lunes, 25 de junio de 2012

Utopías del equilibrio. Apuntes sobre pensamiento libertario, ecología y producción.



Utopías del equilibrio. 
Apuntes sobre pensamiento libertario, ecología y producción.

Determinadas corrientes y planteamientos libertarios “clásicos” han sido bastante poco conocidos. Entre esos están los que podríamos calificar de algún modo de protoecologistas: cuestionamientos del modelo de ciudad, la organización energética y productiva... Por otra parte, cuando se habla de experiencias como la autogestión de la Barcelona revolucionaria, se suele hacer hincapié en los aspectos económicos más productivos, y otros factores siempre han quedado más en la sombra. Estos apuntes son un intento de rescatar aspectos que pueden resultar aclaradores no sólo de las teorías de pensadores, sino del movimiento que las hacía de algún modo suyas, en contextos que aportaban en sí otras formas de vida.

La ciudad será un punto central. Muchos análisis urbanos de los que beberá el anarquismo de finales del XIX están ya atravesados por la necesidad de realizar una crítica radical a la gran ciudad masificada, en constante expansión incontrolada y de insalubres condiciones de vida generada por el proceso industrializador. 

Son continuadores de una línea clara de pensamiento que reflexiona sobre la necesidad de que la ciudad cambie radicalmente de planteamiento. No tenían tan clara conciencia como la tenemos ahora sobre el agotamiento de los recursos naturales o sobre la desaparición de la biodiversidad, pero sí una idea implícita sobre los límites de la naturaleza que no era conveniente traspasar, de los riesgos de una explotación ilimitada respecto a algunos recursos o a la deforestación, erosión del suelo, cambios locales en el clima...

La idea de la ciudad jardín preconizada por Ebenezer Howard se convertirá en una pieza clave en el planteamiento de un nuevo sistema productivo marcado no sólo por el equilibrio ecológico, sino por otra forma de concebir los procesos productivos y la convivencia humana. Kropotkin y Reclus fueron reconocidos inspiradores de estas utopías urbanas, especialmente el primero, a través de su apuesta por la descentralización energética y la producción alimentaria de proximidad. Podríamos considerar a Patrick Geddes, biólogo escocés, el verdadero introductor del término “orgánico”, que hace referencia a la necesaria autosustentabilidad de la ciudad, que debería ser pensada como organismo, y por tanto nunca puede crecer ilimitadamente. Patrick Geddes fue el maestro y principal influencia en este tema de Lewis Mumford, quién, además de muchos otros análisis fundamentales, planteó la necesaria planificación ecológica de toda la región natural.

Respecto al contexto de las grandes ciudades en la Península Ibérica en ese período, en Barcelona se dio un debate profundo sobre esas cuestiones. Cebrià de Montoliu fue un impulsor de la ciudad jardín, e intentó (sin éxito, principalmente por los límites de la especulación urbana) reproducir en Barcelona las experiencias de Geddes y Reclus(1). Hay que tener en cuenta que esos planteamientos se unen a otros de tipo más popular como la oposición a la agregación de los pueblos limítrofes a Barcelona en 1897, y a otros planteamientos urbanos más directamente ligados al movimiento libertario como los de Alfonso Martínez Rizo, arquitecto que cuestionó por ejemplo la cuadrícula urbana, el barraquismo, e hizo análisis muy interesantes sobre la ciudad y sus necesarios límites, señalando que la ciudad jardín era sólo posible a través de una revolución libertaria(2). También en la órbita libertaria se movía Albert Carsí, hidrogeólogo que planteó, en la senda de Reclus, la necesidad de una nueva cultura del agua(3).

Municipio libre

El problema de la superpoblación y el paro en las ciudades no se puede separar del de la inmigración masiva de habitantes de zonas rurales a grandes ciudades industrializadas, ni de la cuestión agraria con la problemática asociada a las reformas de la época. Es en este contexto en el que cobrará cada vez más fuerza el planteamiento del municipio libre(4)  (teorizado por Alaiz(5) o Isaac Puente), la confederación de municipios autónomos que funcionen de forma comunal, gestionados en asamblea.

El municipio libre añade un planteamiento enormemente interesante desde un punto de vista contemporáneo: sitúa la decisión última sobre las infraestructuras (caminos, molinos, fábricas) en la asamblea de habitantes del pueblo, dejando a los técnicos un papel de asesoramiento a la asamblea y realización de los planeamientos, pero sometidos a la decisión de las asambleas de municipios afectados. Estos planteamientos están inmersos en esa filosofía de equilibrio entre la actividad humana y la naturaleza; aunque pueda parecer anecdótico, merece la pena reseñar por su carácter simbólico el ejemplo de decisión colectiva sobre el trazado de un nuevo camino que imagina Alaiz(6) hablando de las colectividades campesinas: a raíz de la queja acerca del derribo de una encina, la asamblea decide modificar el trazado de un camino, tomándolo como símbolo del cese de la deforestación en la nueva sensibilidad social.

Neomalthusianismo

Otro aspecto que se revelaba ya clave para quienes tuvieron una observación crítica sobre el agotamiento de los recursos a inicios del XX es el debate sobre los límites de la población y los recursos naturales, que fue, a partir de Malthus, largo y tendido. La oposición a las teorías malthusianas de la necesidad de guerras y enfermedades para equilibrar la población, tachándolas de servir a los intereses de la burguesía, fue unánime, pero aunque muchos teóricos anarquistas no se preocuparan de los límites poblacionales considerando básicamente que el problema era el reparto de los recursos, otros sí lo hicieron: el neomalthusianismo planteaba una limitación consciente, mediante el uso de anticonceptivos, de los nacimientos, negándose a los propósitos natalistas de la burguesía que pretendía una expansión poblacional y a los intereses bélicos que exigían que los pobres fueran carne de cañón, literalmente. Evidentemente, fueron combatidos por la Iglesia. 

Además del análisis del riesgo de agotamiento de los recursos naturales,  uno de sus aspectos más reseñables es el discurso radical acerca de la libertad de las mujeres para decidir acerca de su propia maternidad, señalando en muy temprana época que la información y el libre acceso a los anticonceptivos(7) eran indispensables para la libertad de las mujeres, además de ser una exigencia para la transformación social profunda del amor libre.(8) 

Respecto a la acogida de estas ideas por las mujeres, hay que pensar que el papel de las obreras era más importante del que creemos (y, como tuvieron en cuenta no sólo las mujeres que luchaban por emanciparse, sino todos los que apoyaban esta perspectiva neomalthusianista, sin libertad para las mujeres no sólo no habría justicia social, tampoco se podía lograr una sociedad equilibrada sin riesgo de superpoblación y con hijos bien atendidos). Si la presencia femenina en sindicatos y ateneos fue baja no es por desinterés, sino por otras limitaciones relacionadas con el patriarcado. Si queremos encontrar claves para superar los límites impuestos hoy en día por el contexto posibilista en que se mueve el feminismo institucional, además de tener en cuenta estas experiencias de liberación femenina, conviene recordar que las mujeres obreras trabajaban asalariadamente (en peores condiciones que los hombres) desde los inicios de la industrialización, y formaban parte de las luchas obreras también desde sus inicios. Y antes de esa industrialización también las mujeres compatibilizaban el trabajo productivo con el reproductivo y el de cuidado (el ideal de la mujer volcada únicamente en el cuidado de sus hijos nace en una época relativamente reciente e industrializada de la mano de la burguesía, aunque haya sido posteriormente aceptado, como tantos otros valores asociados a la industrialización). Ni los anticonceptivos ni el trabajo asalariado son “regalos” que nos haya hecho el capitalismo de consumo en la década de los 70, ni tiene sentido discutir la conveniencia o no de que las mujeres compaginen la maternidad con el trabajo productivo, porque prácticamente nunca ha sido de otra manera, si atendemos a la realidad de obreras y campesinas.

Volviendo al neomalthusianismo, en el estado español, Luis Bulffí fundó en 1905 la Liga Española Salud y Fuerza (Procreación Consciente y Limitada), que propagó estas teorías hasta volverlas mayoritarias en ateneos y federaciones obreras. En su revista escribieron personajes interesantísimos como Isaac Puente, médico que conectó el neomalthusianismo con el naturismo.

Sobre la cuestión productiva

“La nueva economía del mundo de iguales y libres ha de descongestionar las monstruosas aglomeraciones urbanas. Propiciemos ya en el mundo obrero la vuelta al punto perdido: la comuna libre, y desde esa base natural y nada artificiosa, sino verdadero cimiento de la biología social, hagamos por estructurar la nueva vida a base de un reparto proporcional de las fuerzas motrices y los instrumentos mecánicos realmente útiles, pasando a enlazar el desenvolvimiento agrícola de las comunas con sus derivados industriales precisos a sus necesidades locales, es decir, industrializar en lo estrictamente preciso los productos que requiera una vida simplificada en la cual las necesidades del espíritu tengan más espacio y tiempo para su cultivo.”(9) 

Todo esto nos llevaría a plantearnos la relación de los anarquistas con el progreso, la tecnología y la industrialización. Esta es una cuestión enormemente compleja, porque además es muy diversa en las diferentes corrientes anarquistas. Algunas posturas anarquistas rechazaban totalmente la industrialización (comunas naturistas a las que se alude en la ponencia del Congreso de Zaragoza, como las propugnadas por Federico Urales), otras no fundamentaban una crítica profunda a esto por centrarse en los problemas inmediatos. Sin embargo, en general, si consideramos que la discusión entre diversas concepciones económicas de la sociedad anarquista desembocaron en la ponencia sobre el comunismo libertario del Congreso de Zaragoza, se podría decir que el planteamiento de la descentralización productiva basada en la comuna que tiende al autobastecimiento, gestionada localmente de forma asamblearia e integrando la (en general pequeña) industria en un equilibrio ciudad-campo se generaliza.

Desde luego no podemos hablar de un rechazo ni siquiera una desconfianza generalizada hacia la técnica (sí fue así en algunos casos), pero tampoco de una esperanza ciega en la reapropiación del sistema productivo industrial tal y como era (y sigue siendo, aumentada su nocividad). De algún modo fluye de unos a otros (Kropotkin, Geddes, Reclus, incluso Mumford) una esperanza en una nueva técnica que acompañaría a la humanidad en un cambio de rumbo(10). No se trata, en su caso, de discernir sobre lo positivo o negativo de tal o cual avance, sino de replantear completamente la dirección productiva, en una organización social en la que las necesidades a cubrir sean una decisión colectiva y descentralizada, y no una imposición.

Esto no significa una lectura única, por supuesto. Se dieron otras posturas claramente productivistas, como las de Abad de Santillán, por ejemplo.

A la vista de la situación actual, tal vez habría que señalar una excesiva confianza en la técnica, especialmente por parte de autores como Kropotkin, como se ha hecho(11), pero no sería justo dejar de ver que no escribían desde nuestra derrota, sino desde la perspectiva colectiva de quienes consideran posible una transformación revolucionaria de la economía y la producción al completo (una perspectiva difícil de considerar actualmente). Por tanto, no les movía el deseo de limitar la voracidad del capitalismo, como a buena parte de las propuestas ecologistas actuales. 

Para los anarquistas de la época fue en general una constante la voluntad de elevar el nivel de vida de la población (partían de una situación en muchos casos de miseria), pero en lo que respecta a la satisfacción de las necesidades básicas, y no a la multiplicidad de falsas necesidades del capitalismo actual (la emergencia de las clases medias y el bienestar no se había dado en la sociedad peninsular de la época). Aun cuando sea imposible saber adónde hubiera llevado la organización descentralizada de la economía y la producción que planteaban, me parece imprescindible recuperar perspectivas que pueden ser todavía inspiradoras para enfrentarnos a situaciones actuales.

Por otra parte, me parece fundamental relacionar estas ideas con el contexto del movimiento obrero que podía acogerlas, de forma no tan limitada como podríamos pensar (por ejemplo, Reclus era uno de los autores más leídos entre los obreros). Ateneos y sindicatos, junto a redes sociales de apoyo mutuo y vida en común (vecindad, proximidad), que proporcionaban una perspectiva de emancipación y se convertían, en sí, en una forma de recuperar terreno en la lucha entre la ciudad burguesa y la ciudad popular(12). Probablemente esa es una de las perspectivas más difíciles de recuperar hoy en día, desposeídos como estamos de la comunidad, pero es fundamental tenerla en cuenta, por limitadas que sean actualmente nuestras perspectivas en ese sentido.

Todo ese movimiento popular estaba atravesado por la insistencia en la cultura y el conocimiento, y no simplemente por la voluntad de conseguir mejoras. Habría que detenerse en este punto, porque nuestra visión actual de esos conceptos puede estar muy empañada por la recuperación del Estado y el poder. La cultura y el conocimiento al que se aspiraba no eran lo que desde hace décadas han convertido en mercancía, ni (aunque sea necesario cierto escepticismo ante la fascinación cientificista de algunos teóricos anarquistas) unos avances científicos al servicio de los intereses del poder, ni el desarrollo de la técnica como una sucesión de artículos de consumo. Era (y es) otra cosa; tal vez aquello que permite complementar la comunidad y lo colectivo con una libertad de desarrollo personal y consecuencia con las personales elecciones en la vida. El conocimiento, en ese contexto, no se sitúa exactamente en la disyuntiva actual entre institución y comunidad(13). Más allá de cuáles fueran en concreto sus creencias en el conocimiento y en la esperanza de emancipación (en eso habrá que encontrar respuestas variadas, en lo personal y colectivo), es posible, pienso, encontrar en la entremezcla de referencias que animó a ese movimiento, entre lo comunitario proveniente de lo rural, las experiencias de lucha y espacios compartidos del mundo urbano y la emancipación del conocimiento y la cultura, inspiraciones para orientarse en el difícil presente.

De ese, a veces, caos armónico se desprende la idea de progreso (humano) que pusieron sobre el tablero, bien diferente del caramelo envenenado que nos venden (o hacen engullir) ahora.

Colectivizaciones en Barcelona, 1936

En los debates libertarios de los últimos años el obrerismo (normalmente ligado a sindicalismo) ha sido un tema en constante debate.  Al plantear si la autogestión, obrera o colectiva, es viable hoy en día, ha surgido multitud  de veces la objeción de que una sociedad como esta no puede ser autogestionada (algo evidente), suponiendo (en mayor o menor grado) que en la tan comentada revolución del 36 los anarquistas se limitaron, en general, a plantear la autogestión del sistema productivo tal y como era.

Desde luego, hacer un análisis global y pormenorizado de esta cuestión excede el propósito y las posibilidades de estas líneas. Sí me gustaría, no obstante, señalar algunos aspectos que considero merecedores de atención, porque ayudan a retomar perspectivas que considero fundamentales sobre la transformación radical de la sociedad. Para acercarse a valorar las posibilidades de los cambios radicales que planteaban, puede ser muy interesante leer la prensa anarquista de la época, especialmente la multitud de noticias y reportajes sobre colectivizaciones aparecidos en Solidaridad Obrera(14), así como el libro de Souchy y Folgare acerca de la revolución en Catalunya, que recoge reportajes, entrevistas y testimonios directos. Estas lecturas permiten acercarse a una realidad revolucionaria en parte diferente a la que se suele evocar (a veces la historia del anarquismo, la hecha desde el movimiento y, sobre todo, la hecha desde la academia, ha tendido demasiado a centrarse en los personajes más representativos, y en el caso del período 36-39, esto se vuelva aún más complicado). Muchas transformaciones no vinieron de análisis de líderes o teóricos, sino que se dieron en el contexto de las realizaciones prácticas.

En la maternidad se realizó un proceso de cambio total, de una institución represiva dedicada a maltratar a las madres solteras para que dejaran a sus hijos en adopción a familias ricas, a un espacio de apoyo en el que se apoyaba a mujeres solas en su maternidad,  dándoles un espacio de apoyo y planteando unos valores sociales de libertad(15). Experiencias como ésta se acompañaban de cambios sociales como el impulsado por la despenalización del aborto, con un discurso de liberación sexual femenina que sería radical aún hoy en día. Profundamente transformadores, en la época, eran también los planteamientos de cambio en los psiquiátricos, priorizando las necesidades emocionales de los pacientes(16). Se proporcionó escuelas para todos los niños (el CENU), una escuela integral y antiautoritaria, cuya convivencia se gestionaba asambleariamente por los alumnos. Estos proyectos señalan una concepción de los servicios de atención a las personas diametralmente opuesta de la “gestión de recursos humanos” disfrazada de atención social “integradora” de hoy en día.

Otras transformaciones que se movían en el terreno de lo no directamente productivo tienen que ver con las fábricas y su control por sus propios trabajadores. Por ejemplo, la realización de bibliotecas en las fábricas (como la de cervezas Damm), espacios comunitarios como comedores autogestionados, salas de conferencias... 

Es cierto que, en general, el hecho de que la Revolución fuese canalizada por los sindicatos supuso una órbita productiva y política diferente de lo que hubieran sido otras posibilidades(17). Sin embargo, por lo que respecta a la visión que tenemos, hay que observar algunos aspectos respecto a la historia que habitualmente nos ha llegado acerca de esa revolución. Una, que se ha dado muchísimo peso a los líderes de la CNT, a menudo a los más productivistas (de la batalla política del mayo del 37 está claro que la CNT salió perdedora, como explica Miquel Amorós en La revolución traicionada). Otro aspecto es la desintegración general del anarcosindicalismo en tanto que movimiento amplio tras la larguísima dictadura y la conflictiva reconstrucción de la CNT en un contexto social radicalmente diferente, que ha hecho a menudo casi imposible continuar determinados debates, manteniendo a menudo una especie de imagen gloriosa y congelada que en realidad escondía muchas más diversidades y debates (algunos especialmente contemporáneos).

Sin embargo, también queda claro que la realidad de las fábricas, talleres, comercios y servicios no iba en esa línea de concentrarse únicamente en la guerra. Por ejemplo, pese a la claudicación política de la CNT, las fábricas y servicios resistieron colectivizados hasta el final de la guerra.  Pese a toda la censura de guerra (realmente feroz), leyendo cartas y opiniones de “militantes de a pie” en Solidaridad Obrera, por ejemplo, se revela evidente el descontento de los anarquistas ante la situación política. Y esos objetivos y propuestas de los trabajadores en sus propios espacios laborales han pasado bastante desapercibidos en la historia, pero se puede intuir en ellos algunas cosas que no dejan de tener su importancia: que los intentos de transformación profunda no fueron sólo cuestión de un programa previo ni de una teoría más o menos perfecta, sino que se basaban en una reapropiación real de algo que cada hombre y mujer vivía y sabía hacer, y que (dejando aparte la cuestión de si lo hubieran conseguido) no querían limitarse a volver un sistema técnicamente más eficiente, sino volverlo acorde con sus propias necesidades en todos los aspectos. Influía tal vez un contexto que no tiene que ver directamente con ninguna ideología obrera: las personas que compartían trabajo también compartían otros espacios, como se ha visto antes, y el ambiente laboral de esos años era bastante diverso de la mayoría de nuestras experiencias. 

La cuestión de la autoorganización en las fábricas barcelonesas ha sido controvertida. Para el PSUC era egoísmo e improductividad, y parece evidente que para el sector dirigente de una CNT cada vez más claudicadora ante las exigencias de limitar un proceso revolucionario era imprescindible concentrar esfuerzos en interminables exhortaciones a trabajar y producir(18). Este es un tema muy complejo en el que haría falta detenerse muchísimo más, cosa que aquí es imposible. Mi intención es sólo la de plantear que la realidad de esas fábricas (compleja y casi inabordable, entre otras cosas por falta de documentos fiables) no tenía por qué corresponderse, pese a que sin duda fue en muchos aspectos mejorable, a determinadas acusaciones que presentaban a los trabajadores como egoístas, incapaces de pensar más allá de sus necesidades inmediatas o de hacer aún la revolución(19).  Sucede también, por otra parte, que se ha tendido a responder a las críticas de la izquierda demócrata o autoritaria respecto a una supuesta ineficiencia productiva de las realizaciones anarquistas argumentando principalmente en el terreno de la cuantificación productivista. 

Parece que la necesidad de tanta llamada a la producción “sin perder el tiempo” (en otras realizaciones revolucionarias, claro) podía deberse a una falta de identificación paulatina de muchos anarquistas con la situación política y lo que ésta les exigía (hay que recordar que esas fábricas fueron colectivizadas sin que mediara una orden de la CNT para hacerlo). Por otra parte, evidentemente no se pueden obviar las necesidades de la guerra.

La cuestión de la desaparición de sectores productivos es una de las complejas, y ahí se enfrentan grandes retos (para los que hoy tenemos pocas soluciones) Por ejemplo, un delegado de industria afirma que, aunque  no sea viable suprimir sectores industriales enteros, esos sectores irán desapareciendo poco a poco y sus trabajadores serán reabsorbidos(20). Otra vía interesante la abrieron varios ayuntamientos, que acabaron con el paro en sus municipios proporcionando un salario a todo el mundo a cambio de trabajar en los campos comunales (la propiedad de la tierra fue gestionada por los municipios). Obviamente, se trataba de experiencias en una sociedad en transición, en otro caso conceptos como “paro” no tendrían sentido, pero el planteamiento de cambiar trabajo fabril por agrario, planteado a nivel municipal, no deja de tener su interés.

Concluyendo, el motivo de estos apuntes es el de rescatar aspectos y perspectivas de las teorías y prácticas libertarias que, a mi juicio, aún siguen siendo vigentes como planteamientos. Eso no significa, por supuesto, que tengan que convertirse en dogma ni ser una especie de guía revolucionaria fija (eso, hoy en día, sería entre otras cosas un brindis al sol). Pero no está de más rescatar aspectos que puedan seguir siendo inspiradores, además de que pueden arrojar luz a perspectivas que en otras ocasiones han quedado incompletas. 

También, en un momento en que algunos asocian las ideas de “movimiento obrero” sólo a lo productivo, a la defensa del estado del bienestar y al desarrollo, es importante recordar que en otros tiempos y lugares han convivido en ellos perspectivas radicalmente cuestionadoras del sistema productivo contemporáneo. Y habrá que recordar, igualmente, que esas perspectivas se han dado en el contexto de movimientos amplios, en los que análisis de este tipo se contemporizaban con la satisfacción de las necesidades más acuciantes. Tal vez sea interesante leer estos análisis y experiencias no sólo en lo teórico, sino también desde la evidencia de que sólo desde movimientos amplios, de base libertaria, diversos y centrados en lo más cercano es posible llevar a la práctica resistencias y avances efectivos en los caminos que queramos tomar en colectivo.
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Notas:

1) Sobre Cebrià de Montoliu, es interesante consultar el capítulo II (pp 87-118) de La ecología humana en el anarquismo ibérico, de Eduard Masjuan, Icaria, 2000.
2) Urbe, artículo de Martínez Rizo publicado en Estudios, nº145, 1935.
3) Las aportaciones de Carsí han sido recordadas también por E. Masjuan en La ecología humana en el anarquismo ibérico, (p70-74), así como en Las ilusiones renovables (Los Amigos de Ludd), Muturreko Burutazioak, 2007 (pp 94-95).
4) Un texto interesante al respecto, de Carles Sanz, se encuentra AQUÍ
5) Hacia una federación de autonomías libertarias.
6) Alaiz, Hacia una federación de autonomías ibéricas, Madre Tierra, 1993. Hay que señalar que no es exactamente una utopía, ya que Alaiz hace un recuerdo narrativo de experiencias relativas a las colectivizaciones.
7) Desarrollaron y distribuyeron diversos tipos de anticonceptivos. A excepción de la píldora, los métodos conocidos y utilizados en la época eran los mismos que ahora.
8) Eran abolicionistas del matrimonio y defensores de la libre unión, no de por vida. No cuestionaban específicamente la monogamia, e insistían en la validez social de ser madre soltera.
9) Tierra y Libertad, 18 julio 1931
10) (Sólo en esta nueva era) “aplicaremos nuestras habilidades constructivas, nuestras energías vitales, en favor de la conservación  pública en lugar de dedicarlos a la disipación privada de los recursos; y a la evolución y no a la destrucción de las vidas de los otros” Patrick Geddes, en Ciudades del mañana. El Serbal, 1996 (p 155).
11) Las ilusiones renovables (pp 73-74).
12) Es interesante el análisis de esta cuestión que hace Chris Ealham en La lucha por Barcelona, Alianza Editorial, 2005.
13) Por ejemplo, no es posible leer las experiencias de la Escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia o el CENU como si se dieran en un contexto actual, porque no suponían una elección entre la escuela y la familia como instituciones educativas.
14) Es necesaria, desde luego, una lectura crítica, por la censura de guerra y la progresiva limitación de la libertad de debate en este periódico, ya que se cambió durante la revolución a su director por otro más afín a la línea de los dirigentes de CNT.
15) Solidaridad Obrera, 13/02/1938
16) Solidaridad Obrera, 13/09/1936
17) Luis Andrés Edo lamentó la general falta de atención de la CNT a la creación de las necesarias asambleas municipales. La CNT en la encrucijada, Flor del Viento,2006 (p 395)
18) Aparte del hecho evidente de que la necesidad de tanta llamada a la producción “sin perder el tiempo” revelaba que la realidad de esos productores no cumplía esas expectativas; si hubiera sido así, no hubiera sido necesario exhortar.
19) “Hay que tener presente también que a veces se formularon acusaciones de neocapitalismo obrero a los trabajadores de las empresas(...) sólo por el hecho de que se resistían a perder la autonomía o independencia en la gestión de su empresa”, Toni Castells, les col  (p46). Castells menciona también “la desconfianza de los trabajadores hacia toda forma de organización de la vida económica que superase el ámbito de la unidad de producción (…) y hacia la organización estatal en general” (p55)
20) A. Souchy y P. Folgare, Colectivizaciones, la obra constructiva de la revolución española, Fontamara, 1977 (p 120).

Artículo aparecido en Ekintza Zuzena Nº 39.

martes, 19 de junio de 2012

[Asturias] Rompamos el aislamiento de la lucha en la minería

Panfleto en torno a las huelgas mineras en Asturias, España.

 «El proletariado no puede reconocerse verídicamente en un agravio particular sufrido y tampoco, por lo tanto, en la reparación de un agravio particular, ni de un gran número de estos, sino únicamente en el agravio absoluto de haber sido relegado al margen de la vida.» Guy Debord.
Varias semanas llevan los mineros luchando contra los planes de ajuste que el capital lanza contra sus condiciones de vida. Frente a las necesidades de valorización del capital que exigen deshacerse de la producción minera en España y lanzar a la basura a todo ese sector, los proletarios responden defendiendo intransigentemente sus intereses y necesidades. Lejos de asumir un paro de brazos caídos o de levantar como idiotas sus manos al alto diciendo a coro que «éstas son nuestras armas», asumen los métodos de las luchas y huelgas de verdad. Huelga indefinida, barricadas, cortes de carretera por doquier, cortes de vías de trén, sabotajes, molotovs, enfrentamientos contra las fuerzas represivas... La violencia de clase reaparece personificada en esos "encapuchados” que incomodan la normalidad capitalista y esbozan un trasfondo velado y descuartizado por la intoxicación político-sindical: la guerra de clases.

Y es en este punto donde se juega lo esencial. El proletariado no puede defender sus intereses desde el aislamiento, desde el corporativismo, defendiendo su sector como algo salvable en un mundo insalvable. Precisamente ese es el eje en el que articula su fuerza todo el espectro politico-sindical que dice representar o defender a los mineros en lucha basándose en todos los límites que la misma lucha contiene. Toda la charlatenería y todos los llamados que lanzan estos estafadores para que se apoye y se sea solidario con la minería, parten de mantener a toda costa la cuestión como un problema en la minería y en su gestión. El bochornoso espectáculo de todos estos gestores de la miseria y la esclavitud llega al paroxismo cuando Trevín, uno de los dirigentes de la represión en Asturias en los últimos años, defiende en el congreso, candil en mano, al sector minero. Esta escenificación no es más que el trasvase al parlamento de una práctica asumida en la calle por las organizaciones sindicales, con SOMA a la cabeza, y que tiene como principal función el control del fuego en las barricadas y la transformación del conflicto en una batalla entre diferentes formas de gestión capitalistas.

Allí donde este cordón sanitario se resquebraja surge la posibilidad de que este conflicto asuma abiertamente su propia naturaleza, la de ser una expresión de un conflicto global, un conflicto que concierne a las bases mismas de un sistema basado en la apropiación de los medios de vida por el capital, un sistema donde la tasa de ganancia lo decide todo. Pero sólo en la ruptura del aislamiento, en la extensión del conflicto a todos los sectores, puede la lucha asumir toda su naturaleza subversiva. Todo lo que sea mantener el problema encerrado en los estrechos márgenes de la mina significa desfigurar su esencia y hacerse el haraquiri sometiéndose a la lógica de la explotación capitalista y a sus aparatos de gestión. La propia historia de la lucha en la minería no deja lugar a dudas.

Cuando en las asambleas salen voces disonantes que reclaman la extensión del conflicto, cuando en ciertos lugares de las cuencas mineras, y fuera de ellas, algunos incontrolados se organizan al margen del dictado sindical, cuando proletarios de otros sectores o en el paro acuden anónimamente a luchar, cuando comienzan a reproducirse acciones que escapan al control politico-sindical, se está expresando ya la negativa proletaria a dejarse neutralizar y la tentativa por romper el cerco del conflicto, de dejar atrás las “reivindicaciones” actuales, de extender a todos lados el enfrentamiento como una lucha contra el capital. La huelga general convocada para el 18 de Junio en las cuencas pone en el tapete esta cuestión y materializa la respuesta sindical al peligro de la extensión. Se busca limitar este peligro a un día -el 18- y a un lugar -las cuencas mineras- para conjurarlo.

Para los proletarios se trata de echar abajo este dique de contención, de romper el aislamiento de las luchas, de consolidar estructuras donde organizarnos, de destruir las ilusiones reformistas, de llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias. La situación en que todos nos encontramos es trágica y la solución no pasa por buscar una salida sectorial, la solución pasa por destruir una sociedad basada en la tasa de ganancia, en la esclavitud asalariada, una sociedad en la que la producción no posee otra base que las necesidades de valorización. Todo lo que sea caminar hacia otro lado significa asistir a la derrota.

¡A EXTENDER LA LUCHA A TODOS LOS SECTORES Y LUGARES!
¡A DESBORDAR EL CORDÓN POLÍTICO-SINDICAL!

Unos incontrolados
Asturias, España. Junio de 2012

viernes, 15 de junio de 2012

La buena salud del movimiento contra el capital en Barcelona y la huelga del 29 de marzo

Difundimos este análisis surgido a partir del llamado a huelga general del 29 de marzo pasado en el territorio español, que sale de los esquemas tradicionales de los análisis políticos izquierdistas, aportando a la comprensión del contexto global de las luchas de carácter anti-capitalistas.

La buena salud del movimiento contra el capital en Barcelona y la huelga del 29 de marzo
«Somos los que hemos dicho basta, los que por fin masivamente salimos a la calle, los que plantamos el txringuito en plaza Catañuña el 15 de mayo, a los que abrieron la cabeza el 27 de mayo en una actuación de “limpieza”, los que fuimos a bloquear el Parlament, las casas amenazadas de desahucios y los centros sanitarios, los que ocupamos para vivir, los que nos organizamos en asambleas, los que hemos perdido el miedo, pero no la esperanza, los que verdaderamente creemos que todo esto puede cambiar». Extraído de un cartel titulado «Papá!*» pegado en paredes de Barcelona.
El 29 de marzo fue una nueva muestra del crecimiento de la militancia revolucionaria en Barcelona y alrededores. Una expresión del sufrimiento y descontento proletario con el estado actual de cosas. Una fotografía que nos enseña cómo está el balance de fuerzas entre clases. Desgraciadamente, aún muy favorable a la burguesía, pues parece conseguir que la mayoría de la población ni haga huelga ni se solidarice con los huelguistas y ni mucho menos con los piquetes, los destrozos en los bancos y el ataques a las fuerzas represivas.

Aunque no nos interese demasiado la opinión pública y sepamos que nunca “la mayoría” impulsó revolución alguna, esto parecería indicar que siguen faltando demasiados años para vivir un proceso revolucionario a nivel planetario con ciertas garantías de triunfo. Pero el tiempo dirá.

En otros documentos ya hay una exposición sobre el seguimiento de la huelga, con datos y estadísticas. En este, a pedido de compañer*s del extranjero, se realiza esta crónica, teniendo en cuenta lo que sabe y no sabe el enemigo y, habiendo reflexionado previamente, sobre lo que vale la pena explicar y lo que no. Puede haber equívocos y diferencias de opinión. Contar cosas, para que sirvan aquí y en el extranjero, siempre tiene un riesgo.

En este texto solo se pretende narrar algunos episodios de la jornada combativa y reflexionar sobre la salud de las fuerzas revolucionarias en Barcelona. Quienes, en la huelga general, no pretenden radicalizar el paro pactado convocado por los sindicatos. La ven como una posibilidad de expresar el rechazo al capitalismo y consolidar el asociacionismo.

Como decían los proletarios hace cien años, la huelga no puede resolver gran cosa por sí misma, porque agota las fuerzas del proletariado antes que las de su adversario, obligándolo a reanudar el trabajo. Y por lo tanto no puede tener una influencia decisiva más que si es el preludio de una insurrección. Sin embargo, la huelga general lleva aparejada la movilización por ambas partes y permite una somera apreciación del balance de fuerzas.

La fuerza

Estuvo en la ferocidad y decisión de unos cuantos piquetes, compuestos por unas cien personas cada uno. Suficiente fuerza, si se tiene el colchón del apoyo social y de una movilización masiva -aunque esté impregnada de sindicalismo y ciudadanismo- como para cerrar comercios, enfrentarse a la seguridad privada y pública, reapropiar mercancías de tiendas abiertas y realizar una expropiación organizada, como la que se produjo en el supermercado DIA en el barrio de Sants, donde luego se repartió la comida. De hecho, algunos de los destrozos de la tarde vinieron acompañados de saqueos esporádicos, como pasó en la huelga de septiembre con la tienda Lewis.

Otros de los factores que nos dio mucha fuerza fueron la organización y efectividad de algun@s compañer@s. Que esta vez, maza en mano y con el rostro cubierto, rompieron más escaparates que nunca. Durante toda la jornada hubo ataques a símbolos capitalistas, pero fue en la manifestación de la tarde cuando se hizo sistemáticamente. Ninguna de las cristaleras que protegen las grandes empresas con sede en la calle Pau Claris se libró de los martillos. Decenas de furgonetas bajaban por la calle paralela, sin intervenir por la certeza de que “los antisistema” se mezclarían con la concentración sindicalista de Paseo de Gracia, donde había un mar de ciudadanos con derecho a protesta.

La quema de los trescientos contenedores para barricar las calles fue gracias al transporte previo de quemadores líquidos. Es decir, a la preparación previa para ir a una manifestación. En este caso se demostró que hubo muchísimos manifestantes que no acudieron allí a pasear ni a saludar a los compañeros. Fueron preparados para la lucha, para aprovechar esas ocasiones únicas que nos brindan las manifestaciones contundentes.

Si hubo esa preparación previa fue porque cada vez es mayor el número de militantes que considera legítimo y necesario el empleo de la violencia revolucionaria para la transformación social y la defensa de nuestro, cada vez, más paupérrimo nivel de vida. Algunos de los sectores que hace diez años -en la época de las cumbres y contra cumbres- se oponían a los disturbios, hoy participan de la construcción de barricadas y tiran piedras a la policía. Y parece ser que, mayormente, tanto unos como otros ni se quedan en el espectáculo de los disturbios ni en la mistificación de la capucha, se cubren por seguridad y realizan ataques como una estrategia revolucionaria. Y en ese sentido se sienten participes de la misma lucha que hay en Chile, Grecia, Egipto y tantos otros lugares.

El 29 Marzo comparado con 29 Septiembre de 2010

Si la irrupción de la acción directa y del asociacionismo proletario, el 29 de septiembre, fue una sorpresa, en esta ocasión todos lo esperábamos, todos lo preparábamos. En este sentido hubo continuidad, prueba de la buena salud que goza el movimiento, y mucha mas preparación en la acción directa.

Pero por el resto fue bastante similar: carteles, panfletos y reuniones previas -aunque menos que la otra vez por que hubo menos tiempo desde que fue convocada la huelga-, jornada de acción directa y balances y carteles y escritos para informar como vivimos la lucha y sufrimos la represión, que en este caso fue muchísimo mas contundente.

Se notó esta vez la ausencia de centralización geográfica. No hubo una “casa de la huelga” -banco ocupado-, en el que hacer debates previos y tener un lugar de referencia. También faltó la crítica masiva a los sindicatos mayoritarios, como hubo la otra vez con las concentraciones frente a UGT y la pancarta del banco ocupado.

Una vez más, los apagafuegos

Hubo crítica hacia el sindicalismo en general en algunos escritos y, de alguna manera, en la práctica. Un ejemplo fueron las contradicciones surgidas en ''manifestación anarcosindicalista'' de la tarde, convocada por los sindicatos minoritarios (CNT, CGT y otros) y otras organizaciones sociales. Al inicio de la mani y del ataque a sucursales bancarias, varios sindicalistas, pancarta en mano, descargaron todas las artimañas socialdemócratas para detener a los destrozos: insultos, empujones, acusaciones de policías hacia gente con la cara cubierta, petición explícita de que se quitaran la capucha o abandonaran la marcha. Como respuesta muchos empezaron a aplaudir y a cantar ''anti, anti, anticapitalistas'' cada vez que oían el estruendo de un cristal roto y a intentar iniciar un debate político con ellos. De hecho, otros afiliados intentaban explicar a sus colegas de sindicato que esa violencia era meramente simbólica comparada con la violencia cotidiana del capitalismo. Se dieron discusiones interesantes. Algunos manifestantes dejaron su rostro al descubierto para charlar con los sindicalistas que explicaban los acuerdos de las asambleas organizativas, las posibles multas a su organización, la ilegalidad de futuras concentraciones. Un individuo, que portaba una bandera de la CNT, con el palo que aguantaba el estandarte empezó a increpar a un joven que pretendía destrozar un banco y como respuesta recibió un puñetazo en la cara. Un hecho lamentable, que habla de la necesidad de limar las diferencias previamente, tranquilamente, pero que también ilustra la confusión del sindicalismo, que por un lado llama a ocupar casas y expropiar supermercados –cartel de la CNT- y por otro, cuando le conviene, es capaz de hacer de seguridad de una movilización. No olvidamos el cordón de los petos rojos de la CGT que salvaron las empresas y comisaría de Vía Layetana en la mani de marzo de 2002, durante la visita del G7. Seria injusto, sin embargo, no mencionar el largo camino recorrido con estas agrupaciones herederas de la legendaria pero, en momentos determinados del período 1936-1937, también traidora CNT. Como antaño, tendrán que dejar claro su papel en los momentos decisivos y declinarse por la colaboración posibilista y circunstancionalista o ''ir a por el todo'' con todos nosotros.

El 15 M y la huelga

En la ciudad hubo unos treinta piquetes; un tercio de ellos, claramente clasistas y combativos. Gracias a los comité de barrios surgidos la primavera pasada, a raíz de la ocupación de plaza Cataluña, se formaron más piquetes de este tipo y fueron más numerosos que en septiembre de 2010. Sin embargo, el seguimiento general de la huelga fue similar: mucho paro en la industria y en el transporte, algo en educación y sanidad, y poco o nada en los servicios y tiendas que no fueron increpados por los piquetes.

El 29 de marzo a las 19 horas, tras una hora de enfrentamientos, la plaza Cataluña volvió a ser desalojada, esta vez con un fusilamiento masivo con pelotas de goma, por eso la folclórica forma de detener a los antidisturbios con las manos levantadas, fue ineficaz. Ni los manifestantes se acoplaron a ella, y prefirieron huir o enfrentar las fuerzas estatales, ni la policía respetó su no-violencia.

Es evidente que el 15 M ha nutrido de savia nueva muchos espacios combativos, aunque también ha creado conciencia ciudadanista, pacifista, legalista e integradora. Para profundizar al respecto se puede leer el «'Informe 15 M. Prolegómenos de una guerra» que circula por Internet.

Contenido

«¡Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura del capital!»

Los días previos se pegaron carteles llamando a realizar una verdadera huelga y no un paro sindical pactado. Durante la huelga se repartieron octavillas explicando nuestro rechazo, no solo a los recortes salariales sino al salario en si, no solo a la rebaja del presupuesto del Estado sino contra el Estado en si.

Para los compañeros que sugieren que hubo menos mensaje, menos contenido que la otra vez, decirles que las acciones están cargadas de contenidos. Por ejemplo, todo el mundo entendió la respuesta de los esclavos asalariados a las medidas de austeridad impulsados por los mandamases tipo Merkel y si no pasen por el, aún hoy, chamuscado Deutche Bank de la Diagonal.

La pancarta principal de la manifestación para liberar a los presos de la huelga, lejos de teñirse de victimismo, asumía la represión del Estado como algo normal contra nosotros y dejaba clara que ''vuestra represión no nos hará detener'' y nuevamente gritos y cánticos contra el capital, la democracia, los medios de contaminación de masas y las fuerzas represivas.

Tras el 29 de marzo se han ido pegando carteles y repartiendo octavillas explicando el tema de la violencia cotidiana capitalista y de la necesidad de defenderse de ella; al estilo de la otra vez: “Lo más violento de todo fue volver a la normalidad”.

En una octavilla que circula por las calles de la ciudad se puede leer:

“Violentos que dedican todo un informativo hablando de lo inadmisible que es que se queme un contenedor, mientras normalizan que el Estado español despliegue si ejército en países ocupados. Aquellos violentos que se dedican a disparar en las manifestaciones indiscriminadamente, rompen costillas, hacen perder ojos, disparan a niñas, apalizan, detienen arbitrariamente y nos torturan en las comisarías. Aquellos violentos que intentan ocultar deliberadamente que el paraíso de unos coincide, casi siempre, con el infierno de otros. Con la represión también intentan silenciar la gran jornada que se vivió el 29 de marzo en Barcelona. Pero no nos haréis olvidar la capacidad que sentimos en aquel momento, no olvidaremos como se notó el trabajo previo en los barrios y como en veinte días nos hemos organizado, ni olvidaremos los piquetes que se llevaron a cabo en más de veinte barrios de Barcelona, ni las columnas bajando y encontrándose con las compañeras de otros barrios. No olvidaremos la cantidad de gente que había en todas partes, ni como nos repartíamos comida y agua entre personas que no nos conocíamos de nada. No olvidaremos los aplausos y los gritos de “fuego, fuego” cuando se rompía el escaparate de un banco, ni a señoras mayores moviendo contenidores, ni a chicas muy jóvenes con una rabia y una actitud admirable, ni la cantidad de gente que lanzaba piedras y hacía barricadas. No olvidaremos como ya no salimos corriendo cuando cargabais con bolas de goma sino que nos quedábamos quietas y nos enfrentábamos a vosotros. No olvidaremos que ya no éramos “los 200” de siempre, sino muchísimos más. No olvidaremos que estábamos unidas, que nos sentíamos fuertes y que por unas horas ganábamos las calles. Sabemos que con la colaboración de los “medios de comunicación”, intentaréis hacer una campaña de criminalización tildando a los encapuchados como aquellos que se aprovechan de estos acontecimientos con la única finalidad de provocar disturbios y diferenciarlos de esas personas que militan cada día en su barrio y salen a la calle manifestarse contra esta situación que nos condena a la miseria. No existe tal diferencia. Nosotros somos huelguistas, estudiantes, antisistema, solidarias, delincuentes, provocamos disturbios, militamos cada día en los barrios, somos vándalos, compañeras… lo somos todo. Sabemos que tenéis miedo y hacéis bien en tenerla. Tenemos suficientes motivos para romperlo todo. Porque nosotros decidimos vivir. Nos vemos en las calles”.

La represión

«Estando el enemigo, estamos nosotros».

Fue dura. Sorprendente incluso. No por los porrazos recibidos. Si no por el tiro indiscriminado de pelotas de goma. Seguro que nunca antes se dispararon tantas pelotas de goma. Proyectiles que destrozaron ojos y bazos, dejando lesionados de por vida. Pero los medios y tertulianos prefirieron hablar de cristaleras y containers. En este sentido el papel de la prensa fue el de siempre, algo más virulento tal vez, pero similar a otras veces. De nuevo tratando de separar a los manifestantes que usaron la acción directa del resto de los movilizados, del resto de los explotados. Aislar para silenciar y reprimir. Como en la huelga de septiembre de 2010, nuevamente el mantra de ''fueron los antisistema''. En este aspecto, nuevamente, circula por Internet aquella poesía titulada ''La sonrisa de los antisistema''.

A los hospitales llegaron varios heridos que estaba paseando por ahí, ajenos a lo que pasaba y toda manifestante que se encontraba ahí conoce a algún amigo apaleado, golpeado por una porra o por una bola de goma. Pudieron perderse muchos mas ojos. Días más tarde moría en Bilbao un hincha de fútbol por el impacto en la cabeza de una pelota de goma tirada a bocajarro.

Hace muchos años que la policía no usaba lacrimógenos. En este caso, a ultima hora, hubo lanzamiento masivo de gases para dispersar los últimos manifestantes que, parapeteados detrás de las barricadas de Paseo de Gracia y Rambla de Cataluña resistían y se defendían de la policía. Gases que cortaban la respiración en el acto, que provocaban escozor en los ojos, que daban sensación de quemazón en el rostro. Solo la solidaridad, de ver a un compañero caído y acudir en su ayuda, y la preparación previa, de cremas, para paliar los efectos, hizo que los lacrimógenos no hayan tenido un resultado más agresivo.

Lo mas novedoso, además del ingreso en prisión de tres militantes, es lo que podría denominarse el uso, o anuncio, de la guerra sucia; palizas en furgonetas, liberación de detenidos, desfigurados por los golpes, para que el juez no los viera.

Y al día siguiente exposición en los medios del arsenal legislativo vigente, como amenazar con aplicar la ley antiterrorista ''antikalebarroka'' que compara el destrozo de mobiliario urbano con terrorismo de baja intensidad, o la prohibición del uso de la capucha. En Grecia si uno comete un delito y va encapuchado la pena es mucho mayor. En Alemania, ante la contundencia de algunas manifestaciones, la policía pasó a registrar a todo aquel que acudía a una convocatoria. Eso si, sin acabar con la contundencia de las mismas, pues los manifestantes escondían sus herramientas y pañuelos en las papeleras por donde pasaría la mani.
Esta claro que tendremos que cuidarnos mas, valorar que vale la pena y que no, como, cuando, donde. No podemos llenar las cárceles. Las calles nos necesitan. Pero todo ese arsenal represivo no podrá detenernos porque aunque nosotros nos asustáramos o nos neutralizaran -con condenas, penas multas, seguimientos, detención preventiva...- otros tomarían nuestro lugar. En esta época de pauperización de la vida, aumento de la pobreza y la miseria, proletarios cabreados y dispuestos a luchar no van a faltar.

Un ejemplo de ello fue el hecho que tras romper las puertas de El sacrosanto Corte Ingles e intentar abrir una de las persianas, los antidisturbios, sin intervenir durante la bajada de la calle Pau Claris, lograron dispersar a la contundente manifestación de la tarde. Quitándose las sudaderas y caminando por las calles -sobre todo por la plaza Cataluña- en pequeños grupos sus componentes se mezclaron con las miles de personas que abarrotaban la plaza y Paseo de Gracia. Quedando, por tanto, inactivos durante un buen rato. Pues bien, quien cruzo los containers frente al Corte Ingles y empezó a tirar piedras contra la policía en el centro de la ciudad no fue ninguno de ellos. Jóvenes, gente muy joven, empezó a extender la acción directa por el centro de la ciudad contagiando a personas de toda edad y afiliación sindical o política. Eso fue impresionante. Una batalla que se mantuvo, si, porque rápidamente aquellos manifestantes disgregados por la plaza acudieron nuevamente a las barricadas. Barricadas que se extendieron por varios barrios, siendo uno de ellos, El Raval, donde jóvenes inmigrantes se enfrentaron a la policía y, por eso mismo, fueron represaliados.

El hecho que de los 58 detenidos ocho fueran menores de edad habla de la precocidad de las movilizadas.
Resulta triste escuchar a compañeros decir que ''quizá nos equivocamos, le dimos al poder lo que quería para sacar sus perros de presa''. No, la burguesía sabe, aquí y en cualquier parte, que cualquier medida de austeridad tiene que llevar paralelamente la adquisición de material antidisturbios. Lo adquirieron hace tiempo y ya hablaron de aplicar esas leyes tras nuestra tímida manera de bloquear el Parlament.

En la guerra, incluso social, siempre conviene mas decir que uno se defiende del ataque del otro, pero eso no significa que no sepamos que en la medida que nuestra fuerza crezca, su miedo se haga cotidiano y el Estado empiece a tambalearse, la represión será cada vez mayor y nosotros tendremos que evitar que transformen la guerra de clases en guerra de aparato contra aparato. Una vez el Estado empieza a tambalearse y mengua la moral entre los defensores y guardianes del Capital, el derrotismo y la insubordinación se apodera de los cuerpos de seguridad del Estado. Solo con la descomposición de policía y ejército tenemos posibilidades reales de acabar con este sistema social.

Por buen camino

Camina el movimiento. Quizá ahora podamos denominarlo así, aunque quizá invita más a formar parte si somos simplemente explotados que queremos dejar de serlo, una clase que desde que existe lucha y es reprimida y se enfrenta a otra clase que se beneficia pero vislumbra su fin.

Pero como los compañeros de aquí se reconocen más si se habla de movimiento de Barcelona contra el capital, se sigue con esta denominación.

A pesar de nuestra confusión y cierto inmovilismo en la primavera pasada, cuando se ocuparon las plazas en diferentes ciudades del país, el protagonismo de dicho movimiento en las dos ultimas huelgas solo es comprensible por la madurez y superación de trabas de los grupos y estructuras de la ciudad. Conscientemente se intenta salir del gueto, radicalizar el discurso, estar coordinados permanentemente, tener más organización, defender las estructuras que nos permiten encontrarnos, reunirnos, informarnos. Periódicos, revistas, radios, blogs y paginas webs… están consolidados y demuestran que durante los años de mayor paz social, 2004-2009, que coincidieron con el gobierno del PSOE, se aprovechó para consolidar y gestar medios permanentes de contra información, así como núcleos y espacios revolucionarios.

A nivel numérico hemos crecido mucho. Si parte de la generación que luchó en los setenta y ochenta se perdió o abandonó, la de los noventa sigue ahí, con toda su experiencia. Y la del nuevo milenio vino con fuerza y gran preocupación en su preparación teórico practico, con relaciones internacionales estables y solidarias.

En épocas pasadas, menos honrosas excepciones, había demasiada distancia entre ''teóricos'' y ''prácticos'', entre los que elaboraban los textos y llenaban de contenidos los medios de contra información y reflexión y los que se batían en las calles. Hoy, para desgracia del poder, los mismos que hacen los mejores análisis y proponen las consignas más rupturistas, son los que se ocupan las barricadas y las calles. No solo para destrozar bancos o defenderse de la policía, sino para parar un desahucio, intervenir ante un atropello de un patrón o del abuso de poder de un segurata u otro defensor del sistema.

Ideologías, presentes en los últimos años, como el activismo, el espontaneísmo, el inmediatismo o el reformismo, sea ciudadanista, antifascista o nacionalista, van disminuyendo sus influencias.

Estaremos en nuestra madurez cuando sepamos organizarnos mejor y, sobre todo, transmitir mejor, a nuestros iguales, los objetivos por los que luchamos. Cuando nuestros iguales tengan claro que rechazamos tanto al PP como al PSOE, porque rechazamos cualquiera de los gestores del capital, que ni abogamos por la CEE ni por ''salir de Europa'' como medida anticrisis sino por un mundo sin fronteras ni salarios. Sin dinero, propiedad privada ni clases sociales. Por una verdadera comunidad humana mundial en un sistema --de ahí que seamos antisistema capitalista y no antisistemas en general-- sin desigualdades sociales, una sociedad que nuestros antepasados llamaron comunista, socialista o anarquista.

Para acabar este escrito queremos expresar la alegría que se está viviendo en nuestros lugares de encuentro. Miradas cómplices; debates acalorados sobre los pasos a seguir; solidaridad con los presos; reencuentros en lugares tranquilos con los que corrimos por las calles; anécdotas; bailes y cariños, nuevos amigos, lazos de compañerismos más fuertes, silencios que lo dicen todo, sonrisas, siempre sonrisas por haber vivido y pretender seguir haciéndolo.

Desde el anonimato, hacia la huelga insurreccional

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