domingo, 30 de diciembre de 2012

Sobre el reciente espectáculo nacionalista del juicio en La Haya.

Tomado de MetiendoRuido y Colectivo "Crítica y Acción Calbuco"

Perú V/S Chile: Avivando el odio y el nacionalismo.

"Cuando los ricos hacen la guerra, son los pobres los que mueren.” - Jean Paul Sartre

Hace un par de días me subí a un colectivo para dirigirme a mi querido lugar de estudio donde todo es lo mismo y está muerto. Me percaté que el chofer parecía molesto por alguna razón, llamó mi atención su profunda y pasional preocupación por algo que aun no entendía, pero como usualmente uno hace, callé y comencé a mirar por la ventana abstraído quizás en qué estupidez. A poco andar subió una señora, deduje que era de pensamiento acorde al chofer dado que comenzaron una conversación no menos vacía para mí que mi propia enajenación cotidiana, pero era una de esas en donde comentas convencionalmente el clima, el frío o el tránsito. De pronto una frase me hizo despertar del ensueño que entablaba con el vidrio “Peruanos quieren guerra, guerra van a tener, en Chile defendemos lo que es nuestro, como el mar!” el chofer comenzó a relinchar extasiado por un lapso de 5 minutos sobre el odio feroz que los peruanos nos tenían (a nosotros, es decir a mí, es decir , el peruano me odia a mí ) culpando a la envidia y a que somos un país con gente “mejor”.

En la semana recién pasada se realizaron los alegatos en la corte internacional de “justicia” burguesa en La Haya, Holanda, en donde “Perú” reclama a “Chile” por la “soberanía” de aproximadamente 37 900 km² en el océano Pacífico. Cabe resaltar que esta corte o tribunal fue fundado en 1945 por las “naciones unidas”, con el objetivo de “resolver” disputas entre estados o países en un marco de “derecho” (como todos saben el estado norteamericano es la que la gobierna), pero es claro que su única labor es legitimar bajo el espectro del derecho de los estados y la mercancía el aberrante dominio de grupúsculos en el poder por sobre los pueblos. Pero el objetivo de esta reflexión no es criticar esta corte precisamente, elemento más de la burguesía internacional, como el FMI o las ONGS, sino analizar detenidamente el aprovechamiento que desde el estado de chile se le hace a este evento circense.

“Este presidente y todo el país sabremos defender con toda la fuerza de la unidad nacional, del derecho internacional y de los tratados vigentes, nuestros mares y nuestra soberanía, y que lo vamos a hacer siempre con total apego al derecho internacional” fueron las palabras de el pastel Sebastián Piraña el día 06 de diciembre del 2012 luego de escuchar la primera defensa de Chile en la corte internacional, palabras que sin duda expresan la convicción de ganar, ¿Ganar qué? ¿Unos pocos de kilómetros de mar para que exploten los pesqueros industriales como lo acaban de avalar los parlamentarios? ¿Por qué les preocupa tanto? Es evidente para donde quieren llevar el debate mientras efectúan la ley de pesca y se radicaliza la opresión contra el pueblo mapuche. Sus amigos trasnacionales quieren explotar con pesca de arrastre tales aguas, nosotros y nosotras tendremos que trabajar, no nos importa ni el verdugo ni el estado que se lo adjudique. ¡Si señores, la demanda de Perú ni nos va ni nos viene! No podemos caer en el fetiche nacionalista que nos intentan inculcar con sus tratados y sus acuerdos basura, o su obediencia a una corte enmarcada en el “derecho” de que nos exploten día a día y nos metan mierda en la cabeza (de los que ganaron la guerra etcétera etcétera : puras bazofias! ), no podemos sentirnos tan orgullosos de lo que llaman patria ( construida sus limites imaginarios sobre la sangre del pueblo y matanzas horripilantes) ¿como ellos pretenden que nos sintamos orgullosos de la muerte entre hermanos y hermanas proletarios por intereses de capitales ingleses y la sobre explotación de las tierras? . No nos dejemos caer en esos odios raciales infundados como los del chofer del colectivo, el pueblo del territorio llamado “Perú” no tiene nada que envidiarnos, al contrario, existen en el fondo una mayoría proletaria con las mismas problemáticas sujetas a esta misma realidad-espectacular (la explotación y la dominación del ser humano por el ser humano) , enmarcada en los mismos asquerosos esquemas de dominio (impuestos, control de precios, educación pagada, escaso acceso a la información, condiciones de trabajo indignas, dominio transnacional de los recursos naturales, represión que se justifica a sí misma, prensa amarillista, mass medias que desean volverte estúpido, en fin: pan y circo ). ¡No caigamos en este show mediático planteado desde los gobiernos: ¡ni xenofobia, ni claustrofobia, ni racismo hermanos de clase!, los que van a sus guerras somos nosotr@s mientras ell@s toman cafecito en sus caprichos burgueses. Los únicos perjudicados verdaderamente somos nosotr@s al creer en la doctrina del odio y la diferencia. Los poderosos solo quieren que lleguemos al éxtasis de la perdida de nuestra cordura, figurar en su carrera política y llenarse los bolsillos de papeles verdes induciendo símbolos que poco interesan (como muchas veces lo han hecho) y así hacer más fácil su progresivo proceso de chuparnos la sangre y los sueños, ya lo diría Orwell en 1984: “LA GUERRA ES LA PAZ, LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD, LA IGNORANCIA ES LA FUERZA”, es decir, nos invierten los valores en un juego mediático que solo beneficia a los poderosos.


La realidad de los proletari@s trasciende cualquier frontera, porque nuestra realidad tiene las mismas características de explotación en cualquier parte del mundo, donde un estado imponga un modo de vivir de neo esclavitud para el beneficio de la clase dominante. Los pueblos del mundo tienen grandes historias de rebelión, las naciones no importan, los colores no importan, el nacionalismo no es más que un imaginario codificador que genera las peores pasiones en los seres humanos y que han llevado a cabo guerras solo para los intereses de los grandes mercaderes y estados imperiales (todo estado es imperial en potencia). “Perú” y “Chile” no quedan exentos de esta historia repetida, esas imaginarias fronteras impuestas por los invasores españoles en la masacre cultural que llevaron a cabo no nos compete en nada, ese mar que tranquilo se vende es de algunos empresarios y grandes trasnacionales y no nos perjudica en nada a nosotros/as más de lo que ya estamos, su fetiche mercantil-espectacular nos causa nauseas. Sus pretensiones no nos competen, porque son las de nuestros verdugos de clase, su profunda hipocresía bañada en sangre del pueblo no será borrada tan fácilmente, hoy en día vemos como el asesino cobarde que mató a Matías Catrileo a quedado impune salvaguardando los intereses de los grandes terratenientes de la Araucanía, vemos como es aprobada la ley de pesca dejando en un estado miserable a los pescadores artesanales, reafirmando las políticas de alineación que históricamente han promovido, avalando a través de la “ley” (siempre es su ley) la injusta, desigual y sumamente dañina política contra el hábitat de los peces y de toda vida.

Con su vulgar nacionalismo no nos confundirán compañeros/as, tenemos la película bien clara y comprendemos que nuestros únicos hermanos y hermanas son los que están en las mismas condiciones de esclavitud en esta nueva forma de servidumbre, es la hora de despertar de todos estos símbolos imaginarios que lo único que hacen es separarnos, debemos volver a ver simplemente alrededor, en la naturaleza y descubrir quienes som@s (reapropiarnos de nosotr@s mism@s, de nuestra vida), y que muchas de nuestras desgracias han sido por la culpa de estos estados-nación defendida por ejércitos completos de pobres dispuestos a morir por los intereses de los ricos ……si nos obligan a batallar levantemos junt@s nuestras armas contra ell@s y sus lacayos uniformados.

¡ORGANICÉMONOS AFUERA Y EN CONTRA DE TODOS LOS APARATOS DEL ESTADO!
¡IMPULSEMOS LA ORGANIZACIÓN, COORDINACIÓN Y CENTRALIZACIÓN
DE LA LUCHA INTERNACIONAL CONTRA EL CAPITAL!

lunes, 24 de diciembre de 2012

Cuadernos de Negación Nº 7: Recorrido por el territorio capitalista

Caminar de un punto a otro: siempre llegar. El sentido de nuestro movimiento por las calles de las ciudades, o entre ciudades es uno: llegar a un punto en el espacio dispuesto ante nosotros como un circuito ordenado de tareas. El espacio ha sido reducido a  cosa por el Capital, y como toda  cosa en relación al Capital, encierra y oculta relaciones sociales, he ahí su carácter material y su carácter abstracto, presentados de manera indisociable. Podemos llamar a todo esto urbanismo, aunque se trata simplemente del territorio que ha subsumido el Capital.
Contenido:
▪ Presentación
▪ Introducción
▪ Privación del espacio
- Apropiación capitalista del espacio
- Vidas planas y rectilineas
- Ordenamiento
- Circulación y mutismo
- Aislamiento
- Comunidad y mercancía
- Barrios obreros
- "El embellecimiento estratégico"
- Parques y plazas
- "Las casas son máquinas para vivir"
- El sonido de la ciudad
- Las "alternativas" de siempre
▪ Luchas por la vivienda
- Memoria proletaria: La huela de inquilnos en Argentina
▪ La ciudad del miedo
▪ El urbanismo como catástrofe
- El urbanismo como catástrofe cotidiana
- Las catástrofes naturales y sus consecuencias
- La "naturaleza" y el turismo
- ¿Superpoblación?
▪ Las armas de la crítica y la crítica de las armas
▪ La ciudad del automóvil
▪ Privación del tiempo
▪ La ciudad como modo de vida
- Post-data necesaria
▪ Fin del recorrido, por ahora...

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sábado, 15 de diciembre de 2012

Revista Kiebre Nº 4, desde Thno-Conce.

Difundimos:

En esta edición Nº4 encontraras:
- Ley Longueira: Legislando para hundir más a los Pescadores Artesanales.
- La Lucha por el agua en la Región del Maule.
- Conversando con El Espacio Liberado “El Ex Tanke”
- Pájaro de Fuego A : Luciano Pitronello - Conciencia, TAZ y Dislocaciones.
- Entrevista a Hugo Cárter
- Poesía pa`Quemar

Para Descargar: Aquí
Leer Online: Acá

Revista Kiebre.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Freirina: reivindicación de la vida frente al progreso capitalista


El levantamiento de la comunidad de Freirina es la reivindicación de la vida frente al progreso capitalista. Agrosuper, uno de los símbolos de la industria de la carne (quizá el sector de la economía que más terriblemente expresa la brutalidad intrínseca del desarrollo del capital), dentro de la lógica propia de la expansión capitalista, llegó a inundar con olores nauseabundos a la pequeña localidad del norte. Pero esta vez se encontró con la férrea oposición de sus habitantes. Nada más y nada menos que con la oposición decidida de quienes privilegian sus intereses como seres humanos/as; su vida misma, al avance del capitalismo, con sus consecuencias nefastas sobre las comunidades humanas y el ambiente en el que se establecen. Y como es obvio, su lucha contra esta empresa se encontró con la represión estatal más dura, siempre dispuesta a defender los intereses burgueses, pues es ese y ningún otro el objetivo de sus aparatos represivos, encarnados en la policía. Y por si fuera poco, como queda claro en  uno de los videos que difundimos más abajo, Agrosuper cuenta con verdaderas unidades paramilitares; guardias armados que custodian la fábrica, secuestran y golpean a manifestantes. 

Los sectores más decididos de la comunidad movilizada comienzan a tener claro que sólo basando su confianza en su propia capacidad de lucha, dada de forma autónoma de los distintos aparatos políticos, extendiendo lazos de solidaridad con su misma clase en otras partes, podrán obtener resultados positivos.  Dentro de las contradicciones que toda lucha contra los efectos del capital posee, la práctica misma supera los límites legalistas que el mismo poder y el reformismo se esfuerzan en alentar. Por todo esto, en estos momentos, se hace necesaria y urgente la solidaridad activa con la lucha llevada a cabo en el valle del Huasco, ya sea por medio de la difusión así como por todos los medios coherentes que puedan ser útiles. Y la comunidad en lucha de Freirina ya ha dado ejemplos contundentes de cuales pueden ser estos.

La siguiente es una nota tomada de MetiendoRuido:

Freirina en estado de movilizaciones! (ACTUALIZADO 8 DIC. 15:44 PM)

Desde la madrugada del Jueves 6 de diciembre, los vecinos y vecinas del Freirina han vuelto a movilizarse para exigir de una vez por todas la retirada de la planta Agrosuper de su comuna.

Esta ha sido una semana dura para la localidad, pues la Seremi de Salud de Atacama, Lilian Sandoval, levantó la prohibición de funcionamiento a la planta de cerdos de Agrosuper, desconociendo los acuerdos logrados tras las masivas movilizaciones de Mayo del presente año. Además,  se aprobó la construcción de la central termoeléctrica Punta Alcalde en la vecina comuna de Huasco, la que se sumará a las 5 unidades de la Central Guacolda y  la fábrica de Pellets de Acero de la CAP (Compañía de Acero del Pacífico),  las que tienen a la zona como “Latente por contaminación de material particulado PM10″.

La represión se ha hecho sentir fuerte en el pueblo. Los guardias de Agrosuper, (que usan vestimenta militar de camuflaje para el desierto) han golpeado brutalmente al dirigente Yahir Rojas , el cual se encuentra ahora en el hospital de Coquimbo.

Además de los paramilitares de Agrosuper, el pueblo se encuentra ahora militarizado por FFEE de Copiapó, La Serena y Santiago.  Hay denuncias de que hoy se llevaron detenido a un joven freirinense sin dar información. Familiares lo encontraron 3 horas después en el hospital. También se denuncia que un camión con antena bloquea señales telefónicas en #Freirina previo a movimientos de FFEE (vía: FreirinaConciente ‏@FreirinaConcien @sebastafari

Ha habido enfrentamientos en los sectores de Tatara (donde ellos custodian la planta de alimentos de Agrosuper) y en el sector de Altiplano (donde pasa la el by pass de la carretera que la empresa construyó para abastecerse desde el cercano puerto de Huasco). Por otra parte, hay múltiples cortes de ruta en toda la comuna, especialmente en el sector de Pachamama, en el by pass de la carretera a Huasco y en la ruta costera de Carrizal.  Además se han realizado acciones de sabotaje relámpago contra la planta Agrosuper.

Durante la madrugada del día viernes 7, efectivos de FF.EE. hostigaron a la comunidad de Maitencillo, golpeando las rejas de sus casas y amenazando con entrar a allanar sus hogares en medio de un bombardeo de gas lacrimógeno en el cual se vieron muchos niños y niñas afectadas. Por otra parte, se espera un inminente ataque de Carabineros contra todos los puntos donde la comunidad organizada mantiene los cortes de ruta para cortar el flujo de mercancías de Agrosuper, CAP y las termoeléctricas del valle del Huasco. El pueblo por su parte, los está esperando para rechazarlos y mantenerlos a raya.

Videos:
- Agresión a manifestante por parte de guardias armados de Agrosuper:

- Pacos disparando lacrimógenas al cuerpo:

domingo, 25 de noviembre de 2012

[Video] A propósito de una nueva teletón: sobre la caridad en el sistema capitalista (Zizek)

Shows como la Teletón no sólo constituyen un lavado de imagen para la burguesía y sus payasos mediáticos, ni tampoco un mero buen negocio para las empresas involucradas. La función ideológica de este espectáculo es de gran relevancia, haciendo de la caridad un fundamento para la perpetuación de la sociedad capitalista, que es la que en realidad trata como estorbo a las personas "discapacitadas", y luego pretende hacer rimbombantes jornadas de "solidaridad" con las víctimas que ella misma genera. Todo esto se hace evidente en el siguiente video:

lunes, 12 de noviembre de 2012

[europa] Acerca del llamado a huelga del 14-N

Difusión de comunicado sobre el llamado europeo a paro para el 14 de noviembre.
RUPTURA REVOLUCIONARIA FRENTE AL PARO SINDICAL

Ante la negativa del proletariado a sacrificarse por la economía, materializada en forma de disturbios y revueltas que se suceden en numerosos países, el capital vuelve a generalizar el uso de una serie de mecanismos e ideologías tales como el nacionalismo, el politicismo, el fascismo, el antifascismo, el gestionismo, el islamismo... que siempre han servido para reprimir, neutralizar o/y desviar la lucha hacia un problema de naciones, de gobiernos, de fascistas, de formas de gestión... arrancándola del terreno de la confrontación de clases y su solución revolucionaria.

En este contexto de canalización y liquidación de las luchas, el sindicalismo sigue jugando un papel esencial contra el asociacionismo proletario. El paro del 14-N y el papel del sindicalismo actúan, en una realidad social que es hoy una auténtica olla a presión a punto de estallar, como válvula de escape para evitar que todo salte por los aires. Los sindicatos, como principales aparatos del Estado contra la huelga, tienen como objetivo concreto presentarnos estos simulacros de oposición como la verdadera respuesta a la situación actual. Pero todo lo que ese día se aproxime a lo que ha sido siempre llamado huelga no provendrá más que de los proletarios que se nieguen a seguir el redil sindical.

Dicho esto queremos dejar claro que no nos quedaremos de brazos cruzados. Tenemos claro que es sumamente importante contraponer la lucha del proletariado a todos los simulacros de oposición y a todas las canalizaciones. Por eso ese día no nos quedaremos en casa, sino que estaremos como siempre en la calle, pero no para saltar a la orden del sindicato de turno, ni para “radicalizar” el paro de los sindicatos, sino para impulsar la ruptura revolucionaria con toda esa parodia. Para encontrarnos con los nuestros, para expresar y desarrollar el asociacionismo proletario en contraposición a las estructuras del Estado, para denunciar a todos los apagafuegos, para conspirar, para sabotear la economía y todo aquello que nos hunde en la mierda. Y todo siempre con la perspectiva de ir más allá de ese día. En definitiva se trata para nosotros de combatir el paro sindical y contraponerle el verdadero contenido que contiene esa herramienta de lucha histórica del proletariado que es la huelga general.

Aunque lo importante de todo esto, lo que puede suponer un salto cualitativo para nuestra clase y temen todos los defensores de este mundo de miseria, es que esta ruptura adquiera perspectiva organizativa, que lejos de ser una ruptura fugaz y un recreo para que se desfoguen los proletarios más castigados y combativos, toda la práctica y experiencia que materialicemos se estructure, que la organización y propagación de la lucha fuera y contra de los órganos del Estado rompan el localismo y el inmediatismo activista reinantes, asumiendo permanencia y niveles internacionales. El rechazo a los partidos, sindicatos y demás instrumentos del capital, transformado en un rechazo a toda organización, es la otra cara terrible del triunfo del capital frente a la cual es fundamental contraponer el asociacionismo proletario, la organización de la comunidad de lucha. Por ello impulsamos a todos los compañeros y a todos los proletarios que luchan contra el capital, a romper definitivamente con todo aparato burgués y con toda concepción anti-organizativa.

Nuestro objetivo no es organizarnos para un día de lucha, día fijado además por el enemigo, nuestro objetivo es, en continuidad y como parte de todas las luchas proletarias del pasado, abolir el capitalismo y levantar sobre sus escombros una sociedad sin clases, sin Estado, sin dinero, sin trabajo... en definitiva una comunidad humana, el comunismo. Pero sin desarrollar el asociacionismo proletario, consolidando y potenciando los lazos organizativos que vayamos generando, sin cristalizar y multiplicar los distintos niveles de organización que requiere la lucha, sin asumir la organización de las múltiples tareas que demanda el enfrentamiento contra la bestia capitalista, no haremos otra cosa que contribuir en el mantenimiento de la paz social.

¡ORGANICÉMONOS AFUERA Y EN CONTRA DE TODOS LOS APARATOS DEL ESTADO!
¡IMPULSEMOS LA ORGANIZACIÓN, COORDINACIÓN Y CENTRALIZACIÓN
DE LA LUCHA INTERNACIONAL CONTRA EL CAPITAL!

Proletarios Internacionalistas
proletariosinternacionalistas[a]yahoo.com

viernes, 2 de noviembre de 2012

Críticas y aprendizajes del movimiento estudiantil secundario

Un año de movimiento estudiantil secundario: Críticas y aprendizajes (Conversando con lxs pequeñxs salvajes)

En un lugar de Santiago nos hemos reunido a conversar con algunxs secundarixs de los liceos y colegios: Cervantes, Confederación Suiza, Aplicación, Alessandri y Tajamar. Hemos preferido cambiar sus nombres e utilizar iniciales para conservar su anonimato. Lxs 8 compas participaron activamente en las movilizaciones del año pasado, sus colegios y liceos estuvieron más de 7 meses en toma y todxs repitieron curso por ello, a algunxs lxs cambiaron de colegio, otrxs fueron expulsadxs, y también hubo readmitidxs. Este año varixs vuelven a estar “en toma”, pero ya las cosas son distintas. Las luces y miserias del movimiento estudiantil son analizados y evaluados informalmente para continuar sus luchas, las que colectivamente se levantan y sobre todo aquellas que ya emprendieron individualmente frente a la vida.

No se trató de una entrevista formal sino más bien en un compartir de ideas en torno a la experiencia de la toma, de la política estudiantil, y de las vivencias cotidianas -aprendizajes y conflictos-  que allí se generaron. Como se trató de una conversación de más de dos horas, hemos seleccionado arbitrariamente algunas cuñas sobre ejes temáticos que consideramos necesarios de dar a conocer, pues la reproducción total de lo charlado, por espacio, nos es imposible. Se han conservado los giros y se ha tratado de exponer una muestra de la variedad de opiniones, no siempre armónicas, sobre algunos asuntos. Por supuesto, no es ésta la voz de las mayorías, sus discursos no tienen la pretensión de representatividad del heterogéneo movimiento estudiantil, sino más bien se trata de la voz de la diferencia, una mirada crítica, ácida y lúcida que con agrado publicamos.

Grupo Anarquista El Surco

EN TORNO A LA EXPERIENCIA DEL AÑO PASADO

La toma: aprendizajes y críticas

S.G: El año pasado la mayoría de los que estamos acá estuvimos más de 7 meses en toma. A nivel de aprendizaje personal fue intenso, pero también es penca ver como en un momento creías en hartas cosas que ahora detestai. Al principio estábamos ilusionados y salíamos a la calle a pedir educación primero al hijo del obrero, ahora no es así, nos dimos cuenta de hartas cosas que otros locos aún no se han hecho la crítica, a esta altura.

E.M: Uno empezó como bien ingenuo, los primeros meses se veía que la máquina andaba, habían varios cabros que se quedaban, participaban en los talleres, tenían iniciativa, había esperanza. Hasta los más desilusionados creyeron un momento en la weá, se creía en la masificación de los espacios de toma, la lucha callejera y que con eso llegaría así como la revolución.

E.G: En un principio la toma era súper cuadrada, era igual que estar en el colegio, horas de entrada, salida, etcétera. Al paso de los meses eso cambió, nos dimos cuenta de cosas que antes la estructura del colegio no te dejaba ver y por ejemplo decidimos no abrir las salas para no reproducir las lógicas del liceo de encerrarnos por edad y que nadie se conozca. En la toma la vida era mas comunitaria, en mi colegio hasta teníamos una cama común donde dormíamos todos juntos para romper con los géneros, allí dormías con tu compañera, tu hermano, su amigo. Llegó un momento en que se hizo natural, si los locos se ponían jugosos los echábamos y listo. Se trata de romper con la sexualidad, más en nosotras que somos de un colegio de niñas y se ve súper marcado que las minas tienen mucha vergüenza de su cuerpo, el profe te trata de amachada u ordinaria por sentarte con las piernas abiertas, te dice “las señoritas tienen que estar con las piernas juntas”. No se dan las instancias de conocernos nosotras mismas por eso hicimos un taller de ginecología y sexualidad, minas que no sabían donde hablarlo pudieron expresarse y conversar.

M.B: Un punto negativo es en cuanto a la proyección en el liceo, después todos eran los intelectuales y filósofos de la weá, todos salieron de la toma como para escribir un libro, fue penca porque los cabros quedaron en esa nube casi vanguardista. La weá así como “¿Sabes que? Yo hice el análisis más pulento”. Otro punto negativo fue el vicio, los pitos más que el copete pudrieron la weá.

A.B: La toma sirvió para mostrar algo que estaba escondido, y el espacio de las tomas fue terrible importante en torno al crecimiento personal, aprendimos hartas cosas, habían temas de discusión, tirábamos un documental y conversábamos y cada uno sacaba sus propias conclusiones. También fue importante la acción directa, el fuego te une, había weás, acciones, se generaron lazos de confianzas bakanes. Tú mirabas para cualquier lado y había un compañero, pese a que no se desarrolló nada concreto, la gran victoria que yo identifico es la pérdida del miedo.

Las maquinarias políticas a la caza de lxs estudiantes.

E.G: Tuve la oportunidad de ver la mafia de las asambleas y de las organizaciones desde adentro. Participé del centro de alumnos y es cuático, el mundo de las asambleas era súper charcha, desgastante, te provocaba odio estar escuchando a los locos. Todo era cuadrado y jerarquizado, ir a las asambleas es como ir a un congreso. Las mismas asambleas nacen en base a intereses políticos partidistas, cada piño político tenía algo que se llama cuadramiento, antes de cada asamblea se ponían de acuerdo lo que iban a decir. Por lo tanto en la asamblea no se discute, no se escuchan, solo van los cabros chicos a reproducir las ideas de los partidos y organizaciones. Nosotras dejamos de ir a esas asambleas, por lo turbio. Iban los de los partidos porque así se lo mandaban, pero nosotras ni ahí.

S.G: Los partidos y organizaciones operan buscando a los más ingenuos, son captados y luego es difícil salir. Los locos te venden la volá de que hacen talleres, escuelitas libres, los murales, te invitan a reuniones de concientización los sábados, te meten el tema de la clandestinidad, que los cabros prenden al toque con eso y  te contaban la historia de sus mártires. Eso era lo principal para reclutar gente.

M.B: Podríamos hablar de dos referentes dentro de mi colegio, por un lado cabros que creían en una autonomía y que no necesitaban ser parte de ninguna organización y  por otra parte los piños políticos ideologizados. Yo participé en uno de estos piños políticos en mi colegio y su principal fin era que el liceo fuera de la ACES. Nosotros no tuvimos esa weá que tienen otros cabros de crear un pensamiento diferente, de criticar el modelo estructural de la escuela, nosotros estábamos pendientes de los piños políticos, las desconfianzas, de imponer nuestras ideas; ideas de que había que ir a una asamblea, de que había que pensar de tal forma, de que el marxismo leninismo era la mano para alcanzar la revolución, y uno se lo compraba. Me di cuenta cuando me dijeron que tenía que bajarse la toma, “las tomas se tienen que bajar” y me mandaron a convencer a los demás cabros. El tema es el poder, el poder te corrompe caleta, les queda gustando, si es bakán mandar pero después te das cuenta del valor de una persona que está manipulando, y ahí uno se siente pal pico, tu forma de pensar es tuya no se la puedes imponer a otro. Lo peor de esas organizaciones es que quieren levantar una revolución basada en unos valores terrible de charchas.

S.G: Lo cuático es que es un supuesto amigo el que te está invitando, “hermano ven para acá que aquí nos van a mandar a los dos”. Repudio esa weá de los piños políticos pero hay cabros que siguen creyendo en la mano, sienten la misma rabia que yo, o más, pero está en una weá así. Esa es la pega de nosotros anular esas weás, mostrarlo, te compren o no te compren.

La familia.

E.G: La toma sirvió también para decirle a los viejos: “no pasa nada, por mucho que me hayas prestado tu cuerpo para darme la vida, bakán gracias, pero no pasa”. Cuando naces tus padres ya tenían tu vida planeada y ningún papá te dice “yo quiero que hagas lo que hice yo”, no po, te dicen “quiero que seai mejor que yo”. Mis padres estaban esperando que salga de cuarto y estudie en universidad bakán, y la instancia de la toma me sirvió para conversar esas cosas y mis intereses actuales. Poderles decir: “yo no estoy de acuerdo con eso, quiero esto, si te gusta bakán, si no ahí nos vemos”. Al final se tienen que dar cuenta que la vida es de uno, no te pueden tener para siempre aprisionado en la casa.

A.B: A mí mis papás me castigaban y me dejaban encerrado en la casa para que no fuera a la toma y al final me cambiaron de colegio.

E.M: Vengo de una familia pobre, pobre en lo económico, tus hermanos no trabajan, tienes sobrinos… Odias la educación pero también te das cuenta de que es la manera de después poder agarrar unas monedas. Te quieres ir del sistema, pero necesitas plata, la presión familiar está ahí siempre presente. De buena o mala voluntad los papás te reprimen y te replanteas el tema del individualismo, decirle vieja: “será” y hacer mi vida y te sientes terrible de mala persona. Yo se lo que es mejor para mi, no mi papá y ahí va la contradicción: ¿Será lo mejor para mi saber que mi papá se caga de hambre? La reflexión de hasta donde nos podemos liberar y rebelar.

M.B: En cuanto a eso hay que intentar conversar con los viejos, que te entiendan, no todo es plata, aunque el loco me vistió con plata, me alimentó con plata, no significa que tenga que devolver todo eso en plata.

S.G: Eso me hace pensar en una conversa que teníamos con los cabros,  hace pocos días, sobre el  tipo de cárceles que encontramos en nuestra vida. La primera es un mismo, la segunda tu familia. Me imagino un tipo de libertad, y voy para allá, me la voy a jugar en todos los sentidos, si me declaro antiautoritario y quiero liberarme de la prisión del director, del profesor, y del policía, primero tengo que liberarme de la prisión que es la familia. Es un proceso, yo tengo una convicción clara y no se trata de evangelizar a mi familia, pero si intentar que me entiendan, “mamá yo opino esto”, al principio creían que eran puras weás, socialicé con mis papas y me dijeron un día: “no creo en la weá que tu creí, pero lo encuentro súper bonito, pero a mi ya se me fue la vida, pero vo dale”. Decimos que vamos a destruirlo todo, quemar toda esta weá pero menos la mamá, pero hay momentos en que hay que mandar a la xuxa a la mamá también.

Escuela ¿reformarla o destruirla?

E.G: Es importante que desde adentro de la toma se hiciera la crítica al movimiento estudiantil, no al toque, pero si después. Hoy cada vez hay mas locos y locas que se plantean una crítica radical a la escuela, y eso en cierta manera fue posible gracias al espacio de la toma. Dentro de ésta pudimos hacer un análisis de toda la estructura de la escuela, darnos cuenta de como te vas atrofiando al estar en el liceo. Del liceo sales cansada, con sueño, andas con mal humor, no te queda tiempo pa na, te tienes que andar apurando para poder hacer otras cosas. La toma es una instancia muy fructífera para que se produzcan estas críticas, conversábamos de desescolarización, de la abolición de la escuela, antes en clase no se daba el espacio para que se produjeran estas discusiones.

P.S: Ni ahí con las demandas estudiantiles, ni ahí con mejorar la escuela, eso no fue un tema en mi colegio. Nunca fue el petitorio estudiantil un tema, eran otros temas, las relaciones personales, la honestidad, el amor, el odio, el fuego, pero perder el tiempo en educación gratuita: ¡no! Es importante ser conscientes que la weá no es educación gratuita, laica y estatal sino que es contra un sistema capitalista que nos somete.

E.G: Es vital plantearnos la lucha anticapitalista directamente, no como los partidos que algunos tiran un discurso como anticapitalista pero luego te dicen vamos poco a poco, sino que se trata de hacer una crítica inmediata al sistema económico que es el que sostiene toda esta wea.

E.M: En la toma era un tema lo de conservar el colegio, andaban algunos llorando para que no se rompiera ni pelaran nada, eso es la mierda del amor al colegio, a la insignia, andar con el parche del colegio en la mochila, el colegio culiao vale callampa. Mi opinión es que el liceo se hizo para algo, se puede usar, pero no olvidar lo que es.

A.B: Quedó la zorra en mi colegio, se recuperó todo, no quedó nada parao. Lo que nos preocupaba era el tema de la basura, lo demás… por más de la cabeza de alguno pasó la idea de quemar el colegio. Es tanto el odio, la rabia, la impotencia… Acá estoy, en la institución que me caga la vida.

M.B: La abolición de la escuela no se ve cercana, pero está naciendo ese tema, se está hablando de la weá. Está empezando la teoría pero la práctica todavía no, es lo más difícil, aunque piense todos los días en arrancarme del colegio.

LA VUELTA A CLASES

M.B: Al volver este año fue una mierda, una patada en el hocico para todos, llegamos a nada, la rutina encima con pruebas y weás. Además algunos profesores, los inspectores, a la vuelta nos molestaban, nos decían: “quieren educación gratuita, pues estudien”; “Tengan cuidado se están quemando solitos”. Muchos cabros se fueron por el hostigamiento. Todo el rato las indirectas: “no hay guías por la toma, porque se robaron las impresoras, no podemos pasar los power porque ustedes se robaron los datas”.

E.G: Para mi de la vuelta a clases lo mas cuático fue lo psicológico, lo que menos me importaba es que los viejos o las compañeras me webearan. Después de 7 meses que habías aprendido caleta de cosas, volver a la fome rutina de antes, volver a encerrarte en una sala, a decir presente, a verles las caras, fue lo mas cuático, queríamos puro irnos. Ahora todavía queremos irnos, porque es volver a un sistema culiao en el que estás completamente en contra, en un espacio donde levantaste una crítica y ahora tienes que estar ahí de nuevo.

S.G: Hoy mis ganas de ir al colegio se basan en que con un compañero tenemos un huertito. Las clases culias son terrible aburridas, estamos todo el día intentando escaparnos. Mientras estás adentro te queda intentar pitiarte la escuela o resistir, no puedo ignorarlo porque lo vivo.

Las tomas hoy

S.G: En mi colegio estamos en toma, pero este año la cosa no es tan ingenua, no es por las demandas de la educación sino por un malestar generalizado, y la lucha es algo más en lo cotidiano. Aunque todavía quedan cabros en los liceos que siguen con el tema de las demandas y no se ha hecho una crítica más allá y quieren todo muy formadito, con encargados, delegados, y se hacen cosas como por fetichismo, como talleres de cosas que ya a nadie le interesan. Otros muchos nos dimos cuenta de que se tome un liceo por un petitorio nacional o estar en clases es lo mismo, o cambiar una directora, ni ahí con cambiar la weá, otros compas ahora están por la suya, en análisis existenciales o armando weás en otros lados.

A.B: La toma es la excusa, la cosa es que no haya clases, no haya tranquilidad. Ahora la hicimos por  la ley Hinzpeter, ayer por los estudiantes, quizás mañana por los mineros, lo que sea, estamos aprovechándonos de las circunstancias. Las demandas estudiantiles son un mal necesario, no me imagino otro espacio para los cabros de nuestra edad que no sea el colegio, aunque no tengamos nada que ver con el movimiento estudiantil, es una plataforma utilizable, es un espacio más donde dejar la zorra. Hoy hay cabros que se plantean un objetivo final, una victoria, derribar todo el sistema y otros que ni se plantean una victoria, resistir no más.

M.B: En el 2006 querían  jornada completa, el pase escolar, el año pasado educación gratuita, ahora hay liceos hablando de la abolición de la escuela. Los estudiantes de 2006 se sentían ciudadanos,  lo único que hacían era marchar y consiguieron que nos pasaran de LOCE a LGE con la falsa ilusión de que habíamos ganado alguna weá. Ahora se queman micros, no hay marcha  que no quede la cagá, porque creemos que la violencia es una forma de generar impacto, en lo “realista” ¿qué significa pitiarse un zorrillo? -nada, estas cosas para algunos serán poéticas pero son, están dejando la zorra y son puros cabros chicos, y esos cabros chicos van a crecer, se reproduce el lumpen. Si nos ponemos “realistas” no hagamos nada, cuestiones y escribamos, así a lo intelectual, ni un brillo. En tiempo histórico somos una mierda, no somos nada, entre el 2000 y el 2100 webearon unos estudiantes, dirán. En relaciones si se ha avanzado caleta, yo no creo que hace años podríamos plantearnos las cosas que nos planteamos ahora, en estas cantidades.

Publicado en El Surco nº39, septiembre-octubre 2012

lunes, 22 de octubre de 2012

¿Comunismo?

Extracto de Comunismo: Elementos para la reflexión, de L’Insecurité Sociale, aparecido en la revista Etcétera Nº 7 (1985).

Las definiciones que se pueden dar del comunismo son múltiples, incluso sin tener en cuenta la dictadura estatal que conforma la realidad de los países del este o de «las naciones liberadas» del tercer mundo y el programa de los partidos y grupúsculos que se arrogan esa etiqueta.

Si para muchas personas esa triste realidad evoca el término comunismo, es debido -entre otras razones- a que es más fácil concebir la transición de un sistema de explotación a otro que una sociedad que suprima la explotación. En cuanto al planteamiento de un largo periodo de incrustación del comunismo en el capitalismo durante el cual el primero se consolidaría en detrimento del segundo, es un absurdo. Es esta absurda idea la que se proponen realizar los diversos «socialismos», especies de modo de producción mal definido, cuyos defensores no han podido nunca exponer sobre qué relaciones sociales se basa, si no es en el mero reemplazo de la propiedad privada por la propiedad estatal y de la «anarquía» del mercado por la planificación –conservando las bases del capitalismo: trabajo asalariado y mercancía–.

El comunismo, tal como nosotros lo entendemos, es ante todo la tendencia a la comunidad humana que bajo diferentes formas se ha caracterizado por la búsqueda de un mundo donde no existiese ni ley, ni propiedad, ni Estado, ni discriminación que separe, ni riqueza que distinga, ni poder que oprima.

El comunismo no es una política. No es un programa que se trataría de oponer a otros programas y de hacer triunfar por la fuerza de su argumentación o por la violencia de las armas. Quienes se adscriben al comunismo no ambicionan la conquista del Estado y la sustitución del poder injusto y perverso de la burguesía por el suyo, justo y responsable. El triunfo de lo político, con el Estado, no es nuestro propósito. Es la clase capitalista quien lo ha realizado, a nuestro entender. El Estado no es, ante todo, los ministerios, los palacios presidenciales... es el ejercicio del poder político por una parte de la sociedad sobre el resto. Más allá de las diferentes formas de organización del poder, de la intensidad de la opresión sufrida, la política es la división social entre dominantes y dominados, la división de los hombres entre dueños del poder y sujetos al mismo. La revolución comunista, si tiene lugar, será la eliminación y no la consumación de esta tendencia. Así las nociones de democracia y dictadura, referidas a las formas jurídicas del poder estatal tal y como fueron formalizadas por la filosofía de la ilustración, dejarán de tener sentido. La dictadura, como la democracia, provienen de la exigencia de mantener la cohesión social, ya sea mediante la coerción, ya sea por la idealización, en una sociedad cuyo movimiento rompe los lazos tradicionales y personales entre los grupos y los individuos. El comunismo representa, por contra, la manifestación de otras relaciones, de una comunidad humana. La revolución comunista no puede ser desde sus primeros pasos, más que el acto fundador de esa comunidad. Creer que deberá reconstruir, despótica o democráticamente, una comunidad ficticia, es fundarla en su origen sobre la negación de su propia dinámica. Todos los subterfugios, a este propósito, no cambian nada: los himnos a la Política, el culto al Estado, no son ni el comunismo ni el camino desviado (!) que puede conducir a él.

El comunismo no es, tampoco, un tipo de organización económica o una nueva distribución de la propiedad. La comunidad comunista no se instaurará sobre la propiedad «común» pues el concepto de propiedad significa acaparamiento, posesión de unos en detrimento de otros. La circulación de los bienes no podrá efectuarse según las modalidades del intercambio: un bien por otro. En una sociedad en la que nadie está excluido no puede sino ignorarse el intercambio, la compra y la venta; el dinero. Habrá utilización colectiva o individual de lo que produce la comunidad. La lógica de la compartición sustituirá a la lógica del intercambio. Los seres humanos se asociarán para llevar a cabo tal o cual acción, compartir tal placer o cual emoción, y responder a una u otra necesidad de la comunidad, sin que tal agrupamiento adopte la forma de Estado –la dominación de unos sobre otros–, o de empresas que emplean a trabajadores asalariados y que cuantifican en dinero su producción. No se podrá hablar, en una sociedad así, de «leyes económicas», leyes que son actualmente la expresión de la dominación de las relaciones mercantiles.

Con la abolición del Estado, del dinero y de la mercancía, existirá un control consciente de los seres humanos sobre su propia actividad a través de las relaciones e interacciones existentes entre ellos y entre ellos y el resto de la naturaleza. El comunismo será una sociedad donde la primera riqueza resida en las relaciones humanas; donde el conjunto de los seres humanos tenga la posibilidad de querer realmente lo que hacen, el tiempo y el espacio en que viven y que dependen de ellos mismos. Supone también la libre asociación entre mujeres, hombres y niños, más allá de los roles de dependencia y sumisión recíproca. Asimismo, el comunismo comporta la toma de conciencia en torno al hecho de que la escasez o la miseria no dependen de una escasa acumulación de medios, de cosas y de objetos, sino que proviene de una organización social fundada sobre el acaparamiento por parte de algunos en detrimento de los demás.

Todo lo cual implica que en el comunismo, la tendencia a la comunidad humana no es el producto exclusivo de las contradicciones del capitalismo. Desde nuestro punto de vista, este no tiene más que una contradicción insuperable: la especie humana. Se puede pensar que el capitalismo ha desarrollado las bases que permiten o favorecen el advenimiento del comunismo (desarrollo de las fuerzas productivas, homogeneización de las condiciones de explotación...).

Pero este es un juicio a posteriori. Si los modos de producción anteriores no han conducido al comunismo, no es posible afirmar que fuera algo ineluctable. El modo de producción capitalista, de todas formas, no ha ofrecido ninguna novedad.

La dominación del capitalismo presentándose como la culminación de la historia de la humanidad, ha producido explicaciones del pasado en las que las relaciones entre los hombres están entendidas siempre bajo el signo de la conquista del pastel cuyas partes no son siempre suficientemente grandes para todos. Esta presuposición de la escasez como fenómeno invariante, al cual se enfrentaría la especie humana desde sus orígenes, hace abstracción de las relaciones concretas entre los hombres ya sea que reposen sobre la cooperación o la explotación. Tal suposición escamotea que la oposición entre necesidades y escasez es, de hecho, la expresión de condiciones sociales en las que los seres humanos se hallan divididos entre explotadores y explotados. Así, la escasez produciría la violencia humana, siendo ésta felizmente canalizada por el desarrollo de la economía. La competencia entre los hombres producida por este desarrollo crearían una vía de salida a esa violencia, convirtiéndose en un factor beneficioso ya que el desarrollo de las fuerzas productivas permite colmar la escasez original, permitiendo a los hombres disponer cada vez de más objetos, de más cosas. El Capital habrá, así, creado una elevada productividad que permita a los hombres acabar con la división social en clases ya que el crecimiento de los recursos de los cuales la humanidad dispone actualmente, no «necesitaría» ya la apropiación por unos hombres en detrimento de otros.

Pero si «fuerzas productivas» y «relaciones de producción» no pueden desarrollarse de forma armoniosa (sin crisis, guerras...), ambas expresan las mismas relaciones entre los hombres que determinan lo que debe ser producido y los medios para producirlo. El Capitalismo al ser un sistema social en el que existe una generalización y extensión de las relaciones mercantiles, implica que la búsqueda de la valorización del dinero haga abstracción de todo lo que le concierne con el único fin de convertirlo en mercancía. Todos los medios que permiten ahorrar tiempo y reducir los inconvenientes e indeterminaciones en la realización del producto con el fin de asegurar su intercambiabilidad son adoptados para dar forma a un proceso continuado de producción de mercancías. La búsqueda de medios que aseguren la vitalidad del mercado se orienta, de un lado, en el sentido de introducir en los hombres nuevas «necesidades» y hacerles sufrir nuevas «penurias» y «carencias» y, de otro, a reducir sus capacidades de iniciativa y a mutilar sus facultades intelectuales y corporales. De la manufactura al maquinismo industrial, de la automatización a la informática y la robótica, se vislumbra cómo los hombres son más superfluos, reduciéndolos a un conjunto de gestos predeterminados sobre los que no tienen ningún poder, llegando a hacer incluso superfluas las relaciones entre ellos, tan ocupados como están en vigilar y controlar unos procesos que se les escapan completamente.

El desarrollo de las fuerzas productivas expresa la dominación de la mercancía en su movimiento de reducción de la actividad humana a puro gasto de energía. No es pues la comunidad, la realización de los hombres, la felicidad, lo que puede traer consigo sino únicamente mercancías.

A través de los diferentes modos de organización social, la tendencia al comunismo se ha definido por su vocabulario correspondiente. Así, en la sociedad feudal pudo tomar el disfraz y el lenguaje religioso. Actualmente, definir el comunismo como un mundo sin estas dos, fronteras, dinero... viene a ser como decir que el comunismo... no es el capitalismo. Las definiciones no son más que el reflejo del mundo en que vivimos. Más allá de este reflejo, existe una especie de invariancia del comunismo. No la invariancia de un programa o de una organización de cualquier tipo; sino la permanente aspiración de los seres humanos a asociarse a comunicarse entre ellos y a relacionarse con un entorno concebido no como un objeto que la actividad humana debe someter, sino como algo complementario. Es la vieja aspiración de la igualdad, del compartimiento y de la comunidad la que estaba presente en el mito de la edad de oro, en las rebeliones de los esclavos de la antigüedad y las de los campesinos de la edad media. Una tendencia que vuelve a manifestarse en algunos proyectos de los utopistas, y después, en el empeño de las luchas proletarias por sobrepasar sus objetivos inmediatos.

Decir esto no significa afirmar que toda la historia de la especie humana sea una evolución «programada» hacia el comunismo. La historia no tiene sentido, ni siquiera una total irreversibilidad. Lo que se ha hecho posible hace cientos o millones de años no ha quedado totalmente abolido. La «historia» no es un Moloch devorador de lo posible que condene el devenir humano a su despojamiento inevitable e irremediable. Significa, simplemente, que si la revolución comunista tiene lugar no podrá sino abordar las cosas en su raíz. El hombre no puede llegar a ser realmente humano más que si descubre y realiza sus potencialidades: y no puede llevar a cabo tal descubrimiento y realización sin hacer la revolución.

miércoles, 17 de octubre de 2012

"Mala Pesca" (documental online)


Hoy, los océanos están amenazados por una gran cantidad de actividades humanas producto de la voracidad propia de un sistema económico e ideológico que los necesita como fuente de recursos y como basurero para sus procesos de acumulación de capital.  Una de estas actividades es la sobreexplotación pesquera en todo el mundo.
  
Durante la mayor parte del tiempo en que como especie llevamos  viviendo en este planeta y desde mucho antes de que las sociedades humanas se organizaran en clases sociales, hace  aproximadamente 10 mil años, nuestra especie ya extraía del océano lo necesario para vivir sin alterar de forma significativa los ecosistemas. Existe evidencia de que el Homo sapiens pesca en los mares desde hace aproximadamente 42.000 años.

Sin embargo, en el brevísimo periodo de tiempo que abarca los últimos 60 años, hemos asistido a un  evento sin precedentes en la historia de la vida en la Tierra. Las principales regiones oceánicas del planeta cuyas características hacían posible la existencia de  enormes poblaciones de peces desde hace varios millones de años, han sido sistemáticamente diezmadas por las flotas industriales pesqueras más potentes del mundo.

Mientras tanto, la visión actual de la especie humana, se basa fundamentalmente en la creencia de que las diferentes especies o ecosistemas de este planeta son simplemente recursos para alimentar el progreso de nuestra civilización. Y la lógica que presupone ese progreso es, ni más ni menos, que el progreso de una sociedad dividida en clases sociales y totalmente subordinada a la vida de las mercancías.

Con respecto a  los océanos, nuestra suposición es que todo lo que extrajéramos de ellos podría ser infinito, así como también su capacidad para absorber todo lo que le arrojásemos.

En el caso pesquero, los enormes volúmenes de capturas que caracterizaron toda la segunda mitad del siglo XX parecían confirmar esta suposición, y al mismo tiempo, servían para que toda una nueva camada de inversionistas y especuladores amasara fortunas de magnitudes faraónicas.

Sin embargo, los desembarques mundiales de pesca marina alcanzaron el punto máximo de 90 millones de toneladas  el año 1996, y desde entonces han comenzado a disminuir. De continuar la tasa actual de explotación, se espera que a mitad del siglo XXI todas las poblaciones de peces que se pescan hoy en día estén agotadas. 

domingo, 30 de septiembre de 2012

Trailer documental "Mala Pesca" (estreno 5 de octubre)


Para nuestra civilización, los océanos no son más que una fuente de recursos y un basurero de residuos que pensábamos utilizar para explotar indefinidamente.

Nos equivocamos, hoy asistimos al colapso de todas las pesquerías del mundo, y justo frente a la costa chilena se agota la última de ellas.


lunes, 24 de septiembre de 2012

Miserias de la industria cultural chilena


Cada cierto tiempo nos abruman con manifestaciones de arte espectacular como La Pequeña Gigante (Stgo a mil), la Trienal de Artes, el Día de la Música y otras plastas de nuestro tiempo. Ellas quedarán en nuestra memoria como claros ejemplos de un arte industrial y de un arte burocrático. Ambas ocurridas bajo el reinado del espectáculo integrado. Manifestaciones culturales como vivos ejemplos de la distinción existente entre un arte masivo y un arte elitista, entre un arte para masas y un arte para profesionales, aunque los convocantes hagan hincapié en el carácter “ciudadano” de dichos eventos.

Y no es que creamos a priori que los organizadores sean mercaderes declarados o tipos ególatras, iluminados e incomprendidos genios ocupando un merecido espacio en el debate cultural. No. Lo que ocurre es que la cultura en general, y el arte en particular, han devenido en cadáveres mil veces ultrajados por la necrofilia especialista. Lo que ocurre es que, siguiendo a Marx, bajo el régimen de propiedad privada capitalista el arte cae bajo la “ley general de la producción”, que configura una contradicción –cada vez más sofisticada en nuestros días– entre arte y capitalismo, producción mercantil y libertad de creación.

No obstante este hecho no es nuevo y los eventos mencionados no son más que ramplonas manifestaciones de un fenómeno históricamente constituido.

Las primeras colecciones de arte comienzan a conformarse en el siglo XVI. Se inician como encargos de la nobleza, viajes de compra (tours, de los que deriva la palabra turismo), pero no es sino hasta la consolidada burguesía del siglo XIX cuando el coleccionismo masivo se hace patente y se vuelve grotesco en el siglo pasado con el sistemático saqueo nazi y la política de compra de arte patrocinada por el gobierno norteamericano tras la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, el interés que movía a unos y otros, burgueses y burócratas, “totalitarios” y “demócratas”, era la misma: acumular capital simbólico, status, prestigio social o nacional, incentivar el turismo cultural (que expande la tercerización del trabajo hasta hoy). En otras palabras, la posesión de una mercancía de alto valor de cambio, nulo valor de uso; inservible, pero decorativa.

Tras la revolución burguesa de 1789, el artista se vio arrojado al mercado, tal como el resto de los artesanos (en progresiva proletarización); ahora con una libertad que realizar, pero lanzado al reino de la mercancía, en el que sus antiguos clientes cautivos (reyes, nobles, monasterios, iglesias, palacios, salones) ahora son quienes ponen los precios. Porque la nueva mentalidad exigió un mercado del arte, que separó a los artistas de su obra, mitificó al “genio” y la “obra maestra”, elitizó el acceso y producción de arte, alejó progresivamente a la clase embrutecida en largas jornadas de trabajo de las discusiones en torno a él, alimentó las apariencias y se coronó como la más siniestra de las mercancías hasta nuestros días.

Simplificando, en este escenario al artista le quedaban dos caminos: convertirse en el actual artista de becas y subvenciones del poder, la caricatura del artista “crítico” y profesional o, en el marco de la relativa autonomía, independencia y originalidad del desarrollo artístico, llegar a la conclusión de que es hora de cambiar la vida, más allá de lo estrictamente estético e integrar sus investigaciones a la lucha del proletariado por la destrucción de la sociedad de clases, es decir, integrarse a la crítica unitaria de las condiciones de vida, transformar el mundo, cuestionando la propia significación de la actividad artística y la de los contemporáneos, y las condiciones de la vida, en general.

Y no es que creamos que los/as artistas son una lacra. Es un sistema que los/as controla de manera objetiva y subjetiva, mimándolos y disociándolos del conjunto social, el que los hace no llevar la crítica hasta la raíz. A pesar de eso, sabemos que la complacencia frívola y el éxito (Warhol, el trivial mercader por excelencia, como ícono), motivan la reproducción del modelo de vida y la integración y recuperación de los posibles “revoltosos” al engranaje. 

Las vanguardias históricas, especialmente el futurismo, dada y el surrealismo, fueron potentes gestos negadores de la triste historia garabateada más arriba, pero más triste resulta ver convertida hoy su lucha en una mercancía más, en decoración de museos, en vestigios de un asalto nunca perpetrado con éxito. ¿Qué pensaría el fantasma de Breton sobrevolando la galería Sotheby's en 2008, cuando se pagaron 3,2 millones de euros por nueve de sus manuscritos? Las vanguardias idearon y difundieron nuevos valores subversivos, pero fueron rápidamente trivializados por el poder dominante. La clave estuvo en lo mismo: esterilizar los descubrimientos al separarlos de la investigación global y de la crítica total. El mecanismo comercial y la especialización alejaron estos elementos del proletariado, evitando así la comprensión y utilización de estos gestos potencialmente revolucionarios por parte del movimiento obrero. Luego de esto, la mayoría de los artistas han optado por la primera de las opciones anteriormente enunciadas.

Las vanguardias nos dieron la posibilidad de negarlo todo y recomenzar. Hoy los artistas ni siquiera niegan, tan solo buscan y describen la miseria que encuentran o entregan elementos para una evasión colorida. Una crítica que se aísle del todo antagónico, que no entregue posibilidades, que hoy no pueden ser sino radicales, es reaccionaria. En el actual estado de descomposición del arte, nada mejor que enterrar el cadáver mil veces ultrajado: la crítica radical del mismo y del mundo como la mejor obra de arte, el comienzo de la obra de arte total. 

¿Qué podría parecernos más bello que la propagación e intensificación del incendio y el derrumbe de las condiciones actuales de sobrevivencia humana?

Texto aparecido en la publicación Comunismo Difuso 2&3

sábado, 15 de septiembre de 2012

Fronteras y límites mentales: Nación, Estado o Comunidad Humana


Fronteras y límites mentales: Nación, Estado o Comunidad Humana

El Estado, es decir, la organización de la división de los hombres entre gobernantes y súbditos, se ha apoyado siempre en la noción de territorio, que responde para los diferentes explotadores a la necesidad, a la vez, de fijar sus esclavos, sometidos, en un territorio determinado, y de marcar la distancia con los eventuales enemigos, haciéndoles saber que en tal zona, hombres, animales y plantas les pertenecen.

La idea nacional se apoya en los mitos engendrados por la sedentarización: mitos del país natal, del extranjero… mitos que limitan la visión del mundo, que la mutilan. El desarrollo de las relaciones mercantiles, determinando y además disolviendo las relaciones jerárquicas o comunitarias por las cuales se expresaban directamente la dependencia y/o cooperación entre los hombres, no ha cuestionado esta dependencia del territorio ya que la formación de los Estados nacionales, el mito de la patria, es el fruto directo del advenimiento del capitalismo. Recuperando a la vez los límites y las aspiraciones de las antiguas comunidades, el capitalismo valora no una comunidad real, sino la imagen de una comunidad que se manifiesta en el débil fetichismo de bandera y héroe nacional. El aumento de las relaciones impersonales entre los hombres se acompaña de la invención de una comunidad de destino enmascarando la división entre clases socialmente antagónicas, permitiendo una racionalización de la dominación del capitalismo, imponiendo a sus gestores, divididos por la competencia, una unidad correspondiente a los intereses superiores del Estado, guardián y gerente de la relación social general, protegiéndolo contra las influencias disolventes del mercado.

Si bien esta dominación capitalista se resguarda detrás de las fronteras, se apoya en un movimiento de mundialización de las relaciones mercantiles, sobre la tendencia imperialista de conquistar, unificar y, tan necesaria, de constituir mercados. La colonización, las guerras mundiales, el desarrollo de nuevos polos de acumulación, la constitución de nuevos estados nacionales, han sido etapas de este movimiento. En la época contemporánea, el intercambio uniformiza la vida a través del mundo y es el mismo tipo de alimentación, de urbanismo, enseñanza e información, lo que se encuentra por todos lados. El colorido local salvaguardado es un gancho comercial que participa en la generalización del intercambio. El nacionalismo, la xenofobia, por el contrario, se han desarrollado a medida que se degrada el conocimiento y enraizamiento del hombre en su entorno.

El comunismo es la ruptura con las viejas nociones de territorio, de patria, de nación, de Estado. Los problemas que deberá resolver serán mundiales y sólo podrán ser resueltos por una comunidad humana mundial que destruya totalmente las trabas nacionales e internacionales.

En ruptura con la “lógica del progreso”, la revolución comunista deberá asumir, sobre la base más amplia posible, la protección de la naturaleza y de aquellos que en ella viven. El comunismo no se instalará como el capitalismo por la imposición de una estructura social disgregando las comunidades tradicionales. Es seguro que las poblaciones implicadas y sus relaciones con el resto de la humanidad se transformarán, pero esta transformación no habrá de ser una destrucción de los hombres ni una negación de los valores comunitarios.

El comunismo introducirá una libertad desconocida hasta ahora: la de viajar por toda la superficie del planeta sin tenerse que justificar o presentar documentos, la de ir donde se quiera cuando se quiera y permanecer tanto tiempo como se quiera. Los hombres no estarán prisioneros detrás de las fronteras estatales, y de este modo se desvanecerán también las fronteras culturales y étnicas. La única colectividad en el comunismo será la comunidad humana, organizada sobre las bases igualitarias y comunitarias que tomarán, evidentemente, la forma de colectividades particulares, pero donde el hombre no tendrá la limitada visión actual dado que sabrá, de una parte, que las diferencias que puedan existir entre comunidades, no constituyen obstáculo a su contacto con el exterior dados los aspectos vitales de una misma humanidad, y, de otra, que puede a merced de sus necesidades y deseos incorporarse y participar con tal o cual comunidad sin que el origen de su nacimiento sea un obstáculo en su integración.

Escrito por La Insecurité Sociale. 1985.
Extraído del libro "HACIA LA COMUNIDAD HUMANA"
También en MetiendoRuido 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Nuevo número de publicación "Comunismo Difuso"

Comunismo Difuso 2&3 ya en las calles y en la web...
Descarga:
Comunismo Difuso 2&3
Comunismo Difuso 2&3 (páginas enfrentadas)

“¿Por qué hablamos de un Comunismo Difuso?

…La solidaridad, la cooperación, el apoyo mutuo y las relaciones igualitarias interpersonales en todas las esferas de la vida, se encuentran en la esencia de lo que históricamente ha sido denominado como comunismo. No son obra particular de ningún grupo determinado o de alguna iluminada mente filantrópica, sino que constituyen tendencias histórico-sociales en la especie humana con un robusto fundamento biológico. Es decir, el comunismo es inmanente a la humanidad desde sus orígenes, y durante gran parte de su historia ha sido prevaleciente. De lo anterior no se desprende, sin embargo, que siempre hayan imperado estas relaciones de cooperación dentro de las sociedades humanas. Con la irrupción de las clases sociales y el Estado y, por tanto, de la explotación y opresión de un grupo social a manos de otro, las formas comunistas (anti-autoritarias) de relacionarse se ven reducidas y sistemáticamente atacadas, pues se encuentran en franca contradicción con la existencia misma de una sociedad escindida en clases, fundada en la alienación humana respecto a su producción material y su conciencia. Especialmente, en el sistema clasista capitalista –que actualmente padecemos– la solidaridad y cooperación se ven fuertemente disminuidas por el enaltecimiento de la competencia y el individualismo egoísta, pues estos últimos son fundamentales para la continua acumulación de capital en manos de la burguesía, lo que a su vez repercute en una cada vez más intensa explotación de la fuerza de trabajo humana (del proletariado) y mayor destrucción del ambiente en el que transcurren nuestras vidas. A pesar de esta permanente represión directa y/o “invisible”, las clases explotadas y oprimidas, que siguen de forma velada conservando las relaciones comunistas en muchos momentos de su vida cotidiana, y que son las verdaderas constructoras de toda obra humana, se han levantado -en distintos lugares y momentos históricos- contra la imposición de estas condiciones alienantes: se han constituido en movimiento real que subvierte las condiciones existentes, aunque no han logrado, por distintas razones (que deben ser profundamente estudiadas y discutidas), hacer perdurables y/o extender sus triunfos. De todas formas, lo que nos demuestran estos alzamientos y procesos revolucionarios, es que el comunismo existe hoy, difuso, en potencia, dentro de la sociedad de clases. De ahí que hagamos mención a un “comunismo difuso”, en contra de aquella visión mecanicista que eleva al comunismo a la categoría de paraíso idílico, alejado históricamente de nuestras vidas. Nosotros lo entendemos como una posibilidad y necesidad real, hoy. Pero tampoco hacemos apología a su actual grado de atomización. Al contrario, lo reconocemos ahora, encarnado en proyectos parciales, pero comprendiendo que la única forma de extenderlo es reforzarlo y transformarlo en fuerza concreta y hegemónica, construirlo en acción conciente de las clases explotadas y oprimidas, en lucha directa contra el capital y toda forma social clasista”….

lunes, 20 de agosto de 2012

¿Reformar o destruir la escuela? Escapando de las (j)aulas

Difundimos panfleto enviado desde tierras peruanas por el GEC:

ESCAPANDO DE LAS (j)AULAS
¿Es posible una educación humana?

Desde una visión simplista, unilateral y delimitada, sostendríamos que el problema fundamental durante el proceso social formativo-instructivo, llamado “educación”, es la mercantilización y lucro de parte del Estado y las empresas privadas que pisotean el derecho constitucional  a la gratuidad de la enseñanza y educación. Aludiríamos que el Estado margina a las grandes mayorías de niños y adolescentes sin más recursos monetarios, que los utilizados para cubrir sus necesidades “básicas”, y que les niega la oportunidad de adquirir conocimientos fundamentales para alcanzar el sueño de la “calidad de vida”. Sin duda,  continuaríamos afirmando que la educación por estas tierras es elitista, clasista y discriminadora, que la igualdad de derechos es una farsa y que solo unos cuantos “afortunados” podrán ser los que puedan entrar en la salvadora universidad (aun sabiendo que cientos de miles de egresados universitarios están pateando latas o con sueldos miserables, teniendo que soportar largas jornadas de trabajo sin mayor satisfacción que la de comprarse, de vez en cuando, uno que otro aparato digital que le dirá que solo se progresa consumiendo mercancías de moda).

En fin, podríamos defender a rabiar lo arriba definido, pero no nos interesa ver sólo la superficie de la causa real del sometimiento a una vida adaptada y dispuesta por este mundo que impone como valores prácticos la avaricia, el egoísmo, la competencia brutal, la sumisión, el autoritarismo, con el fin de la acumulación monetaria. Como no somos, ni nos interesa ser, un grupo que busca hacer política, atrayendo simpatizantes, implantando ideologías seudo-radicales, teniendo discursos populistas y democráticos, pretendemos decir las cosas como son, sin arreglarlas ni maquillarlas. 

El problema económico no es ni el principal ni único problema, existen otros niveles, otros aspectos, otros problemas que forman una unidad donde podemos centrar al “proceso educativo” (o como le decimos “proceso de domesticación y maquinización preparatorio para graduarse de obediente profesional”). Hablamos de la evidente imposición sistemáticamente memorística y vertical del aprendizaje, del desprecio por la creatividad humana, por la opinión individual, por la crítica, por la búsqueda de información alternativa, por la producción de conocimientos, por la auto-asimilación de información activa para la vida misma, etc. En las (j)aulas se les obliga a los alumnos a recordar datos muertos, separados, nombres, fechas, lugares, con el único y maldito fin de pasar un examen que, según todo el mundo les dice, “dirá qué futuro tendrán”. Les hablan de ciencia, de fenómenos físicos, químicos, biológicos y hasta sociales, encerrados en un aula, privados de libertad, sobre temas que no les interesan, les obligan a escuchar, a callar, mientras los dominan a nivel mental.

Contemporáneos: este es nuestro tiempo, esta es nuestra vida y se extingue a cada minuto… ¿desperdiciaremos las horas, días, meses, años que nos quedan siendo entes repetitivos, memorísticos, máquinas humanas, animales domesticados? ¿Seremos cómplices de este orden social donde nos desprecian y discriminan por la falta de dinero, seremos cómplices de este orden social donde nos matan y automatizan con aburrimiento educativo curricular?

Si sientes que estas palabras son tuyas, que también tú necesitas cambiar esta situación actual, que es imprescindible revolucionar nuestro encuadrado destino, fuera de partidos, ideólogos, políticos o esperando la ayuda de alguien externo a nosotros mismos, escríbenos, intercambiemos ideas para nuestra liberación, para la acción, para la creación.

La transformación de nuestra sociedad será la construcción de una vida apasionada. 

¡Cambiar la vida, cambiar el mundo simultáneamente! 

Contacto:
lazosmundiales[a]gmail.com

jueves, 16 de agosto de 2012

Luciano no deberá volver a la cárcel

Nota tomada de Hommodolars

Condenan a 6 años de libertad vigilada a "Tortuga"

Hoy miércoles 15 de agosto a las 13 horas , el Cuarto Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago, presidido por el juez Mauricio Olave, condenó al compañero Luciano Pitronello a 3 años y un día de presidio menor en su grado máximo por el delito de colocación de artefacto explosivo, 41 días de presidio en su grado máximo por el delito de daños y 541 días de presidio menor en su grado medio por la utilización de placa patente falsa, al conducir con la motocicleta de su hermano con documentación falsa.

Ahora bien, el compañero saldría con el “beneficio” de libertad vigilada por el hecho de que no cuenta con antecedentes previos y además que la sumatoria de los años de su condena no superan los 5 años de presidio.

El ministerio público anuncio que presentará un recurso de nulidad en base al voto de minoría que consideraba a Pitronello culpable del delito de terrorismo.

La condena se cumplirá luego que sea ejecutoriado el fallo, ya que a partir de hoy el Ministerio Público tiene 10 días para presentar el recurso de nulidad ante la Corte de Apelaciones de Santiago. En ese intertanto, el compañero tortuga continúa con la medida cautelar de arresto domiciliario.

SALUDAMOS A NUESTRO COMPAÑERO Y ESPERAMOS VERLO EN LAS KALLES NUEVAMENTE

“KAMINA LIBRE” HERMANO

A NO BAJAR LA GUARDIA, LA OFENSIVA JUDICIAL EN CONTRA DEL TORTUGA NO HA ACABADO

SALUD Y ANARQUÍA

LIBERTAD O MUERTE!

miércoles, 1 de agosto de 2012

¿Ser libres para la liberación? (Anselm Jappe)


¿Ser libres para la liberación?
Anselm Jappe

Hay dos noticias. La buena noticia es que nuestro viejo enemigo, el capitalismo, parece encontrarse en una crisis gravissima. La mala noticia es que, por el momento, no se ve ninguna forma de emancipación social que esté realmente a nuestro alcance; además nada puede garantizar que el fin posible del capitalismo desemboque en una sociedad mejor. Es como constatar que la cárcel en donde estamos encerrados desde hace mucho se ha incendiado, pero que las cerraduras de las puertas siguen bloqueadas. 

Quisiera iniciar con un recuerdo personal. Visité México por primera vez en1982. Tenía 19 años, y mi mochila en la espalda. Vivía entonces en Alemania. En esos tiempos, se hablaba del “Tercer Mundo” y su miseria, pero otra cosa era descubrirlo personalmente y ver a los niños descalzos pidiendo limosna en la calle. En la ciudad de México, me hospedaba en una   especie de hotel de la juventud gestionado por unos suizos. Una noche, al regresar, muy afectado por la visión de la pobreza en la ciudad, empecé a leer un ejemplar de la revista alemana Der Spiegel que se encontraba por ahí. Me fijé en un largo reportaje sobre el estado de la sociedad alemana, que en ese momento, parecía encontrarse en su apogeo. La descripción era de lo más desoladora: sólo se hablaba de depresiones, de farmacodependencias, de familias desestructuradas, de jóvenes desmotivados y del deterioro social. Yo mismo me sentía hundido en un abismo. Ya tenía una cierta experiencia de la crítica teórica y práctica del capitalismo, del cual pensaba todo el mal posible. Pero nunca antes había sentido con tanta  fuerza en qué mundo estamos viviendo, un mundo en el cual algunos mueren de hambre y los otros, los que supuestamente se encuentran del lado mejor, son tan infelices que se atiborran de medicamentos o se matan. Sentía que los pobres son infelices y los “ricos” también, de tal forma que el capitalismo es un sufrimiento para todos. Entendí que este sistema, en última instancia, no es provechoso para nadie, que “desarrollar” a los pobres para que se vuelvan como los ricos no serviría de nada, y que la sociedad de la mercancía es el enemigo del género humano. 

Al mismo tiempo, en 1982, este sistema parecía fuerte, muy fuerte. Era deprimente considerar la correlación de fuerzas entre quienes, de una forma o de otra, querrían cambiar ese sistema y el sistema mismo, con el consenso que a pesar de todo lograba mantener y con los beneficios materiales que todavía podía distribuir.

Hoy, parece que la situación ha cambiado radicalmente. En estos días, en Europa, las instancias políticas y los medios evocan guiones de posibles catástrofes, del tipo argentino. No es necesario comentar más el hecho de que, en todas partes, se percibe una crisis del capitalismo muy grave, permanente por lo menos desde 2008. Quizás algunos de ustedes han leído la traducción de un artículo mío(1), en donde trato de imaginar lo que pasaría si el dinero, todo el dinero, empezaría a perder su papel, después de un derrumbe financiero y económico. El periódico francés mas importante, Le Monde, lo publicó y muchos lectores lo comentaron : sin embargo, pienso que hace apenas unos años, me hubieran clasificado en la misma categoría que los que ven ovnis... 

Una primera observación que es importante hacer es que esta crisis del capitalismo no se debe a las acciones de sus adversarios. Todos los movimientos revolucionarios modernos y casi toda la crítica social siempre imaginaron que el capitalismo iba a ser vencido por fuerzas organizadas, decididas a abolirlo y a sustituirlo por algo mejor. La dificultad era vencer el inmenso poder del capitalismo, que se ubicaba tanto en las armas de sus ejércitos como en lo que había metido en las cabezas de la gente; pero si esto se lograba, la solución estaba al alcance de la mano. De hecho, la existencia de un proyecto de sociedad alternativa era lo que, en última instancia, causaba las revoluciones.

Lo que vemos hoy, es el derrumbe de un sistema, su auto-destrucción, su agotamiento, su hundimiento. Finalmente, se topó con sus límites, con los límites de la valorización del valor, que se ubicaban en su núcleo desde un principio. El capitalismo es esencialmente una producción de valor, que se representa en el dinero. En la producción capitalista, solo lo que permite conseguir dinero tiene interés. Esto no se debe principalmente a la codicia de unos capitalistas malvados. Deriva del hecho de que solo el trabajo puede atribuirles “valor” a las mercancías. Esto implica que las tecnologías no añaden un valor suplementario a las mercancías. Conforme más se usan maquinarias y nuevas tecnologías, menos valor hay en cada mercancía. Pero, la competencia empuja incesantemente a los dueños del capital a utilizar tecnologías que remplacen al trabajo. De esta manera, el capitalismo destruye sus propias bases, y lo hace desde el inicio. Solo el aumento continuo de la producción de mercancías puede contrarrestar el hecho de que cada mercancía contiene cada vez menos “valor”, y por lo tanto también menos plusvalor, traducible en dinero. Son conocidas las consecuencias ecológicas y sociales de esta loca carrera hacia una mayor productividad. Pero es también importante subrayar que la caída de la masa de valor no puede ser compensada eternamente y que provoca finalmente una crisis de la acumulación del capital mismo. En las últimas décadas, una acumulación deficiente ha sido sustituida por la simulación a través de la finanza y el crédito. Ahora, esta forma de vida “bajo perfusión” del capital encontró también sus límites y la crisis del mecanismo de la valorización parece ahora irreversible.   

Esta crisis no es, como algunos quieren hacer creer, una trampa de los capitalistas, para imponer medidas aun más desfavorables a los trabajadores y los beneficiarios de ayudas públicas, para desmantelar a las estructuras públicas y aumentar las ganancias de los bancos y de los super-ricos. Es cierto que algunos actores económicos logran sacar grandes beneficios de la crisis, pero esto solo significa que un pastel cada vez más pequeño se divide en porciones más grandes entre un número más reducido de competidores. Es evidente que esta crisis está fuera de control y amenaza a la supervivencia del sistema capitalista en cuanto tal. 

Por supuesto, no significa necesariamente que estemos asistiendo al último acto del drama iniciado hace 250 años. Que el capitalismo haya alcanzado sus límites – en términos económicos, ecológicos, energéticos – no significa que vaya a derrumbarse de un día para otro, aunque esto no esté del todo excluido. Más bien se puede prever un largo periodo de declive de la sociedad capitalista, con unos islotes repartidos en todas partes, a veces protegidos por muros, en donde la reproducción capitalista aún funcionaría, y con amplias regiones de tierra quemada, en donde los sujetos post-mercantiles buscarían sobrevivir de cualquier forma posible. El tráfico de drogas y los que rebuscan en los basureros son dos de los rostros más emblemáticos de un mundo que reduce a los seres humanos a la condición de “desechos”, cuyo mayor problema ya no es el de ser explotados sino simplemente de resultar superfluos desde el punto de vista de la economía mercantil, sin tener la posibilidad de regresar a las formas pre-capitalistas de una economía de subsistencia, basada en la agricultura y la artesanía. Ahí donde el capitalismo y su ciclo de producción y consumo dejará de funcionar, no será posible regresar a las antiguas formas sociales. El riesgo es entrar en nuevas configuraciones que combinen los peores elementos de las formaciones sociales anteriores. Y no hay duda de que quienes vivirán en los sectores de la sociedad que aún funcionen van a defender sus privilegios con todo, con armas y técnicas de vigilancia cada vez más perfeccionadas. Como bestia agonizante, el capitalismo puede todavía causar terribles estragos, no solo desencadenando guerras y violencias de todo tipo, sino también provocando daños ecológicos irreversibles, con la diseminación de OGM, de nanopartículas, etc. Entonces, la pésima salud del capitalismo sólo es una condición necesaria para el advenimiento de una sociedad liberada; de ninguna manera es una condición suficiente, en términos filosóficos. El hecho de que la cárcel esté en llamas no nos sirve de nada si la puerta no se abre, o si se abre hacia un precipicio. 

Implica una gran diferencia con el pasado: durante más de un siglo, la tarea de los revolucionarios fue encontrar cómo acabar con el monstruo. Si se lograba eso, era inevitable que el socialismo, la sociedad libre – o cualesquiera que fuera su nombre – le sucediera. Hoy, la tarea de los que una vez eran los revolucionarios se presenta de manera invertida: frente a los desastres provocados por las revoluciones permanentes operadas por el capital, se trata de “conservar” algunas adquisiciones esenciales de la humanidad y tentar de llevarlas hacia una forma superior. 

Ahora ya no es necesario demostrar la fragilidad del capitalismo, el cual ha agotado su potencial histórico de evolución – y esto es una buena noticia. Otra buena noticia es que tampoco se debe de concebir la alternativa al capitalismo bajo formas que más bien lo continúan. Diría que hay mucho más claridad en lo que se refiere a los objetivos de la lucha hoy en día que hace cuarenta años. Afortunadamente, dos maneras – a menudo entrelazadas – de concebir el post-capitalismo, que dominaron durante todo el siglo XX, han perdido mucha credibilidad, aunque estén lejos de haber desaparecido. Por un lado, el proyecto de superar el mercado con el Estado, la centralización, la modernización, y de confiar la lucha para alcanzar este objetivo a organizaciones de masas dirigidas por funcionarios. Poner a trabajar a todos era la meta principal de estas formas del “socialismo real”: hay que recordar que tanto para Lenin como para Gramsci, la fábrica de Henry Ford era el modelo para la producción comunista. Es cierto que la opción estatal sigue teniendo sus adeptos, sea bajo la forma del entusiasmo con el caudillo Chavez o con el planteamiento de más intervencionismo estatal en Europa. Pero en conjunto, el leninismo en todas sus variantes ha tenido que reducir su control sobre los movimientos contestatarios desde hace treinta años, y esto es muy positivo. 

La otra manera de concebir la superación del capitalismo en una forma que más bien pareciera ser su intensificación y modernización se basa en una confianza ciega en los beneficios de las fuerzas productivas y la tecnología. En ambos casos, la sociedad socialista o comunista era concebida esencialmente como una distribución más justa de los frutos del desarrollo de una sociedad industrial por lo demás ampliamente conservada. La esperanza de que la tecnología y las maquinarias vayan a resolver todos nuestros problemas ha sufrido golpes severos desde hace cuarenta años, por el nacimiento de una conciencia ecológica y porque los efectos paradójicos de la tecnología sobre los seres humanos se han hecho más evidentes. (Quisiera  recordar en este lugar que Iván Illich, a pesar de las reservas que podría formular sobre algunos aspectos de su obra, ha tenido el enorme mérito de poner en evidencia estos aspectos paradójicos, y quebrantar así la fe en el “Progreso”). Si bien la creencia que el progreso tecnológico lleva al progreso moral y social ya no asume la forma de la exaltación de la siderurgia o las centrales nucleares “socialistas”, o la del elogio incondicional del productivismo, ha encontrado sin embargo una nueva vida en las esperanzas a menudo grotescas que algunos nutren a propósito de la informática y la producción “inmaterial”. Es el caso por ejemplo en ocasión del debate actual sobre la “apropiación”, al cual se ha asociado recientemente los conceptos de “commons” y de “bien común”. Es cierto que toda la historia (y la prehistoria) del capitalismo ha sido la historia de la privatización de los recursos que antes eran comunes, como lo indica el caso ejemplar de los cercamientos en Inglaterra, en los siglos XVII y XVIII. Según una perspectiva ampliamente difundida, por lo menos en el medio de la informática, la lucha por la gratuidad y el acceso ilimitado a los bienes digitales es una batalla que tiene la misma importancia histórica y sería la primera en muchos siglos que los partidarios de la gratuidad y el uso común de los recursos hayan logrado ganar. Sin embargo, los bienes digitales nunca son bienes esenciales. Puede resultar simpático disponer gratuitamente de la última música o de tal video-clip, pero los alimentos, la calefación o la vivienda no son descargables en internet. Al contrario, están sometidos a una rarefacción y a una comercialización cada vez más intensas. Compartir carpetas (file-sharing) puede ser una práctica interesante, pero no es más que un epifenómeno si se compara con la rarefacción del agua potable en el mundo o con el calentamiento climático. 

La tecnofilia bajo formas renovadas parece hoy menos “pasada de moda” que el proyecto de tomar el poder y constituye quizás un obstáculo mayor para una ruptura profunda con la lógica del capitalismo. Sin embargo, propuestas como la del decrecimiento, el ecosocialismo, la ecología radical o el retorno de los movimientos campesinos en todo el mundo indican, en su heterogeneidad y con todos sus límites, que una parte de los movimientos contestatarios actuales no creen que el progreso técnico tenga la misión de llevarnos a la sociedad emancipada. Y esto es también una buena noticia... 

Entonces, diría que existe actualmente una claridad más grande en cuanto a los lineamientos de una verdadera alternativa al capitalismo. Esbozos como los que se presentaron en el seminario realizado en Cideci a finales de 2009 me parecen totalmente razonables(2). Sobre todo, es muy importante no limitarse a una crítica de la sola forma ultra-liberal del capitalismo, sino de apuntar al capitalismo en su conjunto, es decir a la sociedad mercantil basada en el trabajo abstracto y el valor, el dinero y la mercancía.  

Si estamos un poco más seguro de que el capitalismo está en crisis y si tenemos un poco más de claridad en lo que se refiere a las alternativas, surge la siguiente pregunta: ¿cómo llegar a ellas? No quiero plantear aquí consideraciones estratégicas o pseudo-estratégicas, sino más bien preguntarme qué clase de mujeres y de hombres podrán realizar la transformación social necesaria. Ahí es donde radica el problema. Para decirlo de entrada, podemos tener la impresión de que la verdadera “regresión antropológica” provocada por el capital, sobre todo en las últimas décadas, también ha alcanzado a quienes podrían o quisieran oponerse a él. Es un cambio mayor al cual no siempre se le da suficiente atención. La economía mercantil nació en sectores muy limitados de algunos países; posteriormente, conquistó el mundo entero a lo largo de dos siglos y medio, no solo en sentido geográfico sino también al interior de cada sociedad (a veces se llama a ese proceso “colonización interior”). Paulatinamente, cualquier actividad, cualquier pensamiento o sentimiento, adentro de las sociedades capitalistas, tomaba la forma de una mercancía o podía ser satisfecho por mercancías. Se ha descrito a menudo los efectos de la sociedad del consumo y sus consecuencias particularmente nocivas al introducirse en el contexto de sociedades tradicionales consideradas como “atrasadas” (y aquí también podría citar a Iván Illich). Es bien conocido y sobraría repetirlo aquí. Pero no se presenta con suficiente claridad el hecho de que, a causa de esta evolución, la sociedad capitalista ya no aparece dividida simplemente en dominantes y dominados, explotadores y explotados, administradores y administrados, verdugos y víctimas. El capitalismo es, de manera cada vez más visible, una sociedad gobernada por los mecanismos anónimos y ciegos, automáticos e incontrolables, de la producción de valor. Todos parecen a la vez actores y víctimas de este mecanismo, aunque por supuesto los papeles asumidos y las recompensas alcanzadas no son los mismos. 

En las revoluciones clásicas, y en su punto más alto en la Revolución española de 1936, el capitalismo era combatido por poblaciones que sentían al capitalismo como una exterioridad, una imposición, una invasión. Le oponían valores, formas de vivir y concepciones de la vida humana totalmente diferentes. Aunque no hay que idealizarlas, constituían de cierta manera una alternativa cualitativa a la sociedad capitalista. Que lo hayan admitido o no, estos movimientos sacaban buena parte de su fuerza de su arraigamiento en ciertas costumbres precapitalistas: en la inclinación al don, a la generosidad, a la vida en colectivo, al desprecio de la riqueza material como fin en sí mismo, en otra percepción del tiempo... Marx tuvo que admitir al final de su vida que lo que quedaba de la antigua propiedad colectiva de la tierra en numerosos pueblos podía constituir una base para una sociedad comunista futura. Hoy, estas formas siguen existiendo, sobre todo entre los pueblos indígenas de América latina y dejo que ustedes digan si pueden formar la base de una sociedad futura emancipada, que tenga profundas raíces en el pasado. Imagino que su respuesta es sí...

Si esto constituye una luz de esperanza, hay que reconocer que significa también a la inversa que, casi en todos los otros lugares, en los países llamados “desarrollados”, en las megapolis del resto del mundo, y hasta en las zonas rurales más apartadas, los individuos sienten cada vez menos a la mercancía omnipresente como un sometimiento ajeno a sus tradiciones, sino, al contrario, como un objeto de deseo. Sus revendicaciones tienen que ver en lo esencial con las condiciones de su participación a este reino, como ya fue el caso del movimiento obrero clásico. Que sea en la forma de un conflicto salarial mediatizado por los sindicatos o de una revuelta en los suburbios, la cuestión es casi siempre la del acceso a la riqueza mercantil. Dicho acceso es generalmente necesario para poder sobrevivir en la sociedad de la mercancía, esto es indudable. Pero es igualmente cierto que estas luchas no plantean la exigencia de superar al sistema actual y crear otras maneras de vivir. De cierta manera, el individuo que pertenece a las sociedades “desarrolladas” de hoy parece más lejos que nunca de una solución emancipatoria. Le faltan las bases subjetivas de una liberación, y por lo tanto también el deseo de esta, porque interiorizó el modo de vida capitalista (competencia, éxito, rapidez, etc.). En general, sus protestas apuntan al miedo de quedar excluido de este modo de vida, o de no alcanzarlo; en muy pocas ocasiones a su mero rechazo. La sociedad mercantil agota las fuentes vivas de la imaginación entre los niños, acosados desde su más temprana edad por verdaderas máquinas para descerebrarlos. Esto es por lo menos tan grave como los recortes en las pensiones, pero no empuja a millones de personas a marchar en las calles o a asediar a los productores de videojuegos y de canales de  TV infantiles. 

Los movimientos de protesta que aparecen ahora en el escenario no carecen de una cierta ambigüedad. Muchas veces, la gente protesta simplemente porque el sistema no cumple sus promesas. De esta forma, se manifiestan por la defensa del status quo, o más bien del status quo ante. Veamos el movimiento Occupy Wall Street y sus propagaciones. Ahí, se responsabiliza de la crisis actual al sector financiero. Se afirma que la economía, y finalmente la sociedad en su conjunto, están dominadas par la esfera financiera. Según la crítica de la finanza, actualmente muy difundida, los bancos, los seguros, y los fondos especulativos no invierten en la producción real, pero canalizan casi todo el dinero disponible hacia la especulación que solo enriquece a los especuladores, mientras destruye empleos y crea la miseria. El capital financiero, según se dice, puede imponer su ley incluso a los gobiernos de los países más poderosos, cuando es que no prefieren corromperlos. También compran a los medios. Así, la democracia se va vaciando de toda sustancia. 

Pero, ¿qué tan seguros estamos de que el poder absoluto de la esfera financiera y las políticas neoliberales que las sostienen son la causa principal de las actuales turbulencias? ¿Y si, al revés, fueran tan solo el síntoma de una crisis mucho más profunda? Lejos de ser un factor que perturba una economía en sí misma sana, la especulación es lo que ha permitido mantener durante las últimas décadas la ficción de la prosperidad capitalista. Sin las muletas ofrecidas por la financiarización, la sociedad de mercado ya se habría derrumbado, con sus empleos y también con su democracia. Lo que se anuncia detrás de las crisis financieras es el agotamiento de las categorías de base del capitalismo: mercancía y dinero, trabajo y valor. 

Frente al totalitarismo de la mercancía, no podemos limitarnos a gritar a los especuladores y otros grandes ladrones: “Devuélvenos nuestro dinero”. Más bien es necesario entender el carácter altamente destructor del dinero, de la mercancía, y del trabajo que los produce. Pedir al capitalismo que se sanee, para lograr una mejor repartición y volverse más justo, es una ilusión. Los cataclismos actuales no se deben a una conjuración de la fracción más codiciosa de la clase dominante; son más bien la consecuencia inevitable de los problemas que desde siempre son parte de la naturaleza misma del capitalismo. Vivir a crédito no es una perversión corregible, sino algo como un último estertor para el capitalismo y todos los que viven en este sistema. 

Ser conscientes de todo esto permite evitar las trampas del populismo que pretende liberar a “los trabajadores y los ahorradores honestos” (vistos como simples víctimas del sistema) del dominio de un mal personificado por la figura del especulador. Salvar al capitalismo atribuyendo todos sus errores a la actuación de una minoría internacional de “parásitos”: esto ya se ha visto antes en Europa.

La única opción es una verdadera crítica de la sociedad capitalista en todos sus aspectos, y no solo del neoliberalismo. El capitalismo no es únicamente el mercado: el Estado es su otra cara (al mismo tiempo que este está estructuralmente sometido al capital). El Estado nunca puede ser un espacio público de decisión soberana. Incluso en cuanto binomio Estado-Mercado, el capitalismo no es, o ya no es, una mera coacción que se impone desde fuera a unos sujetos siempre refractarios. Desde hace mucho tiempo, el modo de vida que ha creado el capitalismo pasa casi por doquier por altamente deseable y su fin posible por una catástrofe. Invocar a la “democracia” (incluso “directa” o “radical”) no sirve para nada si los sujetos a los que se pretende restituir su voz son unos reflejos del sistema que los contiene. 

Es por esto que la consigna “Somos el 99%”, que según se dice ha sido inventada por un ex publicitario pasado a la anti-publicidad (adbusters), Kalle Lasn, y que los medios consideran como “genial”, me parece delirante. ¿Bastaría con liberarse del dominio del 1% más rico y más poderoso de la población para que todos los demás vivieramos felices? Entre estos “99%”, ¿cuántos pasan horas frente a su televisión, explotan a sus empleados, roban a sus clientes, estacionan a su carro en la banqueta, comen en McDonald's, pegan a su mujer, dejan a sus niños jugar con videjuegos, hacen turismo sexual, gastan su dinero comprando ropa de marca, consultan a sus celulares cada dos minutos, es decir son parte integrante de la sociedad capitalista? Herbert Marcuse ya había definido con mucha claridad la paradoja, el verdadero círculo vicioso de cualquier empresa de liberación (el cual, desde entonces, no dejó de profundizarse): los esclavos ya tienen que ser libres para alcanzar su liberación. 

Algunos podrán considerar que estas críticas son excesivas, poco generosas o incluso sectarias. Se dirá que lo importante es que la gente por fin vuelva a moverse, a protestar, que abran los ojos. Que luego van a profundizar las razones de su rebelión; que su grado de consciencia va a elevarse. Es posible y de hecho nuestra salvación depende de esto. Pero, para llegar a este punto, es indispensable criticar todo lo que hay que criticar en estos movimientos, en lugar de correr detrás de ellos. No es cierto que cualquier oposición, cualquier protesta, es en sí misma una buena noticia. Con los desastres que se van a producir en cadena, con las crisis económicas, ecológicas y energéticas que van a profundizarse, es absolutamente seguro que la gente va a rebelarse en contra de lo que le suceda. Pero toda la cuestión es saber cómo van a reaccionar: pueden ponerse a vender droga, enviar a sus esposas a prostituirse; pueden robar las zanahorias orgánicas cultivadas por un campesino o enrolarse en una milicia; pueden organizar una inútil masacre de banqueros o dedicarse a la caza a los migrantes. Pueden limitarse a organizar su propia supervivencia en medio de la debacle. Pueden adherir a movimientos fascistas y populistas, que designan unos culpables a la venganza popular. O, al contrario, pueden luchar para la construcción colectiva de una mejor manera de vivir sobre las ruinas dejadas por el capitalismo. No todo el mundo se va a precipitar sobre esta última opción; incluso sigue siendo la más difícil. Si atrae demasiado poca gente, quedará aplastada. Entonces, lo que podemos hacer hoy, es esencialmente esto: obrar para que las protestas que de cualquier modo no dejarán de surgir, tomen las decisiones apropiadas. Sin lugar a dudas, la presencia de rasgos procedentes de las sociedades precapitalistas puede ampliamente contribuir a la construcción del buen camino.  
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Notas:
1) « ¿Se volvió obsoleto el dinero? », La Jornada, 23 de diciembre de 2011. 
2) Me refiero en particular a la ponencia de Jérôme Baschet, « Anticapitalismo/postcapitalismo ».

Ponencia realizada en el "IIº Seminario Internacional de reflexión y análisis “Planeta tierra: movimientos antisistémicos”. CIDECI, dic-30 (20011) a ene-02 (2012)."