Intentaremos ir subiendo periódicamente diversos textos o extractos de documentos, surgidos dentro de las corrientes radicales del movimiento proletario, que traten directamente el tema de la "organización revolucionaria". Es decir, acerca del papel de las minorías revolucionarias en determinados contextos, la necesidad o no de su agrupamiento, las relaciones que se deberían establecer "internamente", coherencia entre contenido y forma, comprensión de algunas experiencias históricas, etc.
No pretendemos, por cierto, que los artículos difundidos sean la expresión exacta y última que nos interprete, pero sí esperamos que contengan algunos elementos cruciales para un tratamiento revolucionario del tema.
El primero es un breve texto de la Internacional Situacionista, publicado en octubre de 1967 en el número 11 de Internationale Situationniste.
Definición mínima de las organizaciones revolucionarias
Considerando que el único fin de una organización revolucionaria es la abolición de las clases existentes por métodos que no lleven a una nueva división de la sociedad, calificamos de revolucionaria a cualquier organización que persiga de manera consecuente la realización internacional del poder absoluto de los consejos obreros tal y como ha sido esbozado por las experiencias de las revoluciones proletarias de este siglo.
Tal organización presenta una crítica unitaria del mundo o no es nada. Por crítica unitaria entendemos una crítica dirigida globalmente contra todas las zonas geográficas donde se han instalado diversas formas de poderes socio-económicos separados, y que se pronuncie también globalmente contra todos los aspectos de la vida.
Tal organización reconoce el comienzo y el fin de su programa en la descolonización total de la vida cotidiana; no pretende la autogestión del mundo existente por las masas, sino su transformación ininterrumpida. Realiza la crítica radical de la economía política, la superación de la mercancía y del salario.
Tal organización rechaza toda reproducción en su interior de las condiciones jarárquicas del mundo dominante. El único límite de la participación en su democracia total es el reconocimiento y la auto-apropiación por todos sus miembros de la coherencia de su crítica: esa coherencia debe estar en la teoría crítica propiamente dicha y en la correlación entre esa teoría y la actividad práctica. Critica radicalmente toda ideología en tanto que poder separado de las ideas e ideas del poder separado. Así es al mismo tiempo la negación de toda supervivencia de la religión y del actual espectáculo social que, desde la información a la cultura masificada, monopoliza toda comunicación de los hombres alrededor de una recepción unilateral de las imágenes de su actividad alienada. Disuelve toda "ideología revolucionaria" desenmascarándola como indicación del fracaso del proyecto revolucionario, como propiedad privada de los nuevos especialistas del poder, como impostura de una nueva representación que se erige por encima de la vida real proletarizada.
Siendo la categoría de totalidad el juicio último de la organización revolucionaria moderna, dicha organización es en último término una crítica de la política. Debe intentar explícitamente, con su victoria, su propio fin en tanto que organización separada.
Tomado del Archivo Situacionista Hispano
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