lunes, 17 de enero de 2011

Comentarios de Paul Mattick a "El Apoyo Mutuo" de P. Kropotkin

Kropotkin sobre el Apoyo Mutuo - Un repaso

Paul Mattick

Comentario a "El Apoyo Mutuo" de Pedro Kropotkin (edición con prólogo de Ashley Montague, incluyendo “La lucha por la existencia" por T. H. Huxley. Extending Horizons Press, Boston, 1955).
Fuente: Western Socialist, Boston, EEUU, enero-febrero de 1956.
Traducido del inglés por Roi Ferreiro para el CICA, última revisión julio del 2005

Esta nueva tirada de la obra de Kropotkin sobre el Apoyo Mutuo, publicada por primera vez al final del siglo [XIX], no sólo satisface la necesidad de su disponibilidad continuada sino -en cierta medida- también ayuda a combatir el neo-malthusianismo actual y los renovados, aunque fútiles, intentos de presentar la competición capitalista como una "ley de la naturaleza". Irritado por la creencia de Huxley de que en la naturaleza y la sociedad la lucha por la existencia es una lucha de todos contra todos, Kropotkin demostró que tanto en el mundo animal como en la sociedad humana es más bien el apoyo mutuo lo que asegura la existencia y contribuye al progreso.
Lo que Huxley proclamó pasó bajo el nombre de darwinismo social -"la supervivencia del más apto"-. Los exitosos en la sociedad lo son por medio de la "selección natural". Nada puede hacerse contra ello, y no es necesaria ninguna disculpa, en tanto la naturaleza no es ni "moral" ni "inmoral", sino "no moral". Por supuesto, se hacen intentos para desafiar la "ley natural", a través del establecimiento de un orden social diseñado para mitigar la lucha de todos contra todos. Con todo, esto promete poco para el futuro, porque la población tiende a exceder los medios de subsistencia, y así la lucha por la supervivencia continúa para destruir al débil.
Kropotkin no contestó al argumento malthusiano de Huxley, aun cuando es el único que Huxley avanzó en apoyo de sus puntos de vista. En cambio, describió las formas de apoyo mutuo observadas en el mundo animal y diversos tipos de colaboración social a lo largo de la historia del hombre. Esto lo hizo excelentemente, de modo que el libro -totalmente aparte de su propósito especial- es un importante estudio del comportamiento animal y de la evolución de la socialidad humana. Estando él mismo bajo el hechizo del darwinismo, Kropotkin deseó corregir su interpretación unilateral determinada por el capitalismo, que veía sólo competición y no el factor mucho más importante del apoyo mutuo como el instrumento de la supervivencia. No abordó el argumento malthusiano porque pensaba que "los frenos naturales a la multiplicación excesiva" lo hacían irrelevante.
Esto obra a favor de los "darwinistas sociales", que no distinguen entre la sociedad y la naturaleza, y ven en toda la miseria social manifestaciones de las "leyes naturales". Ellos insistirían en que, aunque la lucha por la existencia no puede ser caracterizada por la siempre presente amarga lucha por los medios de subsistencia, no obstante el pauperismo y la inanición, como también el hambre y la pestilencia, deben considerarse como "frenos naturales a la sobrepoblación". En sus perspectivas, el alivio del sufrimiento humano, cualquiera que sea la razón que lo causa, se opone a los necesarios "frenos naturales a la sobrepoblación".
Kropotkin no contestó al argumento malthusiano porque tampoco él distinguió con suficiente claridad entre la sociedad y la naturaleza. Así como para los darwinistas sociales la competición es instintiva tanto para hombres como para bestias, así también el apoyo mutuo de Kropotkin es un "instinto moral" de "origen prehumano" y una "ley de la naturaleza". Esto no le impidió, sin embargo, convertir "la consigna, el apoyo mutuo", que nos llega "del arbusto, del bosque, del río, del océano", en el fundamento de sus "concepciones éticas", así como para asegurar "una evolución todavía más alta de nuestra raza". Parece, entonces, que las "leyes naturales", para ser realmente eficaces, requieren del apoyo o desdén de los hombres.
La observación revela que hay tanto competición como apoyo mutuo dentro y entre las diferentes especies. El apoyo mutuo es, por supuesto, el mejor modo de supervivencia para aquellas especies cuya supervivencia depende de la ayuda mutua, lo mismo que en los casos en que esta supervivencia depende de la competición. Durante mucho tiempo, sin embargo, la supervivencia en el mundo animal no ha dependido de la práctica ni del apoyo mutuo ni de la competición, sino que ha estado determinada por la decisión de los hombres acerca de qué especies deben vivir y prosperar y cuáles deben ser exterminadas. Cualquier cosa que la "ley natural" pueda significar con respecto al comportamiento animal, está subordinado a las "leyes" hechas por el hombre, que amoldan la "naturaleza" a sus propias necesidades o antojos. La "naturaleza en carne viva", por así decirlo, donde las "leyes naturales" podrían gobernar, está ahora necesitada de preservación y protección por el derecho nacional e internacional. Dondequiera que el hombre domina, las "leyes de la naturaleza" con respecto a la vida animal dejan de existir.
Si esto es verdad para el mundo animal, cuánto más debe ser verdad para el hombre mismo. Aunque también un gran admirador de Darwin, Marx atrajo la atención al hecho de que la "naturaleza" es continuamente transformada por las actividades de los hombres, y de que (contra el malthusianismo sobre todo) ninguna "ley natural" gobierna el crecimiento de la población. La cambiante estructura social, no la "ley natural", determina si hay "sobrepoblación" o no, y si, en consecuencia de ello, o independientemente de ello, el apoyo mutuo o la competición caracterizan las relaciones sociales. La "sobrepoblación", y el hambre y la miseria asociadas con ella, no son productos de la naturaleza sino productos de los hombres, o, más bien, de relaciones sociales que impiden una organización de la producción y de la vida en general tal que pudiese abolir el problema del hambre y de la "sobrepoblación". La "sobrepoblación" de la que Huxley hablaba no era una sobrepoblación relativa a los medios de subsistencia, sino relativa a las necesidades de la acumulación del capital; era un producto del modo de producción capitalista, no una "ley natural".
Sin duda, la "sobrepoblación" parece existir en grandes partes del mundo, donde las gentes están sujetas a hambres, diluvios y métodos de producción atrasados. Aunque este estado no puede ser artificial, es en cualquier caso mantenido por los hombres, lo mismo para asegurar las posiciones privilegiadas dentro de las relaciones sociales existentes, o las relaciones de poder internacionales, como ambas simultáneamente. La "sobrepoblación" no es la causa, sino el resultado, de estos intentos de detener el desarrollo social, como puede verse por el hecho de que, dondequiera que el hambre se elimina, la población tiende a declinar. Pero, aun si no lo hiciese, existirían allí por mucho tiempo amplias oportunidades para una producción incrementada, capaz de alimentar una población mundial de muchas veces su tamaño presente.
No es realmente la "sobrepoblación" lo que angustia a las clases dominantes. Más bien, es cierto lo contrario, como queda claro por los frenéticos esfuerzos por incrementar la población al primer signo de su declinio tendencial, por el hecho de que el control de la natalidad es convertido en un crimen, y por el mantenimiento de condiciones que favorecen un vasto incremento de las masas empobrecidas. Las condiciones de miseria para las masas son un prerrequisito para la riqueza y la posición social especial de las clases dominantes.
Aunque es bueno saber que hay justamente tanto o más apoyo mutuo que competición en la naturaleza y la sociedad, esto no es suficiente para hacer a los hombres cambiar sus maneras y para alterar las relaciones sociales. Para aquellos que se benefician de la situación, no es problema si el método de supervivencia de las especies es "natural" o "no natural", el "mejor" o el "peor". La especie humana no es de su preocupación. Para aquellos que crean los beneficios puede ser agradable saber que el apoyo mutuo practicado en sus propios círculos atestigua sus elevados conceptos éticos y comportamiento natural, pero no detiene su explotación. Toda la controversia entre Huxley y Kropotkin es algo fuera de lugar, ya que no toca los problemas relevantes de la sociedad, a saber: que el "apoyo mutuo" en la sociedad humana presupone la abolición de las relaciones de clase.