lunes, 23 de noviembre de 2020

¿RIC o revolución? [Francia]


Presentación (tomada de YA NO HAY VUELTA ATRÁS):
En octubre de 2018, justo un año antes del “estallido social” en Chile, irrumpía por toda Francia el ya mundialmente conocido movimiento de los “chalecos amarillos”, una oleada de protestas inicialmente surgidas contra el aumento del precio del combustible, que repercutía en el costo de la vida en general. Aun con muchas de las contradicciones internas que atraviesan estas expresiones de descontento generalizado, los “chalecos amarillos” destacaron por su combatividad, tanto al momento de enfrentarse con la represión policial, como al de intentar imponer sus reivindicaciones (recurriendo a barricadas, saqueos, tomas de recintos, etc.), a la que se sumaron variadas formas de asociatividad.

Y tal como en Chile, este movimiento ha debido enfrentarse con las trampas de la democracia. El RIC (Referéndum de Iniciativa Ciudadana) es un dispositivo que se reivindica de democracia directa y que permitiría que lxs ciudadanxs, juntando un número suficiente de firmas fijado por ley, instaurasen un plebiscito popular sin que sea necesario pasar por el presidente o el parlamento. Esta propuesta gozó de cierta difusión y popularidad dentro del movimiento. 

Lxs compañerxs del grupo “19h17” escribieron el siguiente panfleto crítico al respecto:

¿RIC o revolución?

Lo escribimos en un texto anterior: El RIC es una salida para el poder. Hoy se verifica esa afirmación. Los medios de comunicación nos hacen comer RIC en la mañana, a mediodía y en la noche. Sin embargo, y en realidad lo sabemos todxs, volver a casa con el RIC, es volver a la tristeza, sin nada más en el refrigerador. Entonces, ¿qué hacer? ¿qué proponer? ¿dónde ir?

El RIC es una salida para el poder. Porque lo sabemos bien, al final el poder no otorgará nada en el terreno social. Lo más importante que ha concedido hasta ahora es invisible, no es una medida positiva, sino solo la congelación de las próximas medidas en nuestra contra, suspendidas durante el transcurso del movimiento.

Es también una salida para aquella parte del movimiento que tiene miedo de sí misma, de lo que podría llegar a conseguir. Porque la pregunta que todo el mundo tiene en mente es: ¿hasta dónde deberemos llegar para que nos escuchen, para vivir mejor?

Este movimiento es duro. Los chalecos amarillos han parado el tránsito de automóviles y camiones con lo que mejor disponían para bloquearlo, a veces hasta con sus propios cuerpos. Cualquiera que haya estado en las rotondas lo sabe, el peligro está presente, aunque lo olvidemos, por tener los coches transitando cerca todo el día. El mismo primer día una mujer murió. El balance ha crecido considerablemente desde entonces. Probablemente empeorará, en especial porque la policía es extremadamente violenta. Ya en Marsella una anciana murió, golpeada en la cara por una granada lacrimógena.

Este movimiento sufre una represión muy violenta. El poder existente no dudó en amenazar de muerte a lxs participantes de las manifestaciones. Autorizar una marcha mientras se amenaza de muerte a sus participantes es inédito como práctica.

Pero este movimiento se mantiene. Lxs participantes de los bloqueos en las rotondas y de las marchas se mantuvieron. A pesar de la represión, de las amenazas, las multas, los golpes, las penas de cárcel, los “chalecos amarillos” se mantienen firme. En este clima de tensión, hemos avanzado. Ocupando la calle, organizando acciones… Hasta hacer temblar a Macron.

Entonces, ¿el vértigo?

Cuando arribamos aquí, el gesto de la revuelta que es la iniciativa de este movimiento pareciera quedar suspendido, tomado por el vértigo frente a la amplitud de su alcance. Porque, en última instancia, los movimientos sociales, incluyendo el del 36 y el del 68, aunque frenados, lograron mejoras sociales. Podríamos hacer ese balance, saber si los movimientos de aquellas épocas no fueron engañados, mas no es ese el tema. Este movimiento no tiene el lujo de la pregunta, porque no ha ganado nada, o demasiado poco. Nos enfrentamos a una puerta cerrada con dos vueltas de llave. Llave que los propietarios han tirado. Para salir de nuestra jaula, tendremos que destruirla: esto se llama revolución. Da miedo. Lo hemos entendido tantas veces, ¡que una revolución es peligrosa! Todos los momentos en que se pone en cuestión el poder producen miedo. El 68, hablamos del “bloque del miedo” (bloc de la trouille). Es una reacción lógica, es un salto a lo desconocido.

El RIC ha aparecido como una manera de evitar la revolución, aplaudida por numerosos “chalecos amarillos”. En el papel, se entiende el entusiasmo. Sería una manera de recuperar el control desde la base, sin arriesgar los golpes, la represión. El problema es que las mismas condiciones que hacen que no obtuviéramos nada hasta ahora, hacen razonar que el RIC no cambiará nada: la clase poseedora hará todo por conservar su poder social.

¿Qué ha pasado en otros países?

En Grecia, los gobiernos han cambiado. Los políticos han preferido renunciar en lugar de terminar con la austeridad. Después, llegó la alianza entre Syriza y ANEL, es decir, entre nacionalistas y la extrema izquierda. Y… ¡Se rindieron como antes los otros!

Sin embargo, lxs griegxs habían respondido NO al referéndum sobre la austeridad. Un referéndum propuesto por el gobierno mismo, pero que no pudo respetar. Encontramos situaciones similares en Argentina, en España, … ¿Por qué? Es cuestión de fuerza. El poder del Capital, del dinero, tiene una inmensa fuerza. Frente a él, la indignación, el llamado a la piedad, no son nada.

Pensamos en la gravedad terrestre que atrae cualquier cuerpo hacia abajo. Para contrarrestarla, podemos quejarnos tanto como queramos, pero tendremos que utilizar nuestros músculos, ponernos en movimiento. Los músculos de esta sociedad son lxs millones de proletarixs. La única fuerza capaz de oponerse al Capital es esa. En tiempos normales, esta fuerza está en reposo, mantenida en el suelo por el Capital, que la bombea como un vampiro. Con este movimiento, se sienta y sacude el poder. Queda aún ponerse de pie: esta es la única posición desde la que se puede ganar un combate. Y este combate no vamos a evitarlo.

Arriba, no pueden más

Lo escribimos más arriba. La realización más importante del movimiento es la de detener por un tiempo las medidas en contra nuestra. Pero la agenda sigue vigente. No es por malicia que los gobernantes nos imponen sus ataques. Es porque defienden su beneficio. Estamos en la hora de la producción ajustada, de la austeridad sin límite. La hora del gran empobrecimiento.

Una época del capitalismo donde no tiene nada que perder. ¡Ni siquiera logran darnos unas monedas por sobre el SMIC (sueldo mínimo francés)! Este viejo sistema de dos siglos se mantiene vivo con la rabia de la senilidad, las manos cerradas como garras alrededor de nuestro cuello. La próxima crisis se viene y ellos lo saben. Cualquier medida tomada para aflojar el tornillo de la banca en que estamos atrapadxs la acelerará. Precipitará las quiebras, las bancarrotas… Por tanto, todo es bueno para ganar tiempo, y aun así acaparar ganancias.

Abajo, no queremos más

Nos cansamos. Mucho se ha hablado de la gota que ha hecho rebosar el vaso. ¡Pero no es un vaso, sino un océano en el cual nos estamos ahogando! Hemos bajado a la calle y tomamos consciencia de que somos millones. Que rechazábamos tener miedo cuando el gobierno nos amenazaba de muerte. Que queríamos seguir. Desafiando a todos los representantes, todas las instancias capaces de traicionarnos. Pero olvidamos una: nosotrxs mismxs. Porque en este movimiento desesperado, el RIC apareció como la última salvación, una luz de esperanza.

Desafiamos la esperanza. La esperanza es una droga que intoxica. Que conduce a la espera, que al final todo se arregla. Que podríamos volver a casa y esperar a que todo vaya mejor. Eso funciona en los cuentos. Pero en este mundo, no. En este mundo, tendremos que pelear. En este mundo, los capitalistas no se preocupan de nuestros votos si no van en su lógica. Recordemos el Chile de Allende, del golpe de estado de Pinochet que marcó el fin de aquel intento de reforma social. Recordemos que cada vez que se dijo a lxs explotadxs que podían creer en la democracia, fueron aplastadxs. Nos dicen que el RIC nos permitiría pasar las leyes que queremos. Los que poseen al mundo no respeten esas leyes. El salto entre democracia y dictadura puede ser muy rápido, si tocamos sus intereses. Tenemos que preguntarnos si el RIC nos protegerá de la represión.

Por lo tanto, llamamos a todxs lxs partisanxs del movimiento. A todxs lxs que se han levantado y que en la lucha se han encontrado. A ellxs decimos: no paremos ahora, RIC o no RIC. Confiemos en nosotrxs mismxs. Solo lxs explotadxs tenemos los recursos para frenar la catástrofe en curso. Estamos frente a una monstruo con múltiples caras. La de la miseria, de la explotación, de la destrucción de este mundo. Tiene por nombre Capital, y crece cada minuto alimentándose de nuestras vidas. No vamos a pararlo con papeletas de voto.

Revolución, la palabra es vertiginosa, como una cumbre inmensa que toca el cielo. Pero ahí arriba, las estrellas son más cercanas, y el aire más puro. Entonces, no cedamos al miedo, al repliegue. Hablemos de ampliar el movimiento. Tomemos las rotondas de nuevo. Exploremos las pistas de la extensión del movimiento, como la de la huelga. La pregunta hace su propio camino. Es cuando se plantea por lxs asalariadxs, cuando lxs patronxs tiemblan.

Osemos luchar. Osemos vencer.

Traducción aparecida en el número especial de la publicación YNHVA: La democracia es el orden del Capital. Apuntes contra la trampa constituyente (octubre 2020)