jueves, 17 de mayo de 2018

[Dossier] La lógica del género y la comunización

Nuevo material compartido por 2&3Dorm


"Camaradas y amigxs:

luego de una larga espera estamos felices de compartiles el cuarto y último título de la primera serie de Excursos: La lógica del género y la comunización. 

Este cuadernillo concentra 3 textos elaborados por dos integrantes del Colectivo Endnotes que hasta ahora no se encontraban disponibles en castellano y que, en nuestra opinión, presentan un necesario y agudo punto de vista sobre la relación de género en el capitalismo.

Esperamos que, tanto como a nosotrxs, estos materiales les aporten en una discusión que está lejos de haber sido zanjada.


Salud,

2&3Dorm—"

Extracto de la Introducción:

"Los textos que presentamos a continuación se abocan a la tarea de desentrañar la naturaleza históricamente específica de la relación hombre/mujer en el capitalismo. Estos textos buscan entender cómo la división antagónica de la humanidad en hombres y mujeres —sobre la base de una diferencia anatómica que determina roles sociales específicos y atributos subjetivos peculiares— sirve a la reproducción del orden social basado en la acumulación del (supuesto) valor que el trabajo asalariado produce.

A lo largo del siglo xx, distintos movimientos feministas han apuntado a diferentes aspectos de la sociedad capitalista donde se objetiviza el lugar subordinado de las mujeres: la asignación naturalizada del trabajo doméstico y reproductivo, la violencia misógina, la feminización de la pobreza, la desigualdad salarial, etc. Sin embargo, ninguno de estos aspectos considerados de manera aislada puede ayudarnos a entender por qué aquellos asignados al destino mujer ocupan un lugar “especial” para el Capital ni menos por qué la categorización de la humanidad en hombre/mujer, o el género como categoría esencial de existencia social, es necesario para la expansión del modo de producción centrado en la extracción de trabajo. Creemos que esta cuestión debe ser abordada por la crítica anticapitalista para que nuestra lucha en actos termine de una vez por todas con la totalidad de las condiciones que enajenan cotidianamente nuestras fuerzas vitales y someten la satisfacción de nuestras necesidades al cálculo de la ganancia. Hoy es más importante que nunca realizar esta tarea crítica, pues asistimos a la más profunda crisis de reproducción de la relación capital-trabajo. Por todas partes los síntomas de la desintegración se dejan ver: tanto en la creciente velocidad de destrucción de la base natural de las sociedades, como en las epidemias de las masacres masivas y la soledad allí donde el capitalismo se ha desplegado de forma más total."

******************

"Puesto que la revolución como comunización debe abolir todas las divisiones en la vida social, también debe abolir las relaciones de género, no porque el género sea inconveniente u objetable, sino porque es parte de la totalidad de relaciones que diariamente reproducen el modo de producción capitalista. El género, también, es parte de la contradicción central del capital, y por tanto, debe ser desmantelado en el proceso de la revolución. No podemos esperar hasta después de la revolución para que el problema del género se resuelva. Su relevancia respecto a nuestra existencia no se va a transformar lentamente ya sea por medio de una obsolescencia planeada o una deconstrucción lúdica, o a través de la igualdad de los distintos géneros o la proliferación de una multitud de diferencias. Por el contrario, para que haya revolución, la comunización debe destruir el género en su propio curso, inaugurando las relaciones entre individuos definidos en su singularidad."

La comunización y la abolición del género

miércoles, 4 de abril de 2018

COMUNIDAD DE LUCHA N°3

Tomado de Comunidad de Lucha:

En este número:

- Saltar el torniquete de la no-vida
- Sobre el 8 de marzo: las hogueras nunca se apagaron
- 29-M: memorias del combate anticapitalista

DESCARGAR VERSIÓN EN PDF

**************

Saltar el torniquete de la no-vida


Cualquiera que haya sufrido el hacinamiento y la espera tortuosa en el “horario punta”, puede fácilmente comprender la naturaleza inhumana del sistema de transportes. Efectivamente, este sistema no ha sido creado pensando en nuestras necesidades, ni mucho menos en la comodidad y el placer de quienes viajamos en micro o en Metro. Muy por el contrario, ha sido planificado con la misma racionalidad egoísta y calculadora con la que un empresario compra camiones para transportar animales hacia el matadero: no importa el bienestar de las personas, lo que importa es el bienestar de las empresas.

Es decir, el sistema está creado para hacer de lxs asalariadxs, y de sus hijxs, una fuente permanente de acumulación de capitales: explotadxs directamente en tanto trabajadorxs, y además como “usuarios” de un servicio por el cual debemos pagar. El hecho de que el “Panel de expertos del Transantiago” haya decretado 19 veces desde su puesta en marcha en 2007 la subida del precio del pasaje evidencia su verdadera labor: mejorar la rentabilidad económica de una empresa.

El apoyo –financiero, legal, policial– del Estado a las empresas del transporte es un hecho que ni siquiera cabe discutir, puesto como entidad administradora y protectora de la dominación capitalista, tiene sumo interés en que la gigantesca masa de esclavxs asalariadxs pueda ser transportada todos los días, y en grandes cantidades, a los lugares de trabajo y consumo. Más aún, el día 18 de enero se aprobó la famosa “Ley Anti-Evasión”, que penalizará duramente no sólo el no pago del pasaje y creará un registro nacional de “evasores”. Así, no solo se protegen con multas, cárceles y listas negras las ganancias, inversiones y la propiedad privada de capitalistas y políticos, también se logra, al mismo tiempo, el doble objetivo de perseguir a quienes no pagan, y de aislar y dividir cualquier manifestación de rebeldía por parte de lxs explotadxs y destruir cualquier posible brote de solidaridad.

La existencia de fiscalizadores, así como de la policía, es la prueba de que jamás hemos abandonado la época de los “negreros”: esclavos que controlan y apalean a otros esclavos.

Pero el verdadero símbolo de la miseria de este sistema capitalista, el secreto revelado de su existencia impersonal, inhumana, son los torniquetes.

El torniquete, lejos de ser un objeto neutral o accidental que con maquiavélico ingenio es usado por empresarios para obligarnos a pagar, es en realidad el modelo de toda esta sociedad, el verdadero espíritu de esta falsa comunidad, es la imagen que resume toda nuestra no-vida: pagar para vivir, vivir para pagar.

¿No es, acaso, ilimitado el número de “torniquetes” que debemos pasar durante nuestra vida? ¿Y cuántos de esos otros “torniquetes” son imposibles de saltar? Está el torniquete de la vivienda: pagar para habitar, para dormir, para tener un espacio –reducido para la mayoría de nosotrxs– en el cual sobrevivir. El torniquete de la salud: pagar para sanarnos y continuar nuestra existencia, no en tanto que seres humanos, sino como asalariadxs. Por lo demás, cuando se trabaja por menos de $400.000 (es decir, más de la mitad del universo de quienes trabajan) enfermarse es casi una condena a muerte. ¡Y no se le vaya a ocurrir tener una enfermedad crónica! Porque entonces el “torniquete farmacia” le cobrará mensualmente una suma para que Ud. siga respirando. Y si te endeudas y no puedes pagar, también habrá fiscalizadores acompañados de policías que irán a tu casa a embargarte por la imprudencia de haberte endeudado para mantenerte vivo ¿Y el “torniquete de la educación”? Pagar por venderte a un mejor precio, en el mejor de los casos, que obviamente es el más raro. Una situación laboral precaria e insegura es lo más común, aquí nuevamente… ¡no se le vaya a ocurrir tener problemas, estar triste, enfermarse, tener hijxs que le necesiten mientras trabaja, algún problema familiar! ¡Recuerde que hay cientos, miles tal vez, esperando reemplazarle! En resumen: si no pagas, no comes, no hay casa, y no hay salud, porque si no pagas… ¡no vives!

En el actual sistema de transportes y su organización, se encuentra visiblemente revelada toda la miseria de nuestra vida cotidiana. Hasta tal punto son el Metro y el Transantiago una manifestación de la universalidad de nuestra no-vida, que la crítica del sistema de transportes –y de la rutina social y del aburrimiento que fomenta– es al mismo tiempo la crítica de toda la sociedad, y la confirmación de la necesidad de una vida no sometida al dinero ni al trabajo asalariado. No se trata, por lo tanto, de que se cometa contra nosotrxs una injusticia particular –el torniquete, el hacinamiento, la humillación, la vigilancia– sino que se comete contra nosotrxs una injusticia de carácter universal que abarca todas las dimensiones y facetas de nuestra vida social. El problema no es tal o cual aspecto de esta sociedad capitalista –transporte, salud, AFPs, educación, etc.–, sino que la forma misma en que producimos y reproducimos la totalidad de nuestra vida. Es necesario, entonces, crear dentro de esta sociedad inhumana una comunidad que no dé cabida a la explotación; una comunidad que nos permita imaginar y crear colectivamente una forma de vida emancipada del miedo y de los efectos de todas las formas que asume la represión y, sobre todo, de un modo de no-vida basado en la dominación sobre el ser humano y la naturaleza.


Esta comunidad comienza parcialmente con la rebeldía colectiva a enajenar nuestra vida en el chip de una tarjeta, al negarnos individual y masivamente a reforzar un sistema que nos transporta directo hacia nuestra esclavitud. Pero para que la actual pasividad y evasión individual se convierta en rebeldía generalizada, habría que cuestionar prácticamente todos los aspectos de nuestra vida, de la cual el sistema de transportes es –por fundamental que resulte– solamente un elemento entre muchos otros. Una comunidad de lucha solamente podrá emerger con la ruptura del aislamiento capitalista que cotidianamente reproducimos, no solamente con la evasión o el negarse a pagar un pasaje, no solamente impidiendo que fiscalizadores y policías bajen de la micro a quienes no pueden o se niegan a pagar, sino en la subversión colectiva contra la sociedad del capital. Debemos ir a la raíz del problema. Es necesario dejar de pagar el pasaje como primer paso para dejar de pagar para vivir. Es necesario abolir la propiedad privada y el trabajo asalariado, bases reales sobre las que crecen el Estado y el sistema capitalista. Una comunidad de lucha solamente podrá afirmarse en ruptura con la totalidad del sistema y no solamente contra un aspecto particular, en la creación colectiva de una vida que ataque directamente los fundamentos sociales e históricos de la inhumanidad. La rebeldía contra el sistema aunque se manifieste por ahora en situaciones que aparecen como las más injustas –como las alzas de pasajes– lleva en sí un espíritu universal: el comienzo de la época de la superación colectiva del aislamiento capitalista.

Contra las leyes, la represión y la paz social del Capital
¡Comunidad de lucha!

jueves, 8 de marzo de 2018

Folleto: 8 de marzo contra el Capital y otros textos (Boletín La Oveja Negra)

Lxs compañerxs que editan La Oveja Negra (Rosario, Argentina) contribuyen con el siguiente material:

"Compartimos un folleto que preparamos con artículos del boletín La Oveja Negra y panfletos repartidos en la ciudad de Rosario:

- El primer acto del 1ro de mayo en Rosario y Virginia Bolten 
- Memoria: La voz de la mujer
- Las hogueras aún no se apagaron
- Des-memoria: Homenaje estatal a Virginia Bolten 
- Hablando con las paredes: «Mi cuerpo es mío»
- Memoria: Pepita Gherra... La voz de la mujer
- Cultura machista y victimización 
- 8 de marzo contra el Capital 
- Hablando con las paredes: «Mujer bonita es la que lucha» 
- Palabras de lucha hacia la raíz 
- Nos están matando 
- Hablando con las paredes: «...» 
- ¡Abajo el trabajo doméstico! 
- ¡Higui a la calle! 
- Memoria: «вниз с войной!» 
- La cultura de la violación 
- 8 de marzo: Paro Internacional de Mujeres 
- Algunas reflexiones en torno al 8M 2018"

lunes, 26 de febrero de 2018

No quieren proteger la niñez, desean endurecer la represión

Tomado del nuevo sitio de COMUNIDAD DE LUCHA.

A los defensores del orden les cuesta disimular su desprecio por la vida. Es lógico, puesto que esperan que esta sea lo más funcional posible al mantenimiento y perfeccionamiento de las relaciones de dominación, a la explotación en la forma de trabajo asalariado. Somos rebajadxs a la categoría de mercancías intercambiables, idealmente baratas. “Que los estudiantes se dediquen a estudiar”, “que los trabajadores se dediquen a trabajar”, rezongan con prontitud cuando, tímida o enérgicamente, sectores del proletariado, hartos de la miseria que les ahoga, expresan su descontento y rompen con la monotonía de la supervivencia capitalista.

Estas últimas semanas, utilizando desvergonzadamente como excusa los horribles casos de violencia física y sexual hacia niños y –principalmente– niñas, personajes y fracciones del mundillo conservador vociferan a coro por la vuelta de la pena de muerte. No son más que hipócritas, pues históricamente han alentado y festejado efusivamente la multitud de horrores que se han cometido contra quienes consideran sus enemigos (justifican y se ríen de las torturas, desapariciones y asesinatos que sus esbirros cometieron y continúan cometiendo en nombre de la familia, la patria, el orden y la propiedad). Son criminales, pues tras la manipulación morbosa de los casos señalados, intentan profundizar los mecanismos represivos de los que son adictos. Enemigos, claro está, pues es contra nosotrxs que quieren utilizar todas las herramientas posibles para mantenernos silenciadxs, acorraladxs, mutiladxs.

Desde otros sectores de la gama en que se presenta el partido del orden, aquellos que se dicen progresistas (y con razón, pues están realmente interesados en el progreso de la sociedad capitalista), responden, un poco espantados, que tales alegatos serían retrógrados, justificándose en argumentos centrados en aspectos jurídicos, tomando como molde sociedades avanzadas y desarrolladas, “primermundistas”. Dicen que deberían atenderse los problemas de fondo. ¿Cuáles? Según ellos, la injusta distribución de la riqueza, la falta de educación, el mejoramiento del sistema carcelario, etc. En definitiva, los lamentos típicos del progresismo y el reformismo, cuyas esperanzas recaen en la regulación de la miseria capitalista.

Pero que toda esta camarilla de políticos y aspirantes a serlo salga a opinar sobre el tema, encuentra su razón de ser en la repercusión de estos hechos en la “masa” misma. Se mueven en ella (de la que formamos parte) tendencias contradictorias. Acostumbradas a no poder decidir nada realmente importante acerca de sus vidas, encolerizadas con razón ante crímenes horrendos, y ante la supuesta incapacidad del Estado de dar respuesta a ellos, sólo les queda el fervor punitivo, las ansias de un castigo ejemplificador. La bronca natural es canalizada hacia el perfeccionamiento de la represión estatal y el desmembramiento de lo que quede de lazos comunitarios.

Pero los filofascistas que denuncian la pedofilia, a menudo emparentándola con otras formas de vivir la sexualidad que escapan de los modelos tradicionales –principalmente la homosexualidad–, que piden la pena de muerte y tortura hacia los violadores, son los mismos que reducen a la mujer a objeto de valoración y uso. Estos que dicen querer defender a “nuestros niños”, al mismo tiempo que hacen de la familia su bastión, aquella institución que es donde se producen la mayoría de los casos de abuso y violencia, no se escandalizan por la vida horrible a las que los someten, bombardeadxs de publicidad angustiante y alimentadxs con porquería industrial. La defensa ominosa del orden social capitalista precisa de vez en cuando del señalamiento fingidamente horrorizado de algunos de sus excesos. Y en efecto, así se les clasifica. Quienes violan mujeres y niñxs son sujetos enfermos, “sin cura”, condenables como monstruos. Lo realmente monstruoso y enfermo es nuestra existencia misma cuya finalidad es la de ser parte del ciclo de valorización del capital, que no puede dejar de crecer a costa de dejar de ser tal. En este ciclo alienante, donde el abuso está en el centro de todas las relaciones sociales, la niñez es blanco “natural” para aquellxs que no encuentran con quien descargar su frustración. Esto en ningún caso justifica las agresiones puntuales, que como tales deben ser respondidas, pero permite atacar la raíz de la violencia contra lxs niñxs.


En este mundo invertido en el que nos toca sobrevivir, se reprime abiertamente el desarrollo libre de la sexualidad infantil, llenándola de tabúes y prejuicios, al mismo tiempo que se disfruta disfrazando niñxs de pequeños adultos, limitándolos a los estrechos modelos existentes, incluyendo por supuesto aquellos referidos al comportamiento sexual. Así, les parece gracioso ver una niña imitando bailes “sexys” de alguna artista, pero les asusta que tomen conciencia de sus cuerpos.

Para enfrentar la crueldad con la que a diario deben enfrentarse niñas y niños, es imprescindible generar una comunidad humana que base su existencia en la solidaridad, en la que la niñez no sea concebida meramente como un proceso de adiestramiento para la vida adulta, para el trabajo asalariado. Los casos de violencia sexual contra niñxs deben ser evidentemente combatidos, pero atacando a la vez a quienes pretenden la manipulación de esta realidad horrible a fin de endurecer los mecanismos represivos del Estado, que son los que, entre otros, generan las condiciones necesarias para su existencia y mantenimiento. 

domingo, 14 de enero de 2018

"COMUNIDAD DE LUCHA N°1", nueva publicación en las calles y la web


Primer número de la publicación agitativa "Comunidad de Lucha", cuyo contenido es:

- Contra el Papa, sus anfitriones y sus falsos críticos
¿Cambio de gobierno? Con la izquierda o con la derecha: es el mismo Capital golpeándonos
Resistencia contra el Estado y autonomía mapuche a ambos lados de la cordillera


******************
Contra el Papa, sus anfitriones y sus falsos críticos

“Ni en dioses, reyes ni tribunos / está el supremo salvador. Nosotrxs mismos realicemos / el esfuerzo redentor”. La Internacional, 1871

La Iglesia Católica es una de las organizaciones represivas que con más éxito ha perpetuado la dominación del humano por el ser humano. En su ya milenaria existencia, ha ejercido el terror y la persecución sobre numerosas comunidades, destacándose su colaboración y participación en el genocidio de millones de nativos durante la conquista de América, de África y de Asia. No puede olvidarse tampoco la cacería desatada por la Inquisición en contra de quienes se consideraba rebeldes o un peligro –principalmente mujeres a las que se definía como “brujas” por su cercanía a la naturaleza–, imponiendo de este modo el control represivo sobre el cuerpo y las ideas, dominando los cuerpos y las acciones cotidianas; en otras palabras, preparando el terreno para la posterior dominación capitalista. 

Durante el siglo pasado, la Iglesia fue un pilar fundamental de la dominación capitalista y de la contrarrevolución mundial. Gracias a su alianza con el régimen fascista de Mussolini consiguió su actual Estado Vaticano, y una serie de privilegios que con los años lograron posicionarla –mediante su banco– como uno de los mayores capitales financieros del mundo. La Iglesia no sólo apoyó públicamente el régimen Nazi –episodio hoy bastante olvidado– sino que ayudó a financiarlo y, después de su caída, dio cobijo a varios genocidas y exterminadores que entraron a formar parte de las filas del sacerdocio. No pretendemos resumir aquí toda la lista de horrores que la Iglesia ha infringido sobre la especie humana, solamente queremos hacer notar el siguiente hecho: aún cuando se encubra, detrás de una máscara místico-religiosa, una de las principales actividades de la Iglesia como institución es la mantención de la paz social necesaria para la perpetuación de la dominación. Ya sea en el esclavismo romano, en la servidumbre feudal o en la actual esclavitud asalariada, la Iglesia siempre ha estado allí en la cima de la estructura jerárquica; ya fuesen emperadores, reyes o capitalistas, siempre los explotadores han encontrado un aliado fiel en la Iglesia. 

La actual visita del Papa debe, en consecuencia, ser comprendida y analizada con todo su peso histórico. Es necesario arrancar el velo que alegremente difunden capitalistas, tecnócratas y policías por los medios de engaño de masas para ver el verdadero propósito de la visita del líder del Estado Vaticano: afirmar la paz social del capital en Chile cuestionada visiblemente por las comunidades mapuche que actualmente se encuentran en resistencia a la represión militar del Estado chileno. Recordemos además que la visita del anterior Papa Juan Pablo II –ferviente anti-comunista–, fue para consolidar la transición desde la dictadura cívico-militar hacia una democracia capitalista moderna. 

No es casualidad que uno de los eventos principales haya sido en el Estadio Nacional, lugar ocupado algunos años antes como centro de tortura y exterminio de personas por el régimen, en donde recordó las víctimas pero también aprovechó de hacer un llamado “para que desde aquí brote la paz y la reconciliación”. 

Pero no puede haber reconciliación alguna mientras exista la dominación del Estado y del capital. La paz y reconciliación a la que llamaba en aquel entonces el Papa no era la superación de este mundo miserable, sino que era la paz democrática y policial que tanto necesitaba el capital y que –primero mediante el exterminio planificado por la dictadura, y luego mediante la modernización económica– desde entonces no ha dejado de imponerse. El Papa solamente cumplía el rol de consolidar el legado de la dictadura, y asegurar una transición sin protestas hacia el dominio pleno del capital. Una nueva visita del jefe del Estado Vaticano solamente puede cumplir la misma misión, encubierto por su figura de líder religioso que viene a consolidar la paz social amenazada. Nuevamente, tampoco es casualidad que su venida esté precedida por una amplia movilización represora en zonas estratégicas –las mismas que visita el Papa, obviamente–, que es justificada con la excusa de velar por la seguridad de “su santidad”. 

La religión es la expresión alienada del anhelo de comunidad y reunión, es la “realización fantasiosa de la humanidad”. El movimiento revolucionario debe oponerse a la religión, pero no desde el racionalismo científico, que es un modo de ser y de pensar del capitalismo, sino que debe tomar posición del otro lado de la religión. No ser menos que ella, sino más. La comunidad religiosa es una comunidad ilusoria, no pasa de ser un conjunto de soledades que comparten una misma ilusión. El movimiento revolucionario es la dinámica que tiende a crear una comunidad humana en la que han dejado de existir la represión y la dominación. 

¡Abajo el reino de los cielos! 
¡Revolución social contra el Estado y el Capital! 
Contra la paz social del capital… ¡Comunidad de lucha! 

OMNIA SUNT COMMUNIA (TODO ES DE TODXS)

OMNIA SUNT COMMUNIA
(TODO ES DE TODXS)

En efecto, allí expuse abiertamente ante los príncipes que el pueblo entero tiene el poder de la espada y también la llave para abrir y cerrar, y decía, apoyándome en el texto de Daniel, del Apocalipsis, de los Romanos y de los Reyes (Dt 7, 27; Ap 6, 15; Rom 13, 1; Sam 8, 7), que los príncipes no son señores, sino servidores de la espada. No pueden hacer lo que les place, sino lo que es justo. Por eso, de acuerdo con la buena práctica tradicional, el pueblo tiene que estar presente cuando alguien es juzgado según la ley de Dios. Y ¿por qué? Si la autoridad intentara pervertir el juicio, entonces los cristianos allí presentes deberían rechazarla y no consentir en su tropelía, porque Dios pedirá cuentas de la sangre del inocente (Sal 79 (78), 10). La mayor abominación sobre esta tierra es que nadie se preocupe de los que pasan necesidad, aunque los poderosos hagan lo que les plazca, tal como se halla escrito en Job 41. 

El infeliz pelotillero (Lutero), en oposición al texto de Pablo a Timoteo (1, 7), quiere cubrirse con Cristo y con una falsa bondad. Sin embargo, en su libro sobre los tratados comerciales, afirma que los príncipes, confiadamente, pueden unirse a los ladrones y todo tipo de gente de mala vida. En el mismo libro no dice ni palabra sobre el origen de todas las formas de latrocinio. Sin duda, es un heraldo que quiere ganar méritos con la sangre derramada, con la finalidad de obtener bienes temporales. No debería olvidarse, sin embargo, que Dios ha mandado no poner los ojos sobre ellos. 

Date cuenta: nuestros señores y nuestros príncipes se hallan en el origen de cualquier tipo de usura, de robo y de estafa, ya que se apoderan de todo lo que existe como si fuera de su propiedad. Los peces en el agua, los pájaros en el aire, las plantas en la tierra: todo tiene que pertenecerles. Después de eso, proclaman los mandamientos de Dios al pueblo: Dios ha mandado que no debes robar. Con la mayor sinvergüenza del mundo, sin embargo, este mandamiento no vale para ellos. 

Reducen todos los hombres a la más vil miseria, desnudan y cercenan a los labriegos, artesanos y todo lo que vive, pero si alguien comete el más pequeño error, de inmediato es colgado en la horca. A todo esto el doctor Mentira responde: “Amén”. Los mismos señores provocan que el pobre se convierta en enemigo. Y, como resulta harto evidente, no hacen nada para alejar la causa de la insurrección. En consecuencia: ¿cómo podrá desenvolverse todo de tal manera que a la larga resulte bien? 

Por todo ello proclamo que se ha de ser rebelde. ¡Ánimo, pues!

***********

THOMAS MÜNTZER (1490-1525), Defensa bien fundamentada (extracto). Texto escrito en 1524, como parte de la violenta polémica de Müntzer contra Lutero y los príncipes. Un año después fue capturado, torturado y cruelmente ejecutado por el Poder, junto a varios miles de campesinos insurrectos. Su obra, que ha tratado de ser sistemáticamente ocultada y/o calumniada por católicos y protestantes, constituye una clara y luminosa defensa del Comunismo, expresado aún en un contexto religioso y pre-moderno, pero apuntando certeramente a un programa teórico y práctico de comunización generalizada. 

Bibliografía para profundizar: Tratados y sermones, Thomas Müntzer; Las guerras campesinas en Alemania, Federico Engels; Thomas Müntzer, teólogo de la revolución, Ernst Bloch; En pos del milenio, Norman Cohn; Q, Luther Blissett; El incendio milenarista, Yves Delhoysie y Georges Lapierre.