(Sacado desde: "La revolución hasta el fin", originalmente titulado “Marxismo años 70” e informalmente conocido como “El Mamotreto”, con que el MIL intentó sistematizar de la forma más acabada posible una teoría comunista antiestatal ligada a la práctica autónoma de los proletarios organizados en Consejos)
“Al concepto abstracto del proletariado corresponde el concepto abstracto del socialismo como nacionalización y planificación, cuyo contenido concreto resulta ser finalmente la dictadura totalitaria de los representantes de la abstracción del partido burocrático”
Paul CARDAN. “La Experiencia Revolucionaria”. Socialisme ou Barbarie, 1952.
Explotadores y explotados.
El hecho que divide a la sociedad en dos grandes clases antagónicas –burguesía y proletariado- es el de laexplotación; éste es el criterio que nos va a permitir distinguir los bandos en pugna, el reaccionarismo de la burguesía y la misión histórica del proletariado. Pero esta explotación es al mismo tiempo económica, social y a nivel de pensamiento, como ya vimos: el criterio de delimitación que corresponde a cada uno de estos niveles es respectivamente el de salario, el de trabajo manual y el de alienación. Ello da pie a una interpretación minimalista y una interpretación maximalista del concepto de proletariado, un sentido restrictivo y un sentido amplio respectivamente.
La interpretación minimalista tiene un tono tradicional o arcaísta:
- Sólo los trabajadores manuales, obreros o campesinos: o sea, excluyendo los técnicos, los trabajadores no manuales, tanto si son oficinistas, capataces, cronometradores, etc, como si son de profesionales liberales, intelectuales, artistas, maestros, etc.
- De entre los trabajadores manuales sólo los explotados por otro: o sea, excluyendo a los artesanos, a los campesinos con parcela propia, a los obreros con taller propio tanto si utilizan el trabajo de terceras personas (de las que son explotadores) como si no;
- De entre los explotados, sólo la población no exterior al proceso de producción: o sea, excluyendo al ama de casa obrera, los obreros en paro, los delincuentes y marginados, los estudiantes por lo menos a partir de los 14 años aunque sean de familia obrera, los universitarios, etc.
La interpretación maximalista tiene, por contraste un tono nuevo o modernista: englobando indistintamente a técnicos, oficinistas, capataces, cronometradores, profesionales liberales, intelectuales, artistas, maestros, etc. en tanto que asalariados en sentido amplio (aunque algunos venden trabajo o el producto mismo bajo fórmulas jurídicas distintas del “salario”, aunque algunos reciban añadido a su salario una parte de plusvalía); también a quien trabaja por cuenta propia como artesano, con parcela o taller propio, etc. en tanto que explotado por el sistema (aunque tenga trabajando junto a él a terceros); también a todo el pueblo en general, si se exceptúa a la minoría en el poder, está en cierta manera alienada por el sistema, por la sociedad de consumo de masas, la publicidad, la televisión, etc. (en este sentido, un amplio sector de la pequeña y media burguesía, aunque ni participe directamente del proceso de producción o participe a título de explotadores es, en este sentido, explotada y forma parte de todo un pueblo explotado-alienado).
Hay que buscar el punto medio adecuado entre ambas posiciones, la primera excesivamente cerrada (elobrerismo exagerado y sus desmesurados elogios del trabajo alienador, de la condición de explotado, de la mano callosa del trabajador, etc. al que suele tenderse más por folklore y pintoresquismo que por razones de peso); la segunda tan abierta que da pie a toda clase de [ilegible] y oportunismos (un ejemplo es Serge Mallet que llega a decir que [ilegible] de las empresas punta no sólo son más progresistas -¿por qué?- sino que constituyen la nueva “clase obrera”, el sector de la clase que ha escapado a las redes del consumismo en que ha caído el proletariado tradicional, el nuevo sujeto de la revolución). Entre la posición maximalista y la posición minimalista quedan toda una serie de sectores y capas intermedias, que objetivamente se alienancon el proletariado o la burguesía y que el Fascismo, “la democracia orgánica”, la CNS, etc. ha constituido en 3ª clase social para suavizar los contrastes y antagonismos y disimular vanamente la existencia de una lucha de clases y de una misión histórica del proletariado.
El oportunismo en torno a las clases medias.
La fijación de quien es proletariado no es, como pretende la burguesía un estudio sociologista o de un nivel de ingresos: es la delimitación de quien es el sujeto de la revolución. Para los oportunistas, la delimitación acerca de las clases medias –un conglomerado heterogéneo que la burguesía pretende consolidar bajo la forma de tercera clase que niegue la evidente existencia de dos grandes clases antagónicas- es mejor esquivarla dejándolo todo en una penumbra en la que todos los gatos son pardos (sea bajo el nombre de “reconciliación nacional”, de “alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura”, de “frente popular anti-imperialista”, etc.).
Así, los oportunistas se complacen en organizar una “asociación democrática de cuadros y técnicos”, una asociación democrática de periodistas, de médicos, una organización estudiantil que consolide a su alrededor un movimiento específicamente universitario, una organización para maestros si viene al caso, otra para amas de casa, e incluso una organización de sacerdotes democráticos y una “asociación democrática de pequeños empresarios”; sin contar con la movilización de artistas e intelectuales. Todos estos movimientos son retrógrados y reaccionarios en tanto que organiza la pequeña burguesía como si fuera una clase, en dirección opuesta a la marcha de la historia y de la lucha de clases revolucionaria.
Salvo cuando existen factores de explotación (asociación de empresarios), de alienación (asociación de curas) o de mistificación en general (mistificación cultural por parte de los intelectuales, otros tipos de mistificación), en todos los de más casos no se niega la posibilidad de que individuos de extracción y de actividad no específicamente proletaria puedan ser revolucionarios subjetivamente (si su sinceridad queda probada) y objetivamente (si la práctica lo confirma): algunos estudiantes pueden alienarse teórica y prácticamente con la clase obrera pero tienen que empezar por negar que los estudiantes, tomados como conjunto, sean todos revolucionarios, como finge creer el movimiento estudiantil; lo mismo puede decirse con respecto a técnicos, maestros, etc. en donde pueden darse minorías de individuos honestamente revolucionarios aunque, en tanto que conjunto estructurado sean todo lo contrario. En casos en que se da explotación, alienación o mistificación, como ya se ha dicho, no basta con que haya unos individuos honestos marginados subjetivamente de la inmensa mayoría para poder alinearse con la clase revolucionaria: han de abandonar objetivamente su condición de sacerdotes, “intelectuales sagrados”, empresarios, etc.
Las capas medias son un conjunto heterogéneo, destinado a escindirse a título prácticamente individual en dos direcciones, ya que forman parte de una sociedad presidida por el antagonismo fundamental entre dos grandes clases sociales, explotadores y explotados. Así pues, la burguesía consolida teóricamente a las capas intermedias de tercera clase, que los oportunistas realizan en la práctica esta consolidación, y que una y otra cosa son contra-revolucionarias: políticamente, el Fascismo y todas las formas de corporativismo se han basado siempre en la movilización de las capas medias y de su irracionalismo, propio de una clase en [ilegible], en proceso de proletarización progresiva a medida que se ensancha el foso que separa a explotadores y explotados.
Proletariado y teoría revolucionaria.
De hecho en determinados periodos (debido al bajo nivel de la lucha d clases) y en determinados aspectos (debido al carácter mistificador de la sociedad de consumo) la frontera entre explotadores y explotados se presenta a menudo borroso y sin la evidencia con la que aparece cuando la lucha de clases crece y se agudiza (por ejemplo, en los “tiempos heroicos” del pasado; por ejemplo, en la revolución de Mayo en Francia, anticipo de las huelgas salvajes que se avecinan al Neocapitalismo), significa que, por encima de tales contingencias, el criterio estricto de delimitación entre burguesía y proletariado se efectúa siguiendo los altibajos de la lucha de clases porque es un criterio, en definitiva, de política revolucionaria.
En relación con toda esta cuestión suele plantearse un falso problema: si la teoría revolucionaria ha sido elaborada desde dentro o desde fuera de la clase obrera en lucha; es inadmisible una teoría revolucionaria exterior a la práctica revolucionaria. Un planteamiento superficial de este falso problema da entonces alternativas igualmente falsas: Marx no era un obrero pero vivía pobremente, Engels era un pequeño empresario al que el sistema explotaba, Lenin era un intelectual, un obrero de la cultura, etc, etc. En nombre del sentido de “clase” más estricto se está apadrinando en realidad el criterio más elástico y flexible, dando pie a la hora de la verdad a los planteamientos interclasistas propios de la pequeña burguesía: ya que la clase obrera es el protagonista único de la historia y ya que Marx y Engels elaboraron la teoría revolucionaria del movimiento obrero de su tiempo hay que deducir según ellos que eran obreros y protagonistas de la Historia, aunque en este intento pueda perderse el sentido real de proletariado.
El leninismo ha sido la más funesta confirmación de esta confusión entre intelectuales de la clase (Partido) y la clase obrera real: los intelectuales de la clase han abandonado su función intelectual al servicio de la clase para sustituir a la clase en su acción política y usurparle así los frutos de su acción revolucionaria; ya no es la clase obrera la protagonista de la Historia sino el Partido, una masa exterior a la clase pero que se pretende interior a la misma… En este sentido, todos conocemos los ritos de “proletarización” que se han llevado a cabo en el seno de los grupúsculos izquierdistas que pretendían prolongar el malentendido de los bolcheviques rusos.
Todos estos falsos problemas y falsas soluciones revelan un profundo subjetivismo-individualismo (en el caso del leninismo y las “proletarizaciones”) así como un mecanicismo ingenuo extremadamente funesto (¿qué quiere decir “desde dentro” y “desde fuera” cuando se está hablando de teoría revolucionaria?). No hay ni puede haber teoría revolucionaria desde fuera de la clase revolucionaria porque no hay ni puede HABER acción revolucionaria desde fuera de la misma: proceda del individuo que proceda, esta teorización de la acción revolucionaria verificable en nuevas acciones, esta teoría pertenece a la clase obrera y a su acción. Es lógico que muchas veces estos intelectuales que sirven de instrumento a la clase revolucionaria para dar forma teórica a su praxis cotidiana sean de procedencia exterior a la clase, individuos que no han participado personalmente en las luchas concretas. Pero la teoría revolucionaria no es el individuo que da forma a las experiencias de la lucha de clases, la teoría está en relación dialéctica directa con la acción y ésta con la teoría: esta relación es praxis.
Esto equivale a decir que sin lucha de clases revolucionaria que existió en tiempos de Marx, la aportación teórica de éste habría sido imposible; en cambio si Marx no hubiera existido la clase obrera en lucha hubiera hallado a otros individuos que, mejor o peor, hubieran formulado la experiencia de la lucha de clases revolucionaria de aquel tiempo. Y, como quien dice Marx y la clase obrera de su tiempo dice también cualquier individuo exterior a la clase que haya hecho aportaciones a la formulación teórica lo más precisa posible de la lucha de clases que agita sus tiempos se comprende que –contra los ritos pequeño-burgueses- de la “proletarización-leninista”- afirmemos:
- la teoría es desde fuera y no-revolucionaria cuando no está en relación dialéctica directa con la experiencia de la lucha de clases (aunque sea un obrero quien la formule);
- la teoría es desde dentro y revolucionaria cuando está en relación dialéctica directa con la experiencia de la lucha de clases (aunque sea un pequeño-burgués quien la formule).
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