora que la situación de emergencia es tan grave. En todo el periodo del capitalismo reestructurado (en Grecia comenzó aproximadamente en 1996) la transformación de la policía en ejército de ocupación en el ámbito urbano es un elemento clave que ha permitido que el Estado se mantenga democrático mientras reprime brutalmente las partes activas del proletariado. Durante la década de 2000, los tradicionales madrazos empezaron a ser imposibles pues las minorías dinámicas que luchaban en las calles no tenían los medios para confrontar a la policía, organizada cada vez más militarmente. Por lo tanto, con el movimiento estudiantil de 2006-2007, la rabia del proletariado precario reprimido por la policía se canalizó a los edificios de Atenas; en 2008 cada empresario se dio cuenta que tenía que aumentar los gastos para la seguridad de su propiedad por las invasiones de las clases peligrosas. Al principio del periodo de las memorandas, el encuentro de dichas prácticas con uno de los últimos relámpagos del movimiento sindicalista resultó en el incidente de Marfin. Durante casi un año, la violencia social se marginalizó y fue reprimida por todas las formaciones políticas. Sin embargo, en el movimiento interclasista de las plazas, el tema de la violencia re-emerge como una contradicción interna del movimiento; mientras el nuevo giro de las medidas de austeridad era más duro, las “prácticas de los disturbios” rodeaban a las plazas con su punto culminante el 28 y 29 de junio de 2011. Desde entonces empezó a ser más claro que cada vez tendía a involucrarse mayor parte de la población en los enfrentamientos con la policía.

La parte del proletariado que incendia y saquea constituye un producto del periodo neoliberal que, específicamente en su último tiempo, llevó a la crisis. Todos aquellos que en noviembre de 2005 hablaban de hechos socialmente marginales en Francia, en marzo de 2006 hablaban sobre “los desmadrosos que atacan en las marchas estudiantiles”, en diciembre de 2008 sobre “una revuelta metropolitana de las que ocurren frecuentemente pero se apagan como cohetes y lo importante es ver qué hace el movimiento obrero”, todos ellos empezaron a angustiarse cuando en agosto de 2011 estalló Londres. Esta parte del proletariado no puede detener desde adentro el proceso productivo (por lo menos no todavía), por lo tanto actúa en el nivel de la circulación de la mercancías y los servicios. El (no-)sujeto emergente es simultáneamente sujeto y no-sujeto, a causa de la relación históricamente determinada entre la integración y la exclusión del proceso de la producción de valor. El tema esencial no es si se produce en términos cuantitativos el aumento del lumpenproletariado, sino el hecho de que se produce el aumento de la lumpenización del proletariado – una lumpenización que sin embargo se presenta como externalidad respecto al mundo del trabajo asalariado y al mismo tiempo como elemento determinante de su definición. La precarización, el “dentro-fuera”, producen un (no-)sujeto de (no-)excluidos, mientras la integración tiende a ocurrir cada vez más a través de la exclusión, principalmente, para los jóvenes. Se trata de una dinámica, un movimiento que se renueva continuamente. No nos referimos sólo a la exclusión radical de la relación asalariada; más bien nos referimos a la exclusión de lo que se considera trabajo “normal”, salario “normal”, supervivencia “normal”. En un ambiente de producción de población excedente y de ataque violento al valor históricamente definido de la fuerza de trabajo, el tan esperado “sujeto” pierde el suelo bajo sus pies. No hay “sujeto” sin que se haya dado la “objetividad” que le permite vivir como sujeto. En la crisis del capitalismo reestructurado se pierde el suelo (el anclaje a la relación asalariada) junto con el oxígeno (la posibilidad de exigir el mejoramiento de la condiciones de vida). Los que ya se encuentran atrapados en el continuum precariedad/exclusión invaden un movimiento que todavía tiende a invocar un trabajo “normal” y un salario “normal”; y la invasión del (no-)sujeto es exitosa porque este movimiento ya fue invadido por el bombardeo continuo del capital al trabajo y al salario “normales”. Toda esta situación produce prácticas destructivas como una escisión al interior del movimiento del proletariado y presiona al capital para intensificar la dimensión represiva de su reproducción como relación y seguir tratando de aumentar la tasa de explotación más y más violentamente.

Con las prácticas del domingo (las prácticas de los disturbios) dichas partes del proletariado se convierten, dentro de la reproducción de la sociedad capitalista, en factor de intensificación de la crisis. El papel del (no-)sujeto refleja la revolución que se produce en este ciclo histórico de luchas, la cual consiste en la abolición de todas las mediaciones del valor, es decir, de todas las relaciones sociales contemporáneas y no en la toma del poder por los trabajadores. El horizonte de la revolución (de este periodo) no es un programa revolucionario que espera la emergencia de un “sujeto” el cual inevitablemente jugará el papel central. Los trabajadores productivos, a pesar de su papel particular, no se producen en este ciclo de luchas como el sujeto -separado de las demás partes- de la revolución que va a dirigir el proceso de la transformación de la sociedad capitalista en una “sociedad de trabajo”; el asunto central de la revolución no será la “gestión de la producción”. En el futuro, las prácticas destructivas que emergen hoy en día encontrarán su límite en su propia reproducción y no podrán seguir refiriéndose sólo a la destrucción del capital constante como “pérdida” ni al sabotaje temporal. Para la continuación de la vida durante la lucha, las prácticas tendrán que transformarse y cuestionar la existencia de los medios de producción como medios de producción de valor. Dicho cuestionamiento no será un proceso monolítico hacia una tal “victoria”, sino conllevará en su interior todos aquellos conflictos que producirán, como rupturas, la abolición de la distinción entre producción y reproducción, o sea la abolición del valor y junto a ella la abolición de todas las relaciones del capital. Por el momento, en la crisis del capitalismo reestructurado, el (no-)sujeto ya se vuelve en fuerza activa, emerge continuamente y sus prácticas tienden a coexistir “antagónicamente” con las prácticas reivindicativas; asimismo las prácticas reivindicativas tienden a “imitar” las prácticas de los disturbios; estas últimas inevitablemente magnetizan a las primeras mientras el “diálogo social” se ha caído.

En septiembre de 2011 habíamos escrito sobre la coyuntura de ese momento: “Lo importante en los acontecimientos futuros, como crisis e intensificación de la lucha de clases, es el despliegue de la relación entre la especie de las prácticas en Inglaterra [agosto de 2011] y las prácticas de los ‘indignados’. Dicha relación toma una centralidad importante debido a la fluidez entre los dos sujetos formados (el desempleo está en el centro de la relación asalariada). La delineación de un nuevo límite (policía, el pertenecer a la clase como coerción externa) conduce a una nueva configuración a la cual nos intentamos acercar con el término ‘disturbios’. Los ‘disturbios’ rodean a los movimientos de los ‘indignados’, los invaden y finalmente los penetran produciendo escisiones en las prácticas de dichos movimientos (una primera manifestación de este hecho son las protestas de los días 28 y 29 de junio en Grecia). La dialéctica de dicha escisión trabaja fervorosamente…”. El domingo constituye una superación en la medida de que dichas prácticas han convergido, se han enfrentado cara a cara en acción. El encuentro de estas prácticas es resultado de la dinámica que produce la penetración mutua entre los “indignados”, los “pequeñoburgueses proletarizados”, los funcionarios y los jóvenes precarios/desempleados.  El movimiento dialéctico de las prácticas ya está en proceso. Pero dicha dialéctica no se desarrollará en vacuum; ella misma está inmersa en la dinámica entera de la lucha de clases: “El salario de los 400 euros no tiene nada que ver ni con los recortes de la ganancia de las farmacias, ni con los recortes de los beneficios de empresas públicas y bancos, ni con los recortes de las pensiones, ni con la apertura de las profesiones cerradas, ni con nada de las cosas que conducen a los sindicalistas y los trabajadores a ocupaciones, manifestaciones, huelgas indefinidas. Cuando todos los anteriores lleguen a los límites que ellos mismos proclaman, entonces ¿que harán precisamente aquéllos que obviamente no tienen ninguna esperanza de sobrevivir? Como los chavos de los barrios degradados que frecuentan los centros deportivos pertenecientes a los magnates navieros que libran impuestos odian el centro de Atenas y sus luces bonitas. Los jóvenes desempleados de la Capital están desesperados y dispuestos a no aceptar en ellos la lepra del margen social. Les hablamos de solidaridad. Chingaderas. Nadie sacrifica ni el mínimo […] para que los veinteañeros de Grecia puedan tener unos pocos euros más”[10]. Las prácticas pertenecen a sujetos, fluidos y continuamente reconfigurados,  formados por la misma lucha de clases hoy en día. En la coyuntura de cada crisis, donde la ganancia realizada no es suficiente para dar vida a la inmensa masa de trabajo pasado cristalizado, el proletariado, dentro del proceso de su aplastamiento, se fragmenta aún más. Sin embargo, en la coyuntura actual, en cuyo núcleo se encuentra la expulsión de la luchas reivindicativas por la reproducción del capital – dinámica que constituía un elemento esencial del periodo anterior – la dinámica de la crisis se convierte ya en dinámica de crisis de la relación asalariada en sí. Mientras se implementa la segunda fase de la reestructuración y el trabajo informal se vuelve tendencia que dirige la fuerza ciega del capital, ya no es nada fácil para el capital administrar la separación cualitativa, necesaria para su propia reproducción, entre los estratos “integrables” del proletariado y la población excedente. Dicha separación, la clasificación y ordenamiento de la fuerza de trabajo, es un elemento estructural de todos los periodos del capital. Sin embargo, en la actualidad emergen dos elementos cruciales: por un lado, la parte expulsada tiende a ser más y más grande prefigurando un momento en el que comprenderá una parte significativa de la población, y en segundo lugar, la distinción entre la inclusión y la exclusión es ahora totalmente contingente.

Cada predicción es peligrosa mientras la condensación del tiempo histórico conlleva el elemento de lo imprevisto y de la creación de múltiples rupturas. El giro trascendental hacia la “cuestión nacional” puesto como necesario para la reproducción de la estructuración actual del capital inscribe en la coyuntura la posibilidad de una contrarrevolución izquierdista “nacional” o fascistoide el cual, no obstante, no puede tener la estabilidad de los fascismos del pasado (integración nacional-socialista en la reproducción del capital dentro de los límites de una formación social nacional). Ésta se producirá, si es necesario, en el momento que llegará como la última medida desde el punto de vista del capital, el cual se obliga a funcionar en términos de “economía política de riesgo”. La apropiación de prácticas de disturbios y el estado de guerra continuamente reproducido, en cuyo contexto ya el proletariado está obligado a reivindicar cada tipo de demanda, junto con la compresión general de la población trabajadora/desempleada, todo jugará su papel en la dirección de qué tipo de prácticas se adaptarán por el (no-)sujeto de los (no-)excluidos. Lo único cierto es que el acontecimiento importante del domingo será sólo uno de una toda serie que prefigura ser densa y en las noches alumbrante.

blaumachen y amigos, febrero de 2012

Blaumachen would like to thank our dearest amiga Katerina for the translation!
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Notas

[1] Secretaria General del Partido Comunista Griego (KKE).

[2] Diputado del partido ultra-derechista LAOS, luego ministro de Comercio Marítimo bajo el gobierno de coalición de Papadimos.

[3] El día 12 de febrero es el aniversario del Acuerdo de Varkiza, con el cual comienza el fin de la guerra civil en 1945. El Partido Comunista firmó la orden de desarme de las guerrillas comunistas, un acto que permitió su posterior masacre por el ejército estatal.

[4] El conocido político izquierdista, Alekos Alavanos, escribió: “Mientras los poderes de la izquierda permanecen alienados a la juventud, siempre y cuando el ‘derrocamiento’ sigue siendo un estereotipo agotado sin que se traduzca en un plan revolucionario y un conflicto político, dichos fenómenos continuarán emergiendo de manera cada vez más frecuente y difusa. Si Gavroche de Les Miserables estuviera anoche en la plaza Sintagma, no estaría en los bloques cerrados de la juventud partidaria; estaría incendiando bancos y salas de cine con sus amigos”. http://konserbokoyti.blogspot.com/2012/02/blog-post_2450.html.

[5] Véase también el texto “Sin ti, ni un solo engranaje se gira…”, http://libcom.org/library/without-you-not-single-cog-turns%E2%80%A6, donde hemos discutido la forma política en la cual se expresa en Grecia el conflicto entre prácticas de diferentes sectores del proletariado.

[6] El presidente del partido neoliberal-conservador Nueva Democracia, Antonis Samaras, declaró al día siguiente: “Estos desmadrosos deben saber que, cuando llegue el momento, les voy a sacar sus capuchas”.

[7] El concepto de la nación registra la unidad contradictoria de clases de cada sociedad capitalista dada. A través de sus aparatos ideológicos, el Estado transforma proporcionando legitimidad social a los intereses de clase del capital, presentándolos y poniéndolos a trabajar como intereses nacionales. Estado, nación y capital son facetas de un poder de clase único: el capitalismo.

[8] El incendio de la sala de cine Attikon, uno de los edificios históricos monumentales de Atenas, causó mucha indignación entre ellos.

[9] Cuando en el banco Marfin se lanzaron bombas incendiarias por manifestantes, tres trabajadores que habían sido obligados a trabajar con puertas cerradas en un día de huelga general, se murieron en el incendio.

[10] Cinema: Infierno, por Aggélika Psará, http://www.rednotebook.gr/details.php?id=4858 (en griego).

martes, 16 de abril de 2013

"Extraña Derrota: La revolución chilena" (1973, Pointblank!)

Traducción de Columna Negra.

Strange defeat: The Chilean revolution, 1973 - Pointblank!

Nota CN: Pointblank! fue uno de los tantos grupos pro-situacionistas que aparecieron en la década de los 70, esta vez en Estados Unidos. Escribieron este artículo en octubre de 1973. Esta traducción, realizada por Columnanegra, la sacamos del texto que está en libcom. En este sitio se puede descargar la revista que publicó el grupo en 1972.

Nota de libcom: En vez de culpar a la derecha y la CIA por el golpe como la mayoría de los comentadores de izquierda, Pointblank! señaló el rol que Allende y los partidos de la izquierda jugaron en desmovilizar la poderosa clase trabajadora, minando su fuerza y eventualmente firmando su propia garantía de muerte al negarse a armarla.


I

En la arena espectacular de eventos presentes reconocidos como “noticias”, el funeral de la socialdemocracia en Chile ha sido orquestado como un gran drama por aquellos que entienden la subida y caída de gobiernos más intuitivamente: otros especialistas del poder. Las últimas escenas en el guión chileno han sido escritas en varios campos políticos en concordancia con los requerimientos de ideologías particulares. Algunos han venido a enterrar a Allende, otros a alabarlo. Aún otros exclaman un reconocimiento de sus errores tras los hechos. Cualesquiera sean los sentimientos expresados, estos obituarios han sido escritos con mucha antelación. Los organizadores de la “opinión pública” sólo pueden reaccionar reflexivamente y con una distorsión característica de los propios acontecimientos.

Como los respectivos bloques de la opinión mundial “escogen su lado”, la tragedia chilena es reproducida como farsa a una escala internacional; las luchas de clases en Chile son disimuladas como seudo-conflictos entre ideologías rivales. En las discusiones de la ideología nada será oído de aquellos para los que el “socialismo” del régimen de Allende estaba supuestamente dirigido: los trabajadores y campesinos. Su silencio ha sido asegurado no sólo por quienes los ametrallaron en sus fábricas, campos y casas, sino que también por los que pretenden (y continúan pretendiendo) representar sus “intereses”. A pesar de mil falsedades, sin embargo, las fuerzas que estuvieron involucradas en el “experimento chileno” todavía no se han agotado. Su contenido real será establecido sólo cuando las formas de su interpretación hayan sido desmitificadas.

Por encima de todo, Chile ha fascinado a la llamada izquierda en cada país. Y documentando las atrocidades de la presente junta, cada partido y secta intenta conciliar las estupideces de sus análisis previos. Desde los burócratas-en-el-poder en Moscú, Pekín y Habana a los burócratas-en-el-exilio de los movimientos trotskistas, un coro litúrgico de pretendientes izquierdistas ofrecen sus evaluaciones post-morten de Chile, con conclusiones tan previsibles como su retórica. Las diferencias entre ellos sólo son de matiz jerárquico; comparten una terminología Leninista que expresa 50 años de contrarrevolución a lo largo del mundo.

Los partidos estalinistas del Este y los estados “socialistas” con justa razón ven la derrota de Allende como su derrota: el era uno de los suyos –un hombre de Estado. Con la falsa lógica que es un mecanismo esencial de su poder, aquellos que saben mucho sobre el Estado y la (derrota de) Revolución condenan el derrocamiento de un régimen burgués, constitucional. Por su parte, los importadores “izquierdistas” del trotskismo y maoísmo sólo pueden lamentar la ausencia de un “partido de vanguardia” –el deus ex machina del bolchevismo senil- en Chile. Aquellos que han heredado la derrota de la revolucionaria Kronstadt y Shangai saben de lo que hablan: el proyecto leninista requiere la imposición absoluta de una deformada “conciencia de clase” (la conciencia de una burocrática clase dominante) sobre los que en sus designios son sólo “las masas”.

Las dimensiones de la “revolución chilena” se encuentran fuera de los límites de cualquier doctrina particular. Mientras los “anti-imperialistas” del mundo denuncian –desde una distancia segura- los espantajos muy-convenientes de la CIA, las razones reales de la derrota del proletariado chileno deben ser buscadas en todas partes. Allende, el mártir, fue el mismo Allende que desarmó las milicias de trabajadores de Santiago y Valparaíso en las semanas previas al golpe y los dejó indefensos ante el ejército cuyos oficiales ya estaban en su gabinete. Estas acciones no pueden simplemente ser explicadas como “colaboración de clase” o una “traición”. Las condiciones para la extraña derrota de la Unidad se prepararon con mucha antelación. Las contradicciones sociales que emergieron en las calles y campos de Chile durante agosto y septiembre no fueron simplemente divisiones entre “Izquierda” y “Derecha”, sino que involucraban una contradicción entre el proletariado chileno y los políticos de todos los partidos, incluyendo aquellos que posaban como los más “revolucionarios”. En un país “subdesarrollado”, se había planteado una lucha de clases altamente desarrollada que amenazaba las posiciones de todos los que deseaban mantener el subdesarrollo, tanto económicamente a través de la dominación imperialista continuada, o políticamente a través del retraso de un auténtico poder proletario en Chile.

II

En todos lados, la expansión del capital crea su aparente opuesto en la forma de movimientos nacionalistas que persiguen apropiarse de los medios de producción “en nombre” de los explotados y, de este modo, apropiarse del poder social y político para sí. La extracción de plusvalía del Imperialismo tiene sus consecuencias sociales y políticas, no sólo en la pobreza forzada de las personas que se deben convertir en sus trabajadores, sino también en el rol secundario asignado a la burguesía local, que es incapaz de establecer su hegemonía completa sobre la sociedad. Este proceso ha tomado muchas formas –desde la xenofobia religiosa de Gadafi a la religión burocrática de Mao- pero en cada instancia, las órdenes de marcha del “anti-imperialismo” son las mismas, y quienes las dan están en idénticas posiciones de mando.

La distorsión imperialista de la economía chilena proveyó una apertura para un movimiento popular que buscaba establecer una base de capital nacional. No obstante, el estatus económico relativamente avanzado de chile, impidió el tipo de desarrollo burocrático que ha llegado al poder por la fuerza de las armas en otras áreas del “Tercer Mundo” (un término que ha sido usado para conciliar las reales divisiones de clase en esos países). El hecho de que la “progresista” Unidad Popular fuese capaz de lograr una victoria electoral como una coalición reformista, fue un reflejo de la peculiar estructura social en Chile, que era en muchos aspectos similar a aquella en los países capitalistas avanzados. Al mismo tiempo, la industrialización capitalista creó las condiciones para la superación de esta alternativa burocrática en la forma de un proletariado rural y urbano que emergió como la clase más importante y una con aspiraciones revolucionarias. En Chile, tanto cristianos como social demócratas debían llegar a ser los adversarios de cualquier solución radical a los problemas existentes.

Hasta la llegada de la coalición UP, las contradicciones en la izquierda chilena entre una base radical de obreros y campesinos y sus llamados “representantes” políticos, se mantuvo a lo largo de extensos antagonismos latentes. Los partidos izquierdistas fueron capaces de organizar un movimiento popular únicamente sobre la base de la amenaza extranjera. Comunistas y socialistas fueron capaces de sostener su imagen como auténticos nacionalistas bajo el gobierno democráta cristiano porque el programa de “chilenización” de Frei (que incluyó una política de reforma agraria que posteriormente Allende emuló conscientemente) estaba explícitamente conectado a la patrocinada-por-América “Alianza para el Progreso”. La izquierda oficial fue capaz de construir su propia alianza en Chile oponiéndose, no al reformismo en sí, sino a un reformismo con vínculos externos. Incluso dada su naturaleza moderada, el programa opositor de la izquierda chilena sólo fue adoptado tras la militante actividad de huelga de los 60s –organizada independiente mente de los partidos- que amenazó la existencia del régimen de Frei.

La futura UP se movería dentro de un espacio abierto por las radicales acciones de los trabajadores y campesinos chilenos; se impuso como una representación institucionalizada de causas proletarias en la medida que era capaz de recuperarlas. A pesar de la naturaleza extremadamente radical de muchas de las huelgas anteriores (que incluían ocupaciones de fábricas y administración de los trabajadores de varias plantas industriales, más notablemente en COOTRALACO), la práctica del proletariado chileno carecía de una expresión teórica correspondiente o de organización, y esta falla en afirmar su autonomía lo dejó abierto a las manipulaciones de los políticos. Pese a esto, la batalla entre reforma y revolución se hallaba lejos de estar decidida.

III

La elección del masón Allende, aunque de ningún modo significó que los trabajadores y campesinos hayan establecido su propio poder, sin embargo intensificó la lucha de clases que ocurría en todo Chile. Contrariamente a las afirmaciones de la UP sobre que la clase trabajadores había obtenido una “victoria” mayor, tanto el proletariado como sus enemigos continuaron su batalla por fuera de los canales parlamentarios convencionales. Aunque allende constantemente aseguró a los trabajadores que ambos estaban comprometidos en una “lucha común”, el reveló la verdadera naturaleza de su socialismo-por-decreto al inicio de su gobierno cuando firmo el Estatuto, que formalmente garantizaba que respetaría fielmente la constitución burguesa. Habiendo llegado al poder sobre la base de un programa “radical”, la UP entraría en conflicto con una corriente revolucionaria creciente en su base. Cuando el proletariado chileno mostró que estaba preparado para tomar los slogans del programa UP literalmente –slogans que ascendieron sólo a la retórica vacía y las promesas incumplidas por parte de la coalición burocrática- y las pusieron en práctica, las contradicciones entre la forma y el contenido de la revolución chilena se volvieron aparentes. Los campesinos y trabajadores de Chile estaban empezando a hablar y actuar por sí mismos.

A pesar de su “marxismo”, Allende nunca fue más que un administrador de la intervención estatal en una economía capitalista. El estatismo de Allende –una forma de capitalismo estatal que acompañó el ascenso de todos los administradores del subdesarrollo- fue nada más que una extensión cuantitativa de políticas democrátacristianas. Al nacionalizar las minas de cobre y otros sectores industriales, Allende continuaba la centralización iniciada bajo el control del aparato estatal chileno –una centralización iniciada por el “archienemigo de la izquierda” Frei. Allende, de hecho, se vió forzado a nacionalizar ciertas empresas porque habían sido espontáneamente ocupadas por sus trabajadores. En prevención a la auto-organización de la industria por los trabajadores al desactivar esas ocupaciones, Allende se opuso activamente al establecimiento de relaciones socialistas de producción. Como un resultado de sus acciones, los trabajadores chilenos sólo cambiaron una gama de jefes por otra: la burocracia gobernante, en vez de Kennecott o Anaconda, dirigiendo su trabajo alienado. Este cambio en apariencias podría no conciliar el hecho que el capitalismo chileno se estaba perpetuando a sí mismo. De las ganancias extraídas por las corporaciones multinacionales a los “planes quinquenales” del estalinismo internacional, la acumulación de capital es una acumulación siempre hecha a expensas del proletariado.

Que gobiernos y revoluciones sociales no tengan nada en común fue demostrado también en las áreas rurales. En contraste a la administración burocrática de la “reforma agraria” que fue heredada y continuada por el régimen de Allende, las convulsiones espontáneas armadas de grandes estados ofrecían una respuesta revolucionaria al “problema de la tierra”. Pese a todos los esfuerzos de la CORA (corporación de la reforma agraria) para prevenir esas expropiaciones a través de la mediación de “cooperativas campesinas” (asentamientos), la acción directa de los campesinos fue más allá de aquellas ilusorias formas de “participación”. Muchas de las tomas de fundos fueron legitimadas por el gobierno sólo después que la presión de los campesinos hiciera imposible hacer otra cosa. Reconociendo que tales acciones cuestionaban tanto su autoridad como la de los terratenientes, la UP nunca se perdió una oportunidad para denunciar expropiaciones “indiscriminadas” y llamar a una “desaceleración”.

Las acciones autónomas del proletariado urbano y rural formaron la base para el desarrollo de un movimiento significativo a la izquierda del gobierno de Allende. Al mismo tiempo este movimiento proveyó de otra ocasión para una que una representación política se impusiera en las realidades de la lucha de clases en Chile. Este rol fue asumido por los militantes guevaristas del MIR y su contraparte rural, el MCR (movimiento de campesinos revolucionarios), ambos exitosos en recuperar muchos de los radicales logros de obreros y campesinos. El lema mirista de la “revolución armada” y su rechazo obligatorio de la política electoral fueron meros gestos: poco después de la elección de 1970, un cuerpo de elite de las ex – guerrilas urbanas del MIR se convirtió en la selecta guardia de palacio personal de Allende. Los lazos que unían al MIR-MCR a la UP fueron más allá de puras consideraciones tácticas –ambos tenían intereses comunes que defender. A pesar de los posicionamientos revolucionarios del MIR, actuó acorde a las exigencias burocráticas de la UP: siempre que el gobierno estuvo en problemas, los ayudantes del MIR moverían sus militantes alrededor de la bandera UP. Si el MIR no logró ser la “vanguardia” del proletariado chileno, no fue porque no había suficiente de una vanguardia, sino porque su estrategia fue resistida por aquellos a los que trató de manipular.

IV

La actividad de derecha en Chile aumento, no en respuesta a algún decreto gubernamental, sino por la amenaza directa planteada por la independencia del proletariado. Frente a crecientes dificultades económicas, la UP sólo podía hablar de “sabotaje derechista” y de la obstinación de una “aristocracia obrera”. Pese a todas las denuncias impotentes del gobierno, estas “dificultades” eran problemas sociales que sólo podían ser solucionados en un modo radical a través del establecimiento de un poder revolucionario en Chile. Pese a su pretensión de “defender los derechos de los trabajadores”, el gobierno de Allende probó ser un espectador impotente en la lucha de clases desplegada por fuera de estructuras políticas formales. Eran campesinos y trabajadores por sí mismos los que tomaban la iniciativa contra la reacción, y al hacerlo, crearon nuevas y radicales formas de organización social, formas que expresaban una conciencia de clase altamente desarrollada. Después de la huelga patronal de octubre de 1972, los trabajadores no esperaron a la intervención de la UP, sino que ocuparon activamente las fábricas y empezaron a producir por su cuenta, sin “asistencia” sindical o estatal. Los cordones industriales, que controlaron y coordinaron la distribución de productos, y organizaron la defensa armada contra los patrones, se formaron en las fábricas. Diferente a las “asambleas populares” prometidas por la UP, que existían sólo en el papel, los cordones fueron levantados por los obreros mismos. En su estructura y funcionamiento, estos comités –junto con los consejos rurales- fueron las primeras manifestaciones de una tendencia consejista y como tal constituyó la contribución más importante al desarrollo de una situación revolucionaria en Chile.

Una situación similar existía en los barrios, donde las ineficientes “juntas de abastecimiento” (JAP) controladas por el gobierno, fueron dejadas de lado en las proclamas de “barrios auto-gobernados” y la organización de comandos comunales por los residentes. A pesar de su infiltración por los fidelistas del MIR, estas expropiaciones armadas de espacio social formaron el punto de partida para un auténtico poder proletario. Por primera vez, gente que antes había sido excluida de la participación en la vida social era capaz de tomar decisiones concernientes a las realidades más básicas de su vida diaria. Los hombres, mujeres y jóvenes de las poblaciones descubrieron que la revolución no era un asunto de la urna; como fuese que se llamara la población –Nueva Habana, Vietnam Heroico- lo que ocurría ahí dentro no tenía nada que ver con los paisajes alienados de sus homónimos.

Pese a que los logros realizados por la iniciativa popular eran considerables, una tercera fuerza capaz de plantear una alternativa revolucionaria al gobierno y a los reaccionarios nunca emergió totalmente. Los trabajadores y campesinos fallaron en extender sus conquistas al punto de reemplazar el régimen de Allende con su propio poder. Su supuesto “aliado”, el MIR, usó su palabrería de oponerse al burocratismo con las “masas armadas” como máscara para sus propias intrigas. En su esquema leninista, los cordones fueron vistos como “formas de lucha” que podrían preparar el camino para modelos de organización futuros, menos “restringidos”, cuyo liderazgo sería llenado sin duda por el MIR.

Por toda su preocupación sobre los planes de derecha que amenazaban su existencia, el gobierno restringió a los trabajadores de tomar acciones positivas para resolver la lucha de clases en Chile. Al hacerlo, la iniciativa pasó de manos obreras al gobierno, y dejarse maniobrar por fuera, el proletariado chileno pavimentó el camino para su futura derrota. En respuesta a las súplicas de Allende tras el abortado golpe del 29 de junio, los trabajadores ocuparon fábricas adicionales sólo para cerrar filas tras las fuerzas que los desarmarían un mes después. Esas ocupaciones siguieron definidas por la UP y sus intermediarios en el sindicato nacional, la CUT, que mantuvo a los obreros aislados unos de otros al parapetarlos dentro de las fábricas. En tal situación, el proletariado era impotente para llevar cualquier lucha independiente, y una vez que se firmó la Ley de Control de Armas, su destino se selló. Como los republicanos españoles que negaron armas a las milicias anarquistas en el frente de Aragón, Allende no estaba preparado para tolerar la existencia de una fuerza proletaria armada fuera de su propio régimen. Todas las conspiraciones de la derecha no habrían durado un día si los trabajadores y campesinos chilenos hubieran armado y organizado sus propias milicias. Pese a que el MIR protestó por la entrada de militares en el gobierno, ellos, como sus predecesores en Uruguay, los Tupamaros, sólo hablaron de armar a los trabajadores y tuvieron poco que ver con la resistencia que tuvo lugar. El lema de los obreros “un pueblo desarmado es un pueblo derrotado” iba a hallar su amarga verdad en la masacre de trabajadores y campesinos que siguió al golpe militar.

Allende fue derrocado no a causa de sus reformas, sino porque fue incapaz de controlar el movimiento revolucionario que se desarrolló espontáneamente en la base de la UP. La junta que se instaló en su posición claramente percibía la amenaza de la revolución y se dedicó a eliminarla con todos los medios que tenía a su disposición. No fue un accidente que la resistencia más fuerte a la dictadura ocurriese en las áreas donde el poder de los trabajadores había llegado más lejos. En la planta textil Sumar en Concepción, por ejemplo, la junta estuvo forzada a liquidar este poder por medio de bombardeos aéreos. Como resultado de las políticas de Allende, los militares podían tener el camino libre para terminar lo que empezó bajo el gobierno UP: Allende fue tan responsable como Pinochet por los asesinatos en masa de obreros y campesinos en Santiago, Valparaíso, Antofagasta y otras provincias. Quizás la ironía más reveladora de todas inherente a la caída de la UP es que mientras muchos de los partidarios de Allende no sobrevivieron el golpe, muchas de sus reformas sí lo hicieron. Tan poco sentido quedaba a las categorías políticas, que el nuevo ministro de relaciones exteriores se describió a sí mismo como “socialista”.

V

Los movimientos radicales están poco desarrollados en la medida en que respetan la alienación y entregan su poder a fuerzas externas en vez de crear por sí mismos. En Chile, los revolucionarios aceleraron el día de su propio Termidor al dejar que los “representantes” hablaran y actuaran a su nombre: aunque la autoridad parlamentaria había sido efectivamente reemplazada por los cordones, los trabajadores no fueron más allá de estas condiciones de poder dual para abolir el estado burgués y los partidos que lo mantienen. Si las futuras luchas en Chile van a avanzar, los enemigos dentro del movimiento obrero deben ser superados prácticamente; las tendencias consejistas en las fábricas, poblaciones y campos serán todo o nada. Todos los partidos de vanguardia que se sigan haciendo pasar como “líderes de los trabajadores” –ya sea el MIR, un PC clandestino, o cuales quiera otros grupos subterráneos escindidos- sólo pueden repetir las traiciones del pasado. El imperialismo ideológico debe ser enfrentado tan radicalmente como el imperialismo económico ha sido expropiado; obreros y campesinos sólo pueden depender de sí mismos para avanzar más allá de lo que lograron los cordones industriales.

Las comparaciones entre la experiencia chilena y la revolución española de 1936 ya se han hecho, y no sólo aquí –uno encuentra extrañas palabras que vienen de trotskistas alabando las milicias de obreros que combatieron toda forma de jerarquía. Mientras es cierto que una tercera fuerza radical emergió en Chile, sólo lo hizo de forma tentativa. A diferencia del proletariado español, los revolucionarios chilenos nunca crearon un nuevo tipo de sociedad sobre las bases de una organización de consejos, y la revolución chilena sólo triunfará si estas formas (cordones, comandos) son capaces de establecer su hegemonía social. Los obstáculos para su desarrollo son similares a los enfrentados en España: los consejos y milicias españoles tuvieron dos enemigos en la forma del fascismo y el gobierno republicano, mientras los obreros chilenos enfrentaron el capitalismo internacional y los manipuladores social-demócratas y el leninismo.

Desde las favelas de Brasil a los campos de trabajo de cuba, el proletariado del Caribe, el proletariado de Latinoamérica ha mantenido una ofensiva continua contra todos aquellos que buscan mantener las condiciones presentes.

En su lucha, el proletariado se enfrenta a varias caricaturas de revolución que se hacen pasar por sus aliados. Estos travestis a su vez han encontrado un falso movimiento de la llamada oposición de “ultra-izquierda”. Así, el ex – fascista Perón se prepara para construir un estado corporativo en Argentina, esta vez con un disfraz izquierdista, mientras los comandos trotskistas del ERP lo denuncian por no ser lo suficientemente “revolucionario”, y el ex – guerrillero Castro regaña a todos los que no cumplen con los estándares de la disciplina “comunista”. La historia no fallará en disolver el poder de estos idiotas.

Una conspiración de la tradición –con agentes tanto a la izquierda como a la derecha- asegura que la realidad existente se presente siempre en términos de falsas alternativas. Las únicas alternativas aceptables para el Poder son aquellas entre jerarquías en pugna: los coroneles de Perú o los generales de Brasil, los ejércitos de los estados árabes o de Israel. Estos antagonismos sólo expresan divisiones dentro del capitalismo global, y cualquier alternativa genuinamente revolucionaria tendrá que establecerse ya que es en ninguna parte del poder en Latinoamérica o en cualquier lugar, y esta impotencia constantemente impulsa nuevas acciones. Los trabajadores chilenos no están solos en su oposición a las fuerzas de la contra-revolución; el movimiento revolucionario que empezó en México con las bandas guerrilleras de Villa no ha llegado a su fin. En las milicias obreras que combatieron en las calles de Santo Domingo en 1965, la insurrección urbana en Córdoba, Argentina en 1969, y las recientes huelgas y ocupaciones en Bolivia y Uruguay, la revuelta espontáneas de obreros y estudiantes en Trinidad en 1970, y la continuación de la crisis revolucionaria en sí misma sobre las ruinas de estos conflictos espectaculares. Las mentiras combinadas de la burguesía y el poder burocrático deben ser enfrentadas por una verdad revolucionaria en armas, en todo el mundo como en Chile. No puede haber “socialismo en un país”, o en una fábrica o distrito. La revolución es una tarea internacional que sólo puede ser resuelta a nivel internacional –no reconoce fronteras continentales. Como toda revolución, la revolución chilena requiere el triunfo de movimientos similares en otras áreas. En todas partes, en las huelgas salvajes en Estados Unidos y Alemania Occidental, las ocupaciones de fábricas en Francia y en las insurrecciones civiles en la URSS, las bases para un nuevo mundo se están estableciendo. Aquellos que se reconocen a sí mismos en este movimiento global deben aprovechar la oportunidad de extenderlo con todas las armas subversivas a su disposición.

viernes, 12 de abril de 2013

Sobre "soñadores" y "realistas"... (extracto de entrevista a Troploin)



La explotación del hombre por el hombre ha existido en la mayoría (aunque no en todas) las sociedades pasadas y presentes. El capitalismo sigue aquí, y algunos han visto en la historia del comunismo moderno el manual definitivo del fracaso. En ese sentido, se nos puede llamar “soñadores”. No obstante, nosotros (y ustedes, sin duda) tomamos la realidad mucho más en cuenta que los “realistas”.

El siglo 20 y los comienzos del siglo 21 ofrecen abundantes evidencias del curso catastrófico del capitalismo, cuyo destino fatal ya había sido vaticinado por la crítica radical. Al contrario de lo que prometía (y sigue prometiendo para un futuro siempre huidizo), esta civilización no ha terminado con las guerras, la opresión ni la explotación. Las diez millones de víctimas de Stalin y de Mao fueron sacrificadas a la acumulación primitiva de capital. De acuerdo, el sistema salarial y el dinero sólo son indirectamente responsables por las matanzas “étnicas” en Ruanda y las masacres “religiosas” en Indonesia. Pero las peores masacres, desde el punto de vista de la cantidad de víctimas, han ocurrido en el corazón del mundo industrial, como lo demuestran las montañas de cadáveres en 1914-18 y en 1939-45.

Dejemos de lado esos extremos y fijémonos en lugares que son prósperos y gozan de un capitalismo con rostro humano. Un noruego una vez se vanaglorió de que su país habría eliminado la extrema pobreza. De acuerdo, puede que Oslo sea una ciudad más agradable que Chicago. Pero ¿qué debemos pensar de un sistema que después de un siglo de socialdemocracia ha fracasado, no digamos en suprimir la explotación (la socialdemocracia nunca buscó eso), sino simplemente en eliminar la pobreza, y se conforma con tener poca pobreza? Tal éxito carece de decencia y de realidad.

Cuando la gente nos acusa de soñar en vez de actuar, lo que en realidad quieren decir es que no pertenecemos, y tienen razón. Estamos en este mundo, pero no somos de este mundo: “... lo más real es lo que sólo es verdadero en otro mundo” (Baudelaire).

Así que, ¿qué estamos haciendo? La teoría, o más simplemente, la expresión de ideas con ambiciones revolucionarias no busca guiar, iluminar ni informar a los proletarios. Su principal función probablemente sea ayudar a una minoría a no desaparecer, ayudar a los radicales a conocerse entre sí y a establecer vínculos que algún día podrían resultar útiles. 

Hasta ese momento, nuestros folletos y posters (incluso los que han sido hechos por compañeros más productivos que nosotros) no tienen mucho peso comparados con las millones de palabras e ideas conservadoras y reformistas producidas por la escuela, los medios, la política e internet. Toda la validez de lo que hacemos depende de que en algún momento se incline la balanza, y lo que hoy en día es una minoría a menudo silenciosa, adquiera realidad histórica.

viernes, 5 de abril de 2013

Cruz y Ficción (Boletín "La Oveja Negra")


Para Nicolás Maduro –presidente encargado de Venezuela– «Hugo Chávez influyó en Cristo para que haya un Papa sudamericano», es así que El Comandante, luego de rogar públicamente a dios que no se lo lleve, sigue gobernando desde los cielos, es decir, su autoridad continúa aún muerto… Entre la risa y la rabia digerimos estas palabras y encontramos que la mentira generalizada es una triste realidad, que no se trata de forzar relaciones ocultas entre un engaño y otro, entre un tipo de dominación y otra, sino que ambas se nos presentan como una opresiva totalidad.

En una situación excepcional para la Iglesia Católica, Ratzinger renuncia a su cargo (un hecho de estas características no ocurría desde 1415) y con la proximidad de las Pascuas, se elige a los apurones un nuevo Papa que resulta ser el Cardenal argentino Jorge Bergoglio.

La noticia es recibida con un cóctel inigualable de fe y nacionalismo, incluso para los no creyentes, para quienes el estúpido orgullo nacional sale a relucir tanto si se trata de un gol récord de Messi o de un científico argentino reconocido mundialmente no importa por qué. 

Una vez más, cuesta ver a tanta gente arrodillarse frente a semejante monstruo. Parecieran desconocer los innumerables exterminios, genocidios y guerras apoyadas e impulsadas por el Vaticano y la Iglesia Católica a lo largo de la historia. Y no se trata de si es un Papa bueno o un Papa malo ¡Es una institución que históricamente es cómplice de la dominación de una clase sobre la otra! Por ello es indiferente si el jefe-cura de turno ha colaborado o no con la dictadura cívico militar de su país de origen. ¿Qué otros argumentos hacen falta para sentir asco por el Papa, sus obispos y cada cura de sus sucursales repartidas por el mundo? Si la sola existencia de la Iglesia y el catolicismo son testimonios de su prédica de muerte, sacrificio, resignación y dolor. Si Bergoglio colaboró con los milicos en los 70 es un detalle más, obsceno y cruel, pero un detalle en la sangrienta historia de la Iglesia Católica.

Ante la creciente falta de interés hacia la institución religiosa por parte de los creyentes, esta aprovecha para lavarse la cara y mostrar una imagen diferente al estereotipo que se tenía. En poquísimos días se evita ostentar el lujo, se escoge por primera vez el nombre de San Francisco –típica referencia al «lado bueno» del cristianismo–, el Papa paga sus cuentas en el hotel, usa una pulsera de plástico, pide donar el dinero de los viajes a los pobres, desa­prueba a los pedófilos, se muestra tolerante hacia otras creencias y quizás en el futuro asistamos a actitudes que sorprenderán a más de uno. Y nos preguntaremos si Bergoglio es sincero o un hipócrita, si lo hace con convicción o es pura apariencia, como si la respuesta podría develar algo importante, como si algo de ello cambiase la esencia de la religión y sus instituciones.

En lo inmediato, habrá un resurgimiento de la Iglesia Católica en la región, se acelerarán los trámites de beatificación y santificación de unos cuantos candidatos locales, se reclamarán con más énfasis las Malvinas para el Estado argentino, todo gracias a la obra del Señor, del único Señor de este mundo de mierda: el Señor dinero.

Y como lo que nos preocupa derribar es el mundo del dinero, del cual las religiones y sus iglesias son su consuelo y justificación, no podemos detenernos en críticas parciales. Para ello, ya están otros defensores de este mundo, los progresistas con sus críticas «políticamente correctas», que se limitan a los excesos de la Iglesia Católica, disputando su poder pero sin descuidar el apoyo de los creyentes, haciendo hincapié en el problema institucional de la Iglesia pero defendiendo la libertad de culto y otros chamuyos por el estilo.

En el número 5 de La Oveja Negra decíamos: «las religiones son instrumentos de la clase dominante para mantener el orden y el conformismo» y desgraciadamente la crisis de la Iglesia Católica no se debe a la existencia de un fuerte desorden social que se esté generalizando y vaya a suprimirla, sino a que simplemente hay quienes vienen haciendo mejor su trabajo, por lo cual deberá ceder parte de su terreno a otras religiones de moda y otras creencias impuestas por el Capital para su desarrollo como la fe en el progreso, la ciencia moderna y la tecnología.

La vida eterna en el cielo parece prometedora, pero por las dudas nos seguimos inyectando lo que nos digan  por unos años más en la tierra. Rezar puede tranquilizarnos, pero nada lo hará mejor que unos buenos psicofármacos. Las estampitas siguen en las billeteras, pero generalmente salen cuando no hay billetes o la tarjeta de crédito comienza a rebotar. Los misterios de dios son comparables a los de los mercados, la ciencia se ha convertido en religión, los científicos en curas y la propia religión muta para adaptarse al pensamiento moderno. Así, curiosamente, un proceso de beatificación se parece más a un examen de laboratorio con diversas pruebas «empíricas» comprobando milagros que a un acto de verdadera fe.

No debemos luchar contra una garra del capital para ser atrapados por otra, no debemos oponer ciencia a religión, debemos desnudar sus roles complementarios (y compartidos) en la defensa de esta sociedad podrida. Debemos luchar por una espiritualidad y materialidad diferentes, que vuelvan a encontrarse en la plena realización de las necesidades humanas.

Tomado de Boletín La Oveja Negra Nº 7. 

lunes, 1 de abril de 2013

Otra vez el terrorismo de estado en acción: golpe represivo en Temuco.

Cronología del Hostigamiento + Comunicado

El fin de dar a conocer los hechos no es para alimentar el espectáculo, si no más bien para esclarecer lo ocurrido y denunciar a la maldita policía en su arremetida represiva aquella madrugada. Éste relato fue hecho por los compañeros que estuvieron en las jaulas para hombres y a pesar de que nos comunicamos a gritos, desconocemos lo que sintieron las compañeras al momento de ser enjauladas y presionadas psicológicamente por lxs bastardas lacayxs. También desvinculamos a Rodrigo Ovando de este relato y el comunicado ya que él sólo pasaba por el lugar en el momento del allanamiento.

Cronología del Hostigamiento policial y allanamiento.

Hoy 30 de Marzo del 2013 luego de haber sido allanadxs y secuestradxs por el Estado $shileno, como Espacio Pandemia compartimos con lxs afines y otrxs la cronología de los hechos que terminaron con 5 compañerxs en los centros de exterminio de Temuko.

- Como lo señalamos en el comunicado emitido el pasado 26 de marzo, el hostigamiento al Espacio y ha quienes visitan y se desarrollan al interior de éste fue por decir lo menos burdo, ya que los controles de identidad , seguimientos, visitas de la PDI y Carabineros con la excusa de usurpación de espacio y preguntas a lxs vecinxs dan cuenta de la desesperación de la fiscalía por encontrar pistas donde no las hay y terroristas donde nunca existieron. 

Somos incansables al momento de denunciar la colusión existente entre lxs agentes del poder y la empresa de seguridad que trabaja para los mercaderes del Unimarc (ubicado a la vuelta de la esquina) ya que éstos de manera solapada han colaborado activamente del proceso de hostigamiento, vigilando constantemente nuestras actividades cotidianas, desplazamientos y visitas al espacio.

Allanamiento

Así la madrugada del 28 de marzo a eso de las 5.30am. en san Ernesto 299, espacio pandemia y  el sector amanecer fueron allanados por el Gope y los pacos de civil, con un contingente policial desproporcionado llevaron acabo el operativo represivo, desalojando la casa por la fuerza y quedando en el interior 12 gatxs. Posterior a  este los bastardos policías procedieron a revisarnos a cara cubierta amedrentándonos con sus escopetas e indumentaria de guerra. 

Destacamos que el allanamiento se llevo a cabo sin mostrar ninguna orden judicial. Luego nos subieron a los carros policiales y nos llevaron a la 8va comisaría de Temuko en donde pasamos las 26hrs restantes antes de llegar al tribunal de garantía de la maldita ciudad.

Secuestro y vejámenes.

De esta manera llegamos a la comisaría bajo un  fuerte contingente policial, donde nos despojaron de nuestras pertenencias y sin informarnos el por qué de nuestra detención, comenzaron a llevar a cabo u n procedimiento lleno de vicios y véjameles.

Insultos, prohibiciones de ir al baño, negación de visitas y la constante incertidumbre del por qué de nuestra detención son los motivos que nos dan como resultado la afirmación del secuestro, por esto nos negamos de dar cuenta de nuestra identidad ya que de lo contrario nos exponíamos a la figura del montaje por parte de la fiscalía.

Ocho horas estuvimos hasta que la visita del verdugo fiscal Miguel Angel Velásquez nos informó que los 12 detenidos pasaríamos por la ley de control de armas y explosivos, y por infracción a la ley de drogas. Posterior a esto, y bajo el circo policial y al acoso oportunista de la prensa burguesa, nos dirigieron hasta el hospital regional a la constatación de lesiones. Al volver a la 8ª comisaría, nos pasaron a las celdas manteniéndonos  aisladxs hasta las 17 hrs., cuando recién  permitieron las visitas y el paso de comida y abrigo.

Luego, escoltados por las fuerzas especiales nos llevaron unx a unx donde se encontraba la lacaya del LABOCAR y 7 bastardxs de fuerzas especiales, todxs comandadxs por el jefe de la comisaría. Ahí se nos explicó que el tribunal de garantía había mandado la orden de efectuarnos un perfil genético, el que consta de una muestra de sangre y el registro de nuestras huellas digitales. “Voluntario o a la fuerza”, fueron las palabras del paco. Tomaron las muestras y no todxs firmaron la legalidad del peritaje.
           
Al caer la noche nos dejaron encerradxs en sus jaulas sin poder ir al baño hasta el otro dia, y a eso de las 2 am. Roxana Marín, compañera con 5 meses de gestación presentó “según el hoispital/carcel” un desplazamiento en la placenta. La situación fue atendida de manera tardía por lxs pacxs de la comisaría, a esa misma hora tambien se nos informa que 7 de lxs que estabamos detenidxs pasariamos a fiscalia solo por ocultación de identidad.

Al otro día nos trasladaron al tribunal de garantía, a eso de las 7:00 am para pasar al control de detención realizado a las 13:30 hrs, quedando en prisión preventiva 5 de lxs 12 compañerxs secuestradxs en el operativo llevado a cabo el 28 de marzo.

COMUNICADO

Hoy 30 de marzo 2013, y luego del allanamiento del espacio PANDEMIA, y kasas particulares, y el posterior encarcelamiento de 5 compañerxs las individualidades que integramos espacio pandemia hemos decidido opinar lo siguiente:

1.- Denunciamos al estado $hileno y a quienes se benefician de éste para perseguir, reprimir y encarcelar a quienes nos posicionamos como disidentes del poder y la autoridad.  Descartamos la victimización como herramienta de propaganda, dejando en claro que acá no hay culpables ni inocentes, solo el resultado de años de persecución en contra de lxs que luchan.

2.- Aclaramos que la ocultación de identidad fue nuestra herramienta a la hora de dar cara al autoritarismo detentado por lxs guardianes del orden en la comisaría, ya que en la casa no se nos pidió identificación alguna y se nos llevó rápidamente a la 8va comisaría. Denunciamos el robo de: computadores, libros, pendrives, celulares, polerones, ropa interior, grabadora de audio, cocinilla de camping con su respectivo gas butano y sus ollas, calcetines, zapatos y zapatillas, tarjetas de memoria, tabaco, cuadernos, agendas, y $70.000 en total.

3.- Denunciamos el montaje político- jurídico-mediático desatado en medio de la conmemoración del día el joven combatiente.   
- Político: Ya que el gobierno en su carrera ejemplificadora tiene como fin inventar enemigos y castigos, con la intención de mantener la paz y el orden social propuesto por lxs poderosxs.
- Jurídico: Ya que en vista del fracaso del caso bombas, y considerando el contexto represivo de la zona, los fiscales y la intendencia no cesan en su búsqueda de arrebatar la libertad de quienes enfrentan al estado y sus leyes.
- Mediático: Ya que históricamente la prensa burguesa ha sido la herramienta exclusiva de lxs poderosxs a la hora de criminalizar, perseguir y encarcelar a compañerxs.

4.- Por último hacemos un llamado a lxs afines a solidarizar con lxs compañerxs secuestradxs por el estado carcelero, entendiendo que lxs 5 compañerxs están procesadxs por distintas causas, dentro de un mismo montaje. Les comunicamos que seremos irreductibles en la propagación de las ideas/practicas que nos lleven a la recuperación de nuestras vidas, a pesar del continuo hostigamiento y vigilancia de la policía bastarda.

ESPACIO PANDEMIA

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡LIBERTAD A LXS PRESXS DEL 28 DE MARZO!!!!!!!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡LOS MONTAJES SIGUEN, LOS FISKALES KAMBIAN!!!!!!!!